En realidad desde que nació, Fernando dormía muchísimo.
Cerraba los ojos en cuanto su cabeza caía sobre la almohada bordada con tanto esmero por su madre y ya, dentro de un segundo, estaba durmiendo como un angelito caído del cielo.-Es tan bueno y tan tranquilo él pobrecito- Decía Adela a sus compañeras de oficina. -Ni siquiera llora ni despierta de noche, como casi todos los niños.
Adela y Fernando vivían en dos cuartos que no eran malos, a pesar de que las ventanas se abrían sobre un patio interior muy estrecho, en el segundo piso de una pensión un poco húmeda y bastante obscura. Cuando Adela partía a la oficina, en la mañana, la señora Silvia, dueña de la pensión, quedaba encargada de cuidar a Fernando. Pero como el niño era tan tranquilo, casi no había necesidad de preocuparse de él por que jamás molestaba con el bullicio y el recotín con que generalmente hacen la vida insoportable los niños de cinco años. En cuanto la señora Silvia iniciaba los quehaceres domésticos matutinos, Fernando se deslizaba hasta su propia habitación para tenderse en la cama y dormir a pierna suelta. La señora Silvia entraba a verlo, por que le daba "un no sé qué" que un niño de su edad prefiriera dormir a entretenerse con cosas más...
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~LA PUERTA CERRADA~
AdventureAdela de Rengifo se quejaba frecuentemente de que a ella le habían tocado las peores calamidades de la vida: enviudar a los veinticinco años, ser pobre y verse obligada a trabajar para mantenerse con un poco de dignidad, tener un hijito enfermizo, e...