Para Smokun
"...No pensaba que llegaría
este momento, un maldito Lawbin,
¡¡Existiendo!!Ella siempre va a la misma plaza, incluso tiene su banca favorita. Se la puede ver sentada leyendo uno de sus queridos libros pero realmente nunca pone toda su atención en la lectura, sus problemas siempre son más invasivos, ocupan gran parte de sus pensamientos.
Ha superado la barrera de los treinta, la presión social, la soledad, la melancolía y una idea poco concreta de lo que significa amar de verdad, hicieron de las suyas llevándola a tomar una de las decisiones más precipitadas de su vida, contraer matrimonio con un perfecto y completo imbécil. Quizá para los ojos enamorados no existen defectos.
Se conocieron mientras trabajaban en la misma fábrica, supuestamente, había cosas en común, se gustaban, eran uno para otro, había pasión, fuego, todo iba de maravilla, todo color de rosa, sin embargo, al poco caminar empezó a manifestarse la verdadera naturaleza de esta relación, su base era de barro y los problemas eran de hierro.
Las constantes ausencias, las discusiones, las noches en vela, las deudas, la llegada del primer hijo, las fiestas con sus amigos de las que ella quedó totalmente excluida y de las que llegaba borracho sin poder articular palabra fueron mermando sus sentimientos. Paciencia tiene de sobra pero ya las explicaciones o excusas no llenan ese vacío que no puede evitar sentir al ver que su vida, su autoestima, su vitalidad, su juventud y su belleza se van apagando poco a poco. En resumen, sólo como para que quede claro, después de cinco años, su corazón encogido era un asumido desastre del que no hallaba la salida porque ya no se tomaba la molestia de buscarla.
Mira a todos lados poniendo otra pausa en su lectura, pareciera que espera algo que nunca llega, su mirada, que opaca hasta el brillo del sol en las hojas verdes de la primavera, se pierde en la espiral del espacio y el tiempo.
Él la observa hace rato, está sentado en una de las mesitas de la cafetería en frente de la plaza. Casi como un ritual, disfruta de su bebida espumosa sin decir una palabra mientras hojea la última revista de medicina que no trae nada tan interesante como la mujer que está sentada a unos metros de distancia.
No puede desconocer su belleza aunque se muestre un poco desaliñada, no puede desconocer la melancolía en sus ojos azules porque él mismo ha sentido alguna vez esa tristeza. La mira de pies a cabeza. Se pregunta si es prudente hablarle, preguntar su nombre, de dónde es, qué está leyendo, cuál es la pena de su corazón que escapa por su mirada y el sinfín de preguntas que su imaginación le permite pero se queda en el mismo sitio, quizá reuniendo valor o tratando de ignorar lo que su corazón le pide a gritos desde hace algunas semanas.
Ella se levanta, avanza un par de pasos, arrastra un poco los pies como quién no quiere marchar, vuelve a la banca. Él piensa que quizá sea una señal, decide acercarse pero su idea se ve frenada en seco por la aparición de un personaje de cabello verde.
— ¡Así que aquí estás!
— Sí, aquí estoy ¿Pasa algo?
— ¡Claro que pasa algo! Pasa que no tengo mi comida servida, ni mi ropa planchada para la reunión de hoy
— ¿Reunión? ¿Así le llamas ahora?
— ¿Qué estás tratando de decir?
— Nada
— Nada, claro. ¿Acaso estás insinuando algo? Es lo último que me falta, escuchar tus paranoias o tus quejas ¡Vamos! Tienes cosas que hacer
Él pagó su café y cruzó la calle. La vió ponerse de pie y seguir a ese tipo que tenía toda la suerte del mundo y no se daba cuenta. Se acercó lo suficiente para cruzar miradas con ella, le guiñó un ojo de forma descarada y se aseguró de que el otro diera cuenta de aquello. Sintió un empujón.
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Quédate [One-shot]
FanfictionElla, viviendo un romance frustrado, sueños no cumplidos, tristeza. Él, con todo el amor del mundo para entregar. ¿Qué puede pasar? Personajes del Máster Eiichirō Oda. Aquí descubren que las casualidades no existen.