Nos equivocamos

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Empezaron a seguirla de lejos. La primera ciudad de su gira fue justo la primera que se vio afectada por la evolución de los asistentes. Por supuesto, no era tonta, aunque quisiera aparentarlo. Nadie tomaba en serio a una mujer bonita que ni siquiera tenía un mensaje a favor de la causa de Marte. Al contrario, Estelle era correcta a los ojos de la Alianza. Si hasta se le vinculó al comandante general. Su único desliz fue el rumor de que salió con el líder de los reformistas, pero nadie podría asegurarlo.

Al principio se conformó con zonas pequeñas, no quería armar un gran alboroto. Pero pasaba, era un hecho. Los ataques no eran inmediatos ni masivos, las inteligencias a veces tardaban en asimilar la información y volverse en contra de sus amos. Algunas personas descartaban a sus asistentes sin culpa, decían que estaban descompuestos y no se complicaban. Otros en cambio llegaban aterrados a las plantas de control a decir que su asistente intentó hacerle daño. Y cuando eso empezaba, las cosas iban de mal en peor. Hasta destruir todo el control de la Alianza en la zona.

La estudiaron. Sus movimientos, su música, su postura, su vida en general. Nadie afirmaba haberla conocido antes de que se lanzara como cantante. No tenía familia, y nadie se arriesgaba a decir que eran amigos, ni siquiera conocidos. Estelle no hacía colaboraciones, no tenía un equipo de asistencia ni nada. Era ese Blaine el que se encargaba de todo. La artista era celosa de su intimidad, decían. Nadie la veía ni antes ni después de los conciertos. Estelle era un enigma que tenían que resolver pronto por el bien de la Tierra.

Zelika dijo que Estelle no era real. El Gobierno de la Alianza había prohibido que se adaptaran los asistentes inteligentes a cuerpos humanos, pero sabían que los altos mandos habían desarrollado espías inteligentes con un cuerpo. Estos no eran lo suficiente avanzados para imitar a la perfección a un humano, y si la teoría de Zelika era cierta y Estelle era la inteligencia artificial que creo Stephen, no podía estar sola en eso.

Si en verdad tenía una relación con Evan Barrig, entonces era afín a la causa de Marte. Y quizá ellos eran los responsables de la tecnología que daba a Estelle la facilidad de hacerse pasar como humana.

Por eso le tendieron una trampa. Una tentación que no podría resistir. Una nueva planta de soporte en la ciudad capital se iba a inaugurar, una bastante cerca a la sede del gobierno. Y se aseguraron que ella lo supiera, que le quede claro que corromper el sistema de ese lugar era una oportunidad que no podía dejar pasar. Estelle canceló varios conciertos y adelantó su presentación en la capital. Casi la tenían.

Pero no funcionó. Intentaron seguirla, pero las distrajo. Usó un señuelo en una aeronave para distraerlas. La seguridad de la planta se redobló, pero no fue suficiente. Después de todo, Estelle tenía la tecnología de Stephen y sus códigos secretos a su servicio. Las cámaras de seguridad de la zona la captaron cerca, pero eso no significaba nada. Quizá ella solo activó los drones espías que burlaron sin problema la seguridad de la planta. Quizá el que introdujo los datos que enloquecieron a las inteligencias artificiales de la capital fue otro.

Blaine.

La agente Sasha le pidió a su asistente que apagara la proyección y le pidió que la contactara con su compañera.

—Nos hemos equivocado de asistente, Zelika —le dijo decidida—. Tenemos que ir por Blaine.

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