Amigo de la infancia

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Suena el despertador a las seis en punto. Abro los ojos con pesadez y me estiro para apagar la alarma. Un suave maullido suena al pie de mi cama antes de que unas pequeñas patitas aterricen en mi cama. Un gato gris con la barriga blanca y de ojos azules se acerca a mi tímidamente antes de comenzar a frotarse contra mi rostro.

-Lulú, basta- cierro los ojos y aprieto la boca antes de que más pelos entren en ella. -¡deja de restregar tu trasero en mi cara!

Me levanto con cuidado, forzando a Lulú a bajar de mi cama. Avanzo hasta el armario y comienzo a escoger la ropa que usaré el día de hoy. Un grito se escucha escaleras abajo.

-Naomi, el baño esta listo. Apúrate y baja a desayunar.

Me acerco a la puerta y abro -Gracias tía Georgina.

Tomo un cesto de plástico con artículos personales de baño junto con un par de toallas y salgo de la habitación. Llego al cuarto de baño y cierro la puerta con seguro, abro la llave y espero a que el agua se temple un poco antes de entrar. Comienzo lavando mi cabello y termino lavando el resto de mi cuerpo. Cierro la llave, me envuelvo en una de las toallas y la otra la uso para mi cabello. Regreso a mi cuarto y comienzo a vestirme. Seco mi cabello negro azabache y lo peino. Aplico un poco de maquillaje y echo un rápido vistazo al espejo para asegurarme de que todo esté en orden antes de coger mi mochila y salir de la habitación.

Bajo las escaleras y avanzo hacia la cocina. -Buenos días

-Buenos días hija, tu tío ya se ha marchado al trabajo. Siéntate, tu plato está en la mesa.

-Muchas gracias.- termino el desayuno, cojo mi almuerzo, me despido de mi tía y salgo de la casa.

Mi día en el instituto transcurre con normalidad. Siempre es bueno disfrutar de la calma antes de que el caos por los exámenes no invada. La campana suena y todos salen del salón de clases. En el camino, me encuentro con un chico de mi clase de idiomas, Colin. Pregunta sobre la tarea y sobre un trabajo en equipo que debemos hacer. Llego a mi casillero, dejo un par de cosas, cierro y me dirijo a la salida.

Subo a mi bicicleta y me pongo en marcha. Al cinco para las seis, arribo a mi lugar de trabajo. Entro por la puerta trasera de la cafetería y saludo a Sara, mi compañera de turno, quien me entrega mi respectivo mandil y me recibe con una sonrisa.

-Llegas temprano, Nami- Sara es una chica rubia de ojos marrón. Es dos años mayor que yo y es una de mis mejores amigas. La conocí hace dos años, cuando tenía 19 años. Estaba buscando un trabajo de medio tiempo y ella me dio informes, sé que nunca lo admitirá, pero sé que fue gracias a ella que logré quedarme con el empleo gracias a que su cuñado es dueño de la cafetería.

Atiendo a un par de clientes en la caja antes de limpiar un par de mesas. Entro a la cocina y dejo los trastos en el fregadero cuando Sara entra emocionada.

-Nami, Nami, ¿recuerdas al chico que te dije que atendí esta mañana?

-Si, ¿qué con él?- Sara mira con emoción la puerta que dirige a la caja. Miro al mismo sitio, pero no veo nada mas que el aparador con pastelillos. Veo a Sara un poco irritada. -No entiendo.

-Solo sal- Me toma del brazo y ambas regresamos a la parte del frente de la cafetería. Se acerca a mi y susurra. -él chico en la mesa seis, es el guapo que vino en la mañana y ordenó el sándwich de atún cuyo olor te recuerda a tu vecina, la señora Urriaga.

Dirijo la mirada a la mesa seis para toparme con un chico alto, de hombros anchos, cabello negro y trajeado, sentado de espaldas disfrutando de una malteada de frutos rojos acompañado de un sándwich que parecía ser de cuatro quesos.

-De espaldas se ve atractivo, supongo que es justo tu tipo Saris.

-¿Verdad?, deberías verlo de frente. No es nada del otro mundo, pero mejor que muchos de los que vienen aquí, sí que lo está.- Sara muerde su labio inferior y le lanza una mirada enérgica al chico y no puedo evitar sonreír. De pronto un ruido estruendoso se escucha en la cocina y Sara regresa en sí. Frunce el ceño y entra enérgicamente a la cocina, desde donde alcanzo a escuchar que regaña a Felipe por haber roto un plato por cuarta vez esta semana.

Limpiaba el mostrador cuando aquel chico se acercó a pagar. Puso un par de billetes sobre el mostrador cuando me acerqué a cobrarle. Estaba contando el cambió cuando él me llamó.

-¿Naomi?- Alce la vista para ver al chico frente a mí. Unos ojos color marrón claro me miraban con sorpresa. Había visto esa mirada de cachorro perdido antes, pero no recuerdo dónde.

-¿Te conozco?

-Naomi, soy Mike, Mike Sánchez. ¿Me recuerdas?- una sonrisa se dibujo en mi rostro. Cuando me di cuenta, estaba saltando por encima del mostrador y abrazando a Mike.

-¡Oh por Dios, no puedo creer que seas tú!- Mike ríe y regresa el abrazo. -ha pasado tanto tiempo, creí que no volvería a verte. Nos apartamos un poco y ahora quedamos muy cerca, frente a frente. No puedo evitar sonrojarme un poco.

-Lo sé, han sido siete largos años- Mike sonríe, es la sonrisa más dulce y sincera. Noto como mi piel se enciende desde mis mejillas hasta mis orejas.

-¿Qu-qué haces aquí?, quiero decir, ¿a dónde te fuiste?, ¿qué fue de ti?, y-yo- Mike suelta una carcajada.

-Tan torpe como siempre, no has cambiado en nada mocosa.

-Tan cretino como siempre, no has cambiado en nada idiota.

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⏰ Última actualización: Jul 19, 2019 ⏰

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