El Comienzo

17 7 0
                                    

– Comenzamos nuestra historia en un pueblo, alejado del imperio más cercano, pocos sabían de su existencia, algunos otros solo pensaban que era un cuento. Ese pueblo era espada bronce, un pueblo donde habían guerreros de alto nivel, estratégico y en combate.

– En las calles, vagando sin rumbo, había un señor con bigote y barba blancos como la nieve. Unos ojos con una mirada algo amenazante, infundían respeto solo con que los postrara en tu ser, pero era alguien amigable, con algún que otro rasgo amenazante, en el pueblo lo conocían por ser un dueño de una propiedad, que usaba como orfanato. Él les daba comida, un lugar donde dormir, estudios, pero el pedía algo a cambio; que ellos fueran sus discípulos en un arte casi extinto, donde pocos son los que logran llegar a sacarle todo el provecho. Entre 100 chicos que cuidaba, apenas cuatro han sido capaces de llegar al nivel dos y solo una de llegar al nivel tres.

- El señor llegó a su puerta, apenas abrirla, una chica de cabello rubio, con ojos azules le estaba esperando, tenía una postura algo recta, con los brazos cruzados y una mirada fija en su maestro, parecía que le tenía que decir algo importante.

– Maestro, Geru está peleando con Annie otra vez -  Dijo la chica, con tono de cansancio.-

– Oh, je,je,je, deja que entrenen, son jóvenes - Dijo el señor, llevándose una mano a la barba, peinando está con sus dedos-

- La chica solo se limitó a dar un suspiro pesado, ya estaba cansada que todos los días, ambos chicos pelearán como animales.

La chica volteo, para ir caminando hacia la puerta. Se dirigía a ver a ese par de mocosos, que solo pensaban en pelearse entre ellos, pero ellos le tenían miedo y eso, iba a usar ella para detenerlos, pero si no funcionaba siempre quedaba la opción dos.

La chica pasaba por los pasillos, unos pasillos con piso de madera de roble, este por encima tenía una larga alfombra roja.

[Mientras tanto, en alguna habitación]

A las afueras de la habitación se podían escuchar golpes secos, procedidos a gritos, cargados con odio e impotencia, mientras que las palabras eran intercaladas por sonidos de golpes.

- ¡Blogu, no eres más que un imbécil, ven para que te voy a reventar! - Exclamó el chico el más alto entre ambos, con cabello negro y ojos avellana, que transmitían rabia y amargura.-

-¡Geru, cállate, no eres más que un idiota! - El chico más bajo le respondió a gritos, su único ojo demostraba rabia pura.-

- Ambos chicos estaban parados cara a cara, no tenían ninguno una posición de pelea, solo lanzaban golpes al aire, y si llegaba a impactar en el cuerpo, que alegría. Aunque la diversión no les duro mucho, porque unos segundos después de ese intercambio de palabras, llegó la chica rubia, tronando sus nudillos. Mantenía una mirada sería, con el seño fruncido los veía, pero lo que si daba miedo eran sus ojos los cuales parecían estar ardiendo, como si de un estallido de un volcán estuviese teniendo lugar. La chica solo dio dos pasos hacia adelante, pronunciando los nombres de ambos chicos, que parecían hormigas para ella.

– Blogu y Geru, ustedes ahora sí van a sentir lo que significa la palabra dolor - Voceó para ambos chicos, manteniendo una mirada fija y furiosa, para luego seguir con un comentario aún cargado de irá- Ya cavaron sus tumbas, par de mocosos.

La puerta se cerró lentamente detrás de la chica, para luego, después de solo un par de segundos, comenzaran a escucharse gritos de dolor, que se hacían resonar por el pasillo, hasta oídos del señor, el cuál solo se molestó en dar un suspiro, para dejar paso a un monólogo.

- Estos niños me van a matar de un ataque cardíaco si siguen con sus tonterías - después de terminar de hablar, llevo una pequeña taza de té a sus labios, para darle un pequeño sorbo. -

El sol se posa en las montañas, dejando un hermoso atardecer, con tonos azules y naranjas, mezclados con suavidad. Esos tonos cálidos, que parecían una pintura del mejor artista, ese tono cálido que transmitía una sensación de conformidad, de estar en casa.

[Fin del capítulo uno]

Kurai hanabira no hanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora