Él...

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—Debemos darnos un tiempo.

Cuatro palabras, veintiún letras. Todo esto fue más que suficiente para que sintiera que mi anatomía se sintiera más pesada, que los tonos vivos del día se volvieran más oscuros, que flaquearán mis piernas a tal punto de que estaba por caerme, que aquella mágnifica noticia que iba por relatar se desvaneciera de mis pensamientos.

Fue como un recorrido al pasado, como cuando estas a punto de morir, sin embargo aquí no recordé toda mi vida sino cuando le conocí.

Era un día normal de escuela, en la cual había entrado hace no mucho tiempo, estaba en la fila de pago de colegiatura mientras conversaba con mis compañeros hasta que repentinamente alguien toco mi hombro obteniendo por completo mi atención. Se trataba de un chico de unos aproximadamente 185cm, ojos un poco rasgados color café, cabello negro cortado de los lados dejando el frente de este peinado con gel hacia arriba, unas cuantas cicatrices en su rostro por la parte de su labio superior y su ceja derecha. El motivo que tuvo al interrumpir la conversación fue que quería presentarse y saber mi nombre, con gusto le dije mi nombre y el me mencionó el suyo. Al apenas conocernos nos sentimos incómodos por no tener un tema de conversación por lo que al momento me despedí sin siquiera haber realizado el pago. Se me hizo muy raro el que haya llegado de un momento a otro, pero le tome poca importancia y entré a clase.

Un día después me lo volví a encontrar, esta vez fue en el receso, él llegó a mi banca en la cual estaba yo e intentó formar una conversación conmigo. Hablamos de cosas triviales sin llegar a muchos detalles, como cualquier conversación de dos viejos amigos los que después de mucho tiempo se vuelven a encontrar. Nos la pasamos platicando hasta que terminó el receso y tuvo que marcharse a su grupo, era de mí mismo grado, pero éramos de diferente salón, a pesar de ello no impidió el que nos fuéramos juntos hacía la base del camión público. En el trayecto intentó tomar mi mano y estaba un poco raro, deduje de inmediato lo que tramaba, pero no se la iba a dejar fácil así que se lo impedí e intenté mantenerme distante para que no intentará algo que vaya más allá de una amistad. Al haber llegado a mi base le di mi número para poder comunicarnos y entablar una amistad la cual se estaba formando, de ahí tomé el transporte público que me correspondía para dirigirme a mi hogar.

Poco después de llegar a mi vivienda recibí una llamada de él, contesté y estuve conversando, nos la pasamos hablando por más de media hora con preguntas para conocernos mejor y bromas de cosas simples del día a día hasta que me invitó a ir al billar como en una cita, intenté negarme debido a mi vaga experiencia en ello y porque no sabia si era una persona de fiar debido al poco tiempo de conocernos, pero al último termine accediendo porque me comentó que me diría algo muy importante en ese lugar. Era muy obvio que se me iba a declarar, pero preferí hacerme la que no sabia nada y esperar a que él mismo me lo dijera frente a frente. Finalizada la llamada y acordada la hora pensé en como rechazarle sin que le doliera, no me gustaba y no podía fingir un sentimiento solo porque se mantuviera feliz.

Sin que me diera cuenta pasó el día volando llegando el momento de la salida, estaba nerviosa ya que no pude encontrar una manera de decirle que el sentimiento no era mutuo. Dejé que las cosas pasaran y solo decirle sin intentar suavizar el golpe, pero... Al haberme dicho lo que sentía por mí no pude decirle así sin más. Le comenté que era muy pronto y me sinceré con él diciéndole todo lo que pensaba, no lo tomo mal comentándome que solo quería decirlo sin haber pedido algún cambio de relación ni nada de eso.

Pasaron los días y la mayoría de estos me la pasaba con él en receso, fuera de la escuela y hasta en unas pocas salidas que tuvimos. En ese transcurso del tiempo vi que era un chico magnifico, tierno, amable, pero también tenía sus contras como el pronunciar palabras un poco vulgares (por suerte no las decía mucho al entablar una conversación conmigo), le gustaba fumar un cigarrillo debes en cuando, a lo que yo me molestaba porque estoy en contra de los productos que perjudiquen al organismo, aunque no le decía nada, etc. A pesar de ello no pude evitar sentirme atraída por él y empezar a ponerme nerviosa a su lado, sonrojarme y que las mariposas revolotearan en mi estómago. Todas esas canciones de amor que cantaba solo porque sí ahora empezaban a tomar sentido imaginándome que en ellas protagonizábamos él y yo. Cuando veía parejas pasar pensaba en como sería si nosotros fuéramos ellos. Miles de ideas cursis sacadas de los libros de romance más cliché se proyectaban todas las noches inventando hermosas historias junto a él.

No quería decirle nada acerca de los efectos que él causaba en mí debido a que no quería salir lastimada como anteriores veces me había pasado. Intenté encoger esas emociones, pero se volvieron más grandes a tal punto en que no podía ocultarlos más.

Un día me preguntó por fin lo que estaba esperando por días enteros, por supuesto dije que sí compartiendo todo lo que sentía. En un inicio fue un poco incomodo; estaba más nerviosa que antes a tal punto que empezaba a temblar, mis sonrojos eran mayores y a veces ni podía pronunciar bien lo que quería decir. Sin embargo, todos esos días fueron maravillosos, aunque una parte de mi siempre me decía que no duraría mucho y que no expanda mucho mi amor hacia él por lo que me di limitaciones. Solo había besos en las mejillas, tomadas de manos y tiernos apodos dados por él. En sí, por un tiempo nuestra relación parecía una de pequeños niños que estaban experimentando por primera vez aquel tipo de aprecio.

Lamentablemente estas barreras no podían estar ahí por siempre, él las eliminó todas dejando que mi amor se desbordará ahogándome en este. Fue una de las cosas de las que me arrepentiría después.

De un momento a otro lo sentía distinto, más alejado de mí. Ya no iba a mi salón a verme, no me daba besos ni me abrazaba sin que yo se lo pidiera, su mirada hacia mi era diferente, todo en él cambio. Me moleste por ello, así que a veces le dejaba de hablar, aunque siempre terminaba por hablarle ya que mi corazón lo suplicaba con ansias.

Ahora me remonto nuevamente en el presente.

Estaba en clases extra en donde sabía que no iba a estar él, pero apareció. Pensé que era el momento perfecto para resolver todas mis dudas, pero lo que dijo fue totalmente diferente a lo que pedía:

—Debemos darnos un tiempo.

Me quede en shock, mientras que una opresión en mi pecho empezaba a formarse. No podía ser verdad. Era... ¿un sueño? Sí, podría ser eso, me he pasado tantos días pensando en su comportamiento que puedo estar delirando, también puede que haya escuchado mal y transforme las palabras a lo que más temía. Pero esas ideas se fueron desvaneciendo porque si fuera un sueño, mejor dicho pesadilla, no sentiría tanto el dolor como el que ahora estaba experimentando.

—¿P-por qué? —se me complico pronunciar esas sencillas palabras, el nudo que estaba en mi garganta me lo impedía.

—Yo... no quiero que te pasé nada malo —hizo una pequeña pausa suspirando con tristeza—. Te amo, pero este amor te puede perjudicar e incluso lastimar y eso es lo que menos quiero.

Cada palabra dicha fue un crujido en mi corazón, este quedando a punto de romperse. Pero esto no impidió el que se generarán dudas dentro de mí. ¿Por qué me perjudicaría su amor? ¿Era peligroso el estar juntos? ¿Qué me pasaría? ¿Habría alguna solución que nos permita estar juntos? Sea como sea saldría lastimada estando con o sin él. Así que... ¿por qué alejarnos cuando de todos modos las alternativas darían el mismo resultado?

Todas esas dudas salieron de mi boca sin previo aviso, dejando que el corazón reclamará respuestas ante el daño de tal magnitud. Él no aclaró mis dudas, diciendo que es mejor no saber nada. Mis lágrimas estaban nublando mi vista debido a tanto dolor acumulado, no quería que estas salieran, no quería llorar por él.

Es un poco ilógico el que la persona que puede hacer brillar tus días es la misma que puede nublarlos y dejarte en el vacío.

Él al ver mi estado no hizo más que intentar reconfortarme con un abrazo, haciendo el resultado contrario rompiéndome por completo estallando en un mar de lágrimas aferrándome a él en un vano intento de que el abrazo fuera eterno, pero tuvo que romperse al ya estar solo sollozando ligeramente. Voltee la mirada para que no me viera en un estado tan vulnerable, pero agarró mi barbilla obligándome a mirarlo. En sus ojos podía ver la tristeza reflejada, estos miraban mis ojos y boca acercando mi rostro hasta que la distancia se acabó terminando en un beso lleno de dolor, llanto y miles de trozos de un débil corazón que suplicaba que esto fuera solo una broma y que al último quedará como un mal recuerdo y siguiéramos juntos. Pero las cosas nunca son como queremos que sean y esto no sería una excepción.

Con ese corto beso le quise transmitir todo el dolor que estaba sintiendo en ese instante, más nunca supe o sabré si fue transferido mi mensaje.

Al separarnos del beso susurró en mis labios un pequeño "Este es nuestro último beso de despedida". Con mis ojos llenos de dolor y lágrimas me marché sin voltear a verlo, esperando que de la nada llegará a abrazarme por la espalda y que me dijera que no quería dejarme, que deseaba estar conmigo a pesar de las dificultades. Pero...

Ese abrazó nunca llegó.

Él...Where stories live. Discover now