plática 1

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Bostecé por cuarta vez en la hora, ah, de verdad odiaba abrir la farmacia. Significaba despertarse a las 6 y alejarme de mi maravillosa cama.

Me subí al autobús y al ver que no había lugares, resignado me acomodé a lado de un hombre. Suspiré y acomodé mis audífonos. Le subí todo el volumen posible y miré la ventana.

Mi ciudad era costera, lo que significaba que el mar se veía por todas partes, así que siempre veías algo nuevo. Hubo una vez que ví como un delfín brincaba por ahí. Sentí tanta envidia que desde ese momento establecí que los delfines eran mis animales favoritos. Raro.

-Oye...-

Ah, me gusta ir en autobús, puedes ver todo el paisaje y a las personas.

-Disculpa...- Tocaron mi hombro y solté un pequeño quejido, mire hacia mi izquierda y me quité un audífono.- Ay, lo siento, no estaba prestando atención.- Sonreí incómodamente. El chico me miró y sonrió, levantó su mano y me tendió una de mis pequeñas chapas.- ¡Oh Dios mío! Muchas gracias, si lo perdiera, moriría.- bromeé y tomé la pequeña chapa con la imagen de Mazinger Z. Sonreí y la acomodé nuevamente. El hombre sonrió y la acomodó conmigo, haciendo que nuestras manos rozaran.- ¿Así que te gusta el anime?- miré sus ojos grises. Sentía que podían ver mi alma.- Eh, pues no mucho. Mi hermano solía pasarse la vida entera leyendo mangas y esas cosas. Yo soy más de videojuegos.-

Se desocuparon dos asientos y él me tendió la mano para que me sentara. Sonreí y acepté.- Oh, así que los videojuegos, yo soy más de la vieja escuela, así que sólo conozco Mario, Sonic y todos esos de píxeles.- Me reí y tomé su morena mano.- ¿Qué dices? Esos son los mejores, no me gustan cuando hacen remakes de ellos, por que siento que los primeros son los que tienen los sentimientos implantados.- Se sentó a lado mío y así, entre risas y miradas raras de la gente, mantuvimos una conversación de videojuegos y la vieja y nueva escuela.

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Llegando hice todo lo correspondiente. Encendí las luces, acomodé algunas cajas, limpié el vidrio de la puerta y ventanas, barrí y limpié el mostrador.

Después de hacer eso ( que me tomaba unos 30 minutos), la gente empezaba a llegar 20 minutos después, ya sea por alguna enfermedad básica de sus hijos o alguna persona mayor buscando lo que le recetó el hospital. Era divertido cuando ancianos venían. Podría hablar con ellos, subirles el ánimo o chismosear. Busqué una goma de mascar entre las basuras de los cajones. Chopper, el chico que trabajaba los días que yo descansaba, siempre guardaba dulces entre los cajones, varias veces me había puesto cartas que decían que dejara de tomar sus dulces o que por lo menos comprara más.- Ahí estás, pequeña tramposa.- Sonreí satisfecho y deshice el plástico de la goma.

Bostecé y puse musica para desaburrirme. La campana de bienvenida sonó y la primera clienta llegó.- Buenos días, bienvenida a la farmacia.- La anciana se acercó a paso lento, se veía cansada y con frío. Salí del mostrador y me acerqué a ella.- Abuela, ¿En qué le puedo ayudar?- me miró por sobre sus párpados viejos y cansados, sacó de su rebozo una nota doblada en mil. La acerqué a una mesilla que ocupabamos para descansar y puse agua a calentar cerca de ella.

Regresé a las medicinas y busqué las que necesitaba. Me senté cerca de ella y me acercó el dinero. Bufé y se lo devolví.- Déjelo así, no como si fuera mucho.- Nami me volvería a regañar. Ella sonrió y lo guardó, parecía que no podía hablar así que no inicié un tema, simplemente le serví un café y ella gustosa poco a poco lo tomó.

Era vieja y con algunas verrugas bajo sus ojos, tenía una mirada muy calmada y una sonrisa sincera, su cabello ya era blanco como la nieve y llevaba unas chamarras pasadas de moda. La miré un rato.- Abuela,¿Le puedo tomar una foto?- Ella levantó la vista y asentió. Saqué mi teléfono y la tomé.

Love Sick {EN PAUSA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora