The Red

La misión

Disparo tres veces. Las tres doy en el blanco. Imagino la sangre corriendo por el cuerpo, el grito de dolor que probablemente jamás habría alcanzado a emitir debido a que su muerte lo habría impedido. Tres tiros en la cabeza. Justo en medio de su frente. Disparos limpios y certeros, sonrío ante mi trabajo.

Practicar con muñecos nunca me ha gustado, lo aborrezco desde que comencé con el entrenamiento. Pero con el pasar del tiempo la sala de tiros se convirtió en una de las que más frecuento. A veces vengo sola, otras veces traigo a alguien.

— Deja de sonreír como sádica. — alguien habla a mis espaldas. Me volteo al instante, casi dejando caer mi revólver 357. Yixing está de pie apoyando su peso en el marco de la puerta. Resoplo dejando el arma en la mesa a mi lado al tiempo que me cruzo de brazos. — Se supone que eres una agente. Déjale lo sangriento a la mafia, Seulgi.

— Creo que sabes bien que no hay buenos ni malos aquí. — respondo alzando mi barbilla. — También hemos matado. Que tratemos de encubrirlo con que estamos ayudando a combatir a los criminales es distinto.

Él da un paso en frente, acercándose a mí.

— Mejor baja la voz, no querrás que Suho te escuche. — luego acerca su rostro al mío. — Él está convencido de que somos panes de Dios. Incluso se cree a sí mismo como uno.

Empujo su cuerpo lejos del mío. — ¿Y crees que se daría cuenta de lo que estamos hablando? Se casará en una semana, Lay. Su mente está en cualquier lugar menos aquí.

Zhang Yixing es Chino. Tiene el cabello negro, o castaño oscuro, no lo sé y no me importa. Tiene unos dos o tres años más que yo, y lo conozco desde que llegué aquí. Nuestra relación es rara, no diría que es sana. Aunque sinceramente es difícil encontrar algo sin toxicidad en este ambiente, en todos los sentidos. Hoy viste de negro, su traje ceñido a su cuerpo, de camisa y corbata oscuras. El largo abrigo negro cae a su costado. Se ve elegante, pero también peligroso. Alzo una ceja, cruzándome de brazos.

— ¿Vienes o vas a una misión? — pregunto. Es obvio. No vestimos así si no es porque saldremos. Cuando permanecemos en EXODUS nos mantenemos con ropas normales, más bien cómodas para así entrenar. Al mismo tiempo debemos estar dispuestos a salir a la hora que sea.

— Debo ir dentro de minutos. — responde mirándome. Debemos de vernos muy diferentes ahora mismo. Lay es alguien muy alto (aunque todos los hombres aquí son así). Su rostro inspira calma y su sonrisa se ve amable. Mientras que hoy visto con una remera blanca corta y unos cómodos pantalones negros. No uso tacones por lo que mi metro y sesenta y dos contrasta con la altura de mi acompañante. Yo no soy amable, tampoco quiero serlo. Todos hemos sido parte de la mafia en su tiempo, y por ello es que algunos guardamos más cosas de allí que otros.

En mi caso, matar no es la gran cosa.

Cambio mi semblante, observándolo con seriedad.

— Más te vale volver vivo. — digo para luego reír. Es obvio que volverá con vida. — ¿Pero contra quién van? ¿Y quién irá contigo? — observo como el rostro de Lay se vuelve más serio. Incluso un poco preocupado. No me toma más de dos segundos adivinar. — ¿The Red? ¿Enserio? Suho lleva más de una semana enviándolos casi todos los días allí, ¿qué tanto quieren?

The Red no es un juego de niños. Es, en pocas palabras, nuestra mayor amenaza. Se trata de una agrupación realmente peligrosa. Adiestran a su gente tanto física como mentalmente, son personas que te manipulan a su antojo, es tanto que son capaces de hacerte creer que el cielo es rojo en vez de azul. Distorsionan la realidad, te consumen y se apropian de tus pensamientos. Son conocidos por ello.

— No me mires así. — Yixing sonríe abrazando mi cintura, acercándome a él. — Tenemos que llevar a los amateur, ya sabes, tienen que conocer a nuestro dolor de cabeza.