NUEVA VIDA "SAGA INMORTAL"

CAPITULO I: REENCUENTROS NO MUY DESEADOS.

(En capítulos anteriores):
Estaban escondidos en una zona llena de escombro y pedazos de edificios que parecía que colapsarían en cualquier momento.
-Me estás diciendo que todo comenzó hace poco, pero… No recuerdo nada de lo que tú me estas contando, digo… llevo en Nueva York desde que era un infante, estaba aquí hace siete meses.-
-No, tú no eres de esa clasificación. Debo admitir que tu sangre me ayudaría a sanar muy rápido, pero no. Tu entras en la última clasificación.-
El camino era largo, no podría viajar más rápido por su nuevo acompañante, pero sabía que el resultado de todo sería el final de una innecesaria, caótica y casi apocalíptica guerra.

Durante la conversación de, quien decía ser el hijo legitimo de Arthur, Lucas y el actual y único heredero del clan Hellsing, Diego, muchas dudas y aun mas reclamos empezaron a surgir en la mente del cazavampiros, quien estaba enamorado de un hombre que tenía un pasado totalmente escondido de todos. Los presentes en la conversación miran al chico frente a ellos, quien no tenia ni un rastro de ser un inmortal, por lo que les costaba mucho entender y creer la historia del chico. Él logra notar esas miradas desconfiadas, pero no les presta atención. – No me moveré de aquí hasta hablar con Arthur McKowen, pueden intentar hacer lo que les plazca – Dice el joven que tenia una mirada algo enigmática, sus ojos tenían una combinación poco usual de colores. Primero que nada, presentaba heterocromía, mostrando un ojo de color miel, con un toque de verde esmeralda en el centro, mientras que el otro ojo presentaba un tono purpura con un toque de color plateado en el centro. Una mirada, sin duda alguna, nada común que nadie podría olvidar. Su cabello lacio y bastante largo, que de cierta manera tenía un único tono platinado, caía de derecha a izquierda cubriendo con el flequillo la frente de este chico. La piel era de un tono rozado, algo pálida pero con una vista de ser sumamente tersa y suave, piel que invitaba a cualquiera a tocarla, sentirla, desearla. El joven era de estatura baja, no mas alto de el metro con setenta centímetros, complexión atlética pero delgado. Sus vestimentas eran bastante ostentosas, pero muy cómodas, jeans de mezclilla deslavados y con un par de parches puestos a propósito, una camisa de franela, mas larga de lo que el necesitaba usar, a cuadros de tonos rojos con líneas negras, colgando hasta medio muslo, sin abotonar a propósito. Debajo de la camisa, una playera blanca, que tenia un estampado de arcoíris. Sus zapatillas eran un par de tenis converse, de color blanco con detalles de colores arcoíris también, con tuvo alto. Todo su outfit gritaba “Estoy a la moda, mírame y envídiame”.
Diego sentía que el chico decía la verdad, pero no confiaba en él. En tiempos de guerra, era difícil confiar en un extraño que llega de la nada, diciendo ser hijo de un inmortal, buscando a uno de sus aliados con insistencia. Así que, después de analizar y hablar con los presentes en privado, decidieron llevar al chico a un lugar donde podían vigilarlo, mientras localizaban a Arthur. – Bien, seré honesto contigo Lucas. En estos tiempos, no puedo confiar en nadie extraño y tu…. Pues eres un extraño muy sospechoso. Pero, te permitiré el beneficio de la duda, así que sígueme, te llevare a un lugar mas privado para ti, mientras localizamos a Arthur, tu podrás esperarle tranquilamente, ¿Te parece? – Dice Diego, con un tono tranquilo de voz, mostrando seguridad y confianza al joven. La reacción Lucas era la esperada, acepto con la condición de ser el primero en saber cuando el Inmortal aparezca. Ambas partes aceptaron el acuerdo y Diego guio a Lucas a la biblioteca del enorme castillo, donde puso a dos sirvientes a su disposición.

Una vez en la biblioteca, el chico comienza a curiosear por todo el recinto, leyendo algunos títulos de los cientos de ejemplares de libros que albergaban en ese lugar. Toma uno que le llama la atención, cuyo titulo dictaba “Diarios de Drácula”. El peliblanco, lleva consigo el libro hasta uno de los sofás de lectura que se podían encontrar en el centro de la biblioteca, llamando a uno de los sirvientes. Una vez sentado, pide a la Mosa que le brinde un poco de te de manzanilla, quien accede de inmediato y sale del lugar. El chico abre el libro y comienza a leerlo con tranquilidad total.