1. Resurrección

1.6K 81 9
                                    

- Despierta.

Escuchaba la voz continuamente en mi cabeza. Era una vocalización rasposa, como el llamado sobrenatural de una mujer anciana.

- Despierta, Morgana Pendragon, última Suma Sacerdotisa de la Antigua Religión. Tu destino no ha terminado aún.

Mis ojos se abrieron de par en par; parecía que había despertado de una pesadilla en lugar de volver de la muerte, como era el caso. Estaba en el fondo de un lago ubicado en una enorme caverna. Frente a mí, dos ancianas arrugadas recitaban un hechizo que nunca había escuchado. Me levanté bruscamente del lecho de piedra del lago, respirando con esfuerzo y temblando de frío. El agua era helada y solo la piel de mi cuerpo me cubría.

- ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren de mí?- pregunté con angustia y desesperación.

Me llevé una mano al pecho, sintiendo los latidos de mi corazón. Sí, era cierto, estaba viva. Pero, ¿por qué? ¿Cuál era el motivo de mi regreso? Comprobé que la ira, el dolor y el odio que anteriormente consumían mi alma habían desaparecido como si nunca hubiesen estado allí. Sentía que volvía a ser la misma chica que amaba a Arthur como a un hermano y veía en Gwen a su mejor amigo. Era extraño.

- Suma Sacerdotisa- dijeron ambas mujeres a la vez, arrodillándose ante mí-, eres la última de tu clase. La Antigua Religión te necesita, Albión te necesita. Hemos sido enviadas por las portavoces de la Triple Diosa para devolverte la vida. No hay tiempo que perder; debemos escoltarte hasta un lugar seguro, pues, si saben que vives, no tardarán en venir por ti.

- ¿Quién vendrá por mí? ¿De qué hablan?- inquirí muy confundida.

Ambas mujeres se levantaron y se miraron entre sí de forma extraña; las observé con intriga mientras ellas me ayudaban a salir del lago. Una de ellas me ayudó a secarme y la otra me dio un vestido y una capa que no tardé en colocarme.

- Mi nombre es Grace, y el de mi hermana Antoinetta- dijo la mayor de ellas- No hay tiempo para explicaciones, mi lady. Debemos salir de aquí.

Mientras hablaban, las dos ancianas miraban asustadas una sombra que se  veía en la entrada de la cueva, lo cual me sobresaltó. Ellas me indicaron el camino y salimos por la parte trasera, donde nos esperaban dos caballos. Mientras cabalgaba, guiada por las ancianas, hacia algún lugar desconocido, empecé a evocar en mi mente el día de mi muerte. Mi último recuerdo eran los ojos azules y decididos de Merlín, lo cual me produjo una extraña alegría.

           [....]

La joven de blanca piel abrió sus ojos glaucos y salió del fondo del lago con una expresión asustada. Todo se volvió oscuro de pronto. La vio nuevamente frente a un agonizante Arthur, con el desprecio y el odio opacando su mirada clara.

- Ella ha vuelto- advirtió una carrasposa voz detrás de aquellas imágenes.

- ¡Morgana!- el joven que emitió este grito despertó empapado en sudor. Sus ojos de color azul intenso manifestaron un brillo de miedo.

- Ha pasado un año desde la muerte de Morgana, Merlín- le recordó un anciano de larga cabellera blanca, entrando en la habitación donde el joven dormía- ¿Las pesadillas continúan?

- Creo que ha llegado el momento, Gaius- expresó el joven Merlín.

- ¿El momento de qué?- indagó Gaius sin entender.

- Ella ha vuelto- Merlín repetía una y otra vez lo que había dicho la voz de su sueño.

Gaius se estremeció ante esa posibilidad y solo murmuró:

- Morgana revivió.

El regreso de la última sacerdotisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora