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Hace días que el último familiar que me quedaba falleció, así que estoy sola. El estado tomó la casa de mis padres, y a mi trataron de recluirme en un hogar para desequilibrados mentales. Con el miedo que una chica de 19 años tiene al estar sola en el mundo simplemente huí.
Un hombre me encontró vagando por los caminos aledaños al pueblo, y me tomó bajo su protección. Me otorgó un lugar donde dormir y comer, pero poco tiempo después, otro hombre al que no conocía entró a mi recámara y empezó a tocarme, sin saber como, una parte de mi se desconectó, minutos, horas, no sé con exactitud cuanto tiempo transcurrió, pero finalmente pareciera que el velo que se montaba sobre mis ojos, dejó de existir.
Cuando la realidad me golpeó, noté que un liquido, empezaba a recorrer mi cuerpo, moví mi mano derecha lentamente hacia el, levante mi mano e hice que la luz enfocara sobre ella, ahí fue cuando vi el color escarlata de la sangre deslizándose por sobre mi mano haciendo un recorrido por todo mi brazo, el cual finalmente cayó a mi regazó.
Fue en ese preciso momento en que noté, a el hombre que había entrado mas temprano a mi habitación, junto a mi cama arrodillado mirándome con esos ojos que lo único que parecían mostrar, era un vacío frío revelando que la muerte había llegado a el. Pero sabía que había algo más que me acompañaba esa noche; y ahí dejando de habitar en la oscuridad dio unos pasos delante del halo de luz que alumbraba el lugar, pasó de ser una sombra a revelarse ante mis ojos, un hombre, el mas bello que había visto en toda mi corta existencia.
Pero mis ojos simplemente no podían creerlo era él, aquel hombre que había visto en demasiadas ocasiones observarme en el parque las veces que mamá me llevaba cuando era niña. Aún recuerdo aquella ocasión, en la que por primera vez, se había acercado y en cuanto estuvo cerca de mí, sólo susurro, una frase que el día de hoy venía a mi mente.

"Pronto, muy pronto"

Al salir de mis recuerdos lo miré directamente a los ojos, pero estos se habían vuelto negros y unas venas los enmarcaban, haciéndolo lucir peligroso y ahí noté que de sus manos la sangre brilla aun más de lo que el color escarlata podía llegar a ser para después mostrar una sonrisa de la cual sangre recorría su boca y mandila hasta llegar a su cuello. Ese simple hecho logró que mi sangre se helara; tras el silencio que embargaba el lugar logré escuchar sus palabras.

"El momento ha llegado"

The ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora