| yoonmin |El sonido de un disparo es incluso más lento que la bala cuando de impactarse en un cuerpo ajeno se trata.
Yoongi conocía bien el sonido de un disparo, era su despertador por las frías mañanas, era su tono de llamada para los enemigos, era su música diaria.
Si alguien sabía cómo era que sonaba un arma al ser disparada era él.
¿Pero por qué?
Por qué le tocaba a él memorizar ese sonido tan tenebroso e incluso desconocido para muchos, por qué él tenía que pensar en eso cada que un sonido particularmente fuerte se escuchaba.
Sus oídos eran esos receptores que jamás descansaban para poder estar atentos, fuese día o fuese noche. Para él sentirse alerta ante cualquier cosa era algo normal y no debía cuestionarse.
Ese día en el colegio tenía una sensación bastante extraña, sentía que algo andaba mal cada que daba un paso y se adentraba más a las instalaciones ya viejas de su escuela.
La que visitó por tres años y que le restaban dos, la que prácticamente lo acogió más tiempo que en su propia casa.
Ahora estaba tan hostil, tan lúgubre que le causaba un ligero escalofrío en la espina dorsal. Miraba a los alumnos con esas sonrisas de inocencia y los movimientos torpes de los más pequeños.
Algo andaba terriblemente mal, podía sentirlo cada segundo transcurrido.
¿Qué era?
El sonido del casillero cerrándose lo sacó de aquel trance y lo único que pudo hacer fue dirigir su vista al pelinaranja que tenía por vecino.
— Buenos días Yoongi, es un bonito día ¿No crees?
La voz endulzada del contrario despertaba interés en el pelimenta pero admitirlo jamás estaría en su lista de cosas por hacer.
— Déjame en paz Park.
El contrario asintió un poco desanimado y comenzó a caminar lejos del lugar con la cabeza baja que no tardó en levantar al toparse con sus amigos terminando el pasillo.
Yoongi soltó un suspiro pesado y negó con la cabeza tomando los libros que le correspondía a ese día. Sintió la presencia de alguien más y de inmediato giró su cabeza topando con el pelirrosa quien lo saludó.
— Viejo, ¿alguien alguna vez te dijo que tratar mal al amor de tu vida jamás te llevará a nada bueno? Esas cosas de molestar a tu platónico eran en la primaria…
— Cierra la boca, ese idiota no es mi… eso.
— Platónico— completó Namjoon dándole un vistazo al pasillo. — Acéptalo, ese niño con cabello de zanahoria te trae loco.
Yoongi cerró la puerta de su casillero con fuerzas y Namjoon soltó una carcajada.
— ¿Sabes algo? Dicen que los polos opuestos se atraen mucho, si esto aplica en ustedes debe ser porque él es un dulce joven amable y tú un hijo de puta grosero.
El pelimenta caminaba sin prestar mucha atención a su amigo que a pesar de ir dos grados abajo era mucho más alto que él.
— De verdad no entiendo qué le gustó de ti…
Y eso fue lo que captó la atención del más bajo quien paró en seco y volteó a ver al pelirrosa.
— ¿Qué dijiste?
— Lo que oíste… le gustas Yoongi.
El mayor se mostraba inexpresivo, ni siquiera una emoción reflejaba, ni coraje, ni emoción ni nada que lo delatase.