Behind The Scenes [Malex]

4.- Pelea.

4.- Pelea.

—Tú no eres nada ni nadie para decirme que hacer, te quedó claro?— ésta vez el pelinegro empuja al chico rubio.
—¡Alto!— me pongo en medio de los dos.
—¡Quítate linda!, ésto es entre nosotros dos.
—No le hables así a la chica— dice el rubio.
—Yo le hablo como se me da la gana— el pelinegro le suelta un golpe en el ojo al rubio, volteo para ver si alguien está mirando pero no, todos están en lo suyo.
—A una mujer no se le habla así— el rubio le suelta un golpe en el mentón.
—¿Quedó claro?— el pelinegro asintió con la cabeza y se levantó del suelo, tocándose el rostro.

—Oye— toco al rubio.
—¿Si?
—¿Te encuentras bien?— pregunto tocando su barbilla.
—Si... Sólo que me duele mucho el ojo— contesta.
—Pero te está sangrando. Espera aquí, no te muevas.
Dicho esto me levanto y voy directo al baño a buscar algo para curar al rubio.

—¡Auch!— el rubio se queja y hace una mueca.
—Ya casi está, no te muevas— paso un pedazo de algodón con alcohol en su rostro y doy golpecitos suaves en su ojo.
—Listo— retiro el algodón y lo tiro al suelo.
—Gracias— dice. Rio por el ojo hinchado del rubio y éste rueda los ojos.
—Lo siento, no debiste meterte en esto, era mi problema. En verdad lo siento— digo agachando la cabeza, un poco apenada.
—Daniel merecía una apuñalada, se cree muy guapo y ya era hora de ponerlo en su lugar.
—Te lo agradezco, mucho— me pongo en pié y me despido del rubio.

—Maia, ¿¡dónde te has metido!?— pregunta mi madre al recibirme en la puerta.
—Estaba en un fiesta— contesto.
—¿Qué fiesta? Aún no tienes permisos para salir a fiestas— se cruza de brazos y me lanza una mirada desaprobatoria.
—Joaco me llevó a esa fiesta— digo.
—No te excuses Maia, Joaco está acá desde que llegué.
—Es cierto mamá— interviene Joaco.
—Yo estoy aquí desde que llegaste, mucho antes de que llegaras— completa Joaco.
Lo miro mal y él sólo se ríe, desde el respaldo de la puerta.
—Y le dije a tu hija que no saliera— Joaco habla por tercera vez. Su boca está completamente llena de mentiras las cuales no sucedieron.
—Pero... ¿qué? Joaco, no digas mentiras— dijo molesta.
—Estás castigada— dice mamá.