La sangre corría bajo el río, aún tenía en su cabeza aquella voz. No podía creer lo que acababa de pasar. Se quedó parado un momento y después sus piernas no pudieron sostenerlo más. Se fue dejando caer poco a poco hasta que su espalda toco el muro del puente y abrazó sus rodillas agachando su cabeza intentando volver a respirar.
No había forma de saber cuánto tiempo estuvo ahí, llorando. La lluvia ya había empapado todo su cuerpo, pero él no sentía frío, solamente podía sentir miedo.
Decidió levantarse, para hacer lo único que le fue posible en ese momento. Llamar a su hermana. Mientras intentaba con todas sus fuerzas teclear el número y pensar qué le diría, observó que en el muro estaba la cajita de terciopelo. La tomó con delicadeza y la abrió observando el anillo bronce con la flor de cerezo en el centro, fue lo único que había dejado.
Ver aquel anillo le dio fuerzas para llamar a su hermana. Ella no le respondió a la primera llamada. Ni a la segunda. Hasta que por fin al tercer tono de la octava llamada se escuchó su voz en un susurro, como evitando hacer ruido.
Le contó parte de lo que había pasado. Soohyeon escuchó atentamente, cuando él termino, ella solo le respondió:
—¿Pero que has hecho, Yixing?
Mientras tanto, alejados de la costa, con los molestos ruidos de la ciudad y las luces centelleantes, en Seúl, Kai abría los ojos buscando a la persona que hacía un momento estaba acostada junto a él. Sin embargo, se encontró el espacio vacío y a ella en frente del ventanal hablando por teléfono.
—Me tengo que ir, Kai.
—¿Por qué?—preguntó Kai levantándose de la cama buscando algo con qué cubrirse— ¿Acaso hice algo malo?, ¿te lastimé?— la preocupación se hizo evidente en su rostro cuando ella evitó su mirada— ¡Contéstame, Soohyeon!
—No, solo tengo que resolver unos asuntos.
Soohyeon salió lo más rápido que pudo para evitar las preguntas de Kai. Pero cuando iba cruzando el vestíbulo recibió otra llamada. Era el señor Goo, respondió.
—¿Señorita Lee?
—¿Pasa algo, señor Goo?
—Es su padre, señorita— respondió con tristeza.
Llamo a Yixing para decirle que no iba a poder ir con él y que regresara a casa de sus padres porque su padre había empeorado. Tomó su carro y condujo con desesperación a casa de sus padres, cuando llegó aparcó el auto en su lugar y entró corriendo para no mojarse más por la lluvia.
Estaba a unos cuantos pasos de la habitación de sus padres y justo cuando llegó a la puerta, su madre iba saliendo. Tenía los ojos llorosos y por un momento temió en que ya fuera demasiado tarde y que su papá ya no estuviera ahí. Abrazó a su madre antes de entrar y ver a su padre recostado en su cama sin poder mover un solo músculo. El doctor estaba a un lado de la cama anotando algo en una libreta. Le pidió al señor Goo y al doctor que salieran de la habitación para que se despidiera a gusto de su padre. Ellos lo hicieron respetuosamente y Soohyeon se hincó junto a la cabecera de la cama.
—Oh, padre. ¿Cómo es que esto sucedió tan rápido?—empezó a sollozar— los médicos habían dicho que aún faltaba un poco más de tiempo.
—Ya no queda tiempo para mi,—tosió —dile a Yixing que me perdone. Nunca fui bueno con él y no creo que alcance a despedirme. Él ya no ha querido venir a verme.
—Claro que si, padre. Hablé con él y venía para acá.
—Está bien—. Suspiro— Ahora, escúchame bien Soohyeon. Necesito que,— tosió— necesito que me escuches.
Su padre se fue yendo, mientras le revelaba a su más oscuro secreto.
Nota de las autoras:
Queremos aclarar que toda esta historia es meramente ficción, ideada por nuestra retorcida imaginación. Amamos a todos los idols que aquí aparecen, así como los respetamos y admiramos.
Lo que estamos usando son solamente personajes que no tienen que ver con su vida real.
Si tienen alguna queja o critica háganosla saber, con respeto ante todo y nosotras buscaremos el modo de tomar en cuenta sus opiniones sin modificar nuestra historia principal.
Gracias
ESTÁS LEYENDO
Endless Lie
FanfictionDetrás de una mentira siempre habrá una verdad... o tal vez otra mentira, sin inicio y sin final, porque algunas cosas están destinadas a ser secretas, incluso si ya las sabes dímelas con tu tierna sonrisa, porque sin importar qué tan profunda sea l...