yksi

317 14 3
                                    

La lluvia caía sobre nosotros mientras yo jugaba con mis nerviosas manos frente a ti. Tú, con quien siempre hube soñado. Tú, a quien siempre adoré. Tú, la única persona a la que realmente llegué a amar. Tú, la única persona frente a la que me permitiría verme en este estado. Tú.

"Parece una película" recuerdo haber pensado sin un ápice de gracia.

¿Vas a decir algo o simplemente quieres enfermarme?—dijiste, impaciente, ignorando que el que estaba enfermo era yo. Suspiraste ante mi molesto silencio—Lo suponía. Por favor, no vuelvas a encontrarte conmigo nunca más. Yo ya no tengo nada que ver contigo.

Tus palabras salieron duras como rocas siendo lanzadas sobre mi piel y llenando mi ya casi inútil cuerpo de agujeros y hoyos tan minúsculos como mordiscos de ratón, pero tan dolorosos como puñaladas.

Quise hablar. Te juro que quise hablar y decírtelo todo. Es más, estaba dispuesto a contarte hasta el más mínimo detalle si no fuese por mi maldita boca que no se dignó a abrirse. ¿Qué siquiera estaba pensando cuando me acerqué a ti en aquella helada noche de lluvia? Obviamente no podría decirte la razón por la que me fui tan abruptamente cuando tú estabas pasando por momentos tan difíciles. Obviamente no querrías escucharlo aunque pudiese hablar.

Miré cómo tu linda espalda me encaraba y tu hermosa figura desaparecía detrás de la puerta de tu casa. Recordé la última vez que estuve allí. Oh, cómo extraño pasar un poco de tiempo de calidad junto a ti, abrazados mirando películas sobre tu sofá como dos tontos adolescentes que acaban de descubrir el amor por primera vez.

Instantáneamente me arrepentí de no haberme atrevido a hablarte. A decirte lo que no supe decirte cuando aún me querías. Cuando no estabas harta de mí. Cuando mis pulmones actuaban casi a la perfección y podía mantener conversaciones de horas contigo sin problema.

¿Ahora? Ahora soy un patético saco de huesos que con suerte puede decir una frase sin perder el aliento. Un pobre perdedor que se acababa de suicidar al salir en un clima como ese. Un don nadie. Nada.

Recuerdo haber caminado los pocos metros que separaban tu apartamento del hospital con una dificultad ridícula. Sabía que mi doctor asignado estaría más que enfadado conmigo. Probablemente se metió en problemas por mi ausencia, pero ¿qué más da? ¿Acaso algo importa cuando mi cuerpo no va a aguantar ni una mísera semana más? ¿Qué importa? ¿Qué importo yo? ¿Y qué importas tú? ¿Qué importa todo?

Paso de recordar la preocupación de todo el mundo una vez entré al hospital cojeando y respirando tan entrecortadamente que parecía que había corrido una maratón. Sobretodo aquella parte donde me regañaron varios miembros del personal. Total, ni siquiera escuché lo que me dijeron, pues aún seguía soñando despierto contigo como si no me fuese a morir. Como si aún tuviese la oportunidad de verte.

Me volvieron a conectar a las máquinas y aquí estoy, redactando esto en un pequeño e insignificante cuadernillo mientras me tomo más tiempo con cada palabra del que a mi dignidad le gustaría admitir.

Aguanté dos días aún después de estar bajo la lluvia con mis pulmones desgastados, sufriendo por mantenerme con vida. ¿Por qué lo intentan siquiera? Saben bien que no voy a vivir mucho más. Los doctores dijeron que era un milagro que no me hubiese muerto aún. Odio los milagros.

De todas form

timeless .    「 kim doyoung 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora