Ni siquiera había palabras para describir aquella escena que había contemplado de niño, recordaba a mi padre sentado en aquella enorme silla de piel mirándome como el vil gusano que era en esos momentos. Tenía doce años, había vivido lejos de ese hombre que solo conocía por retratos y la boca de mi madre. Sonaba descabellada la idea, negarme de ser su cría era una estupidez si era exactamente a él, todo mi rostro era una estampa casi perfecta de es hombre rubio y blanco. No quería estar ahí.
A estas alturas de mi vida comprendí que la mejor manera de vivir era dejando de respirar. Había bloqueado los recuerdos de cómo fue que llegué a su casa, como fue que terminé comiendo en su mesa y como es que me envolví en todo esto. Bloqueé muchos aspectos relevantes de mi vida por el simple capricho de terminar con todo lo que alguna vez me hizo sentir como una persona normal, en un mundo normal viviendo un día normal.
Soy Naruto Uzumki, el hijo de Minato Namikaze, el que no tiene madre y no tiene voluntad. Soy Naruto Uzumaki, el que después de morir su padre se hará cargo de cientos de hombres, tomará el mando y asumirá su poderío. Soy Naruto Uzumaki, el puto amo del mundo. Soy Naruto, el tipo duro que no tiene fé ni voluntad, el que vive bajo la sombra de árboles, el que sirve de títere y que se le enseñó a no querer soñar. Sin duda, soy el tipo caradura al cual no le tiembla la mano ni la conciencia para tomar tu vida.
A grandes rasgos, mi estadía en este mundo estaba asegurada, soy intocable.
Ciertamente el tener críos no estaba en mis planes, pero sí estaba en los de Minato, el hombre ni siquiera me miraba como un hijo, más bien asumía que yo era solo el producto esperado.
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Armando Cabos.
FanfictionA Naruto Uzumaki jamás le ha gustado dejar preguntas al aire, siempre meticuloso cumpliendo al pie de la letra los valores que le implantaron desde niño. Ser el hijo de uno de los capos más importantes de todo Japón no es cosa fácil. Había pocas cos...