Capitulo 25

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By JungKook.

-Joder, JungKook... estás como una puta cabra... - Se rió entre mis brazos, empezando a forcejear conmigo en cuanto entramos en su cuarto y le aplasté el cuerpo con las manos, cerrando la puerta y apoyándome en ella de espaldas. El ruido que hacía la familia al completo se escuchaba desde abajo. Esas mellizas que me habían confundido con el hombre del saco, la madre de Jimin, es decir, mi madre, cotilleando con las tías que no conocía, LeeTeuk hablando de deportes con los hombres... así que eso era una familia ¿eh? No me interesaba.Sólo me interesaba Jimin. Yo ignoraba el jolgorio con suma facilidad, de hecho tampoco me habría importado mucho tenerlos delante en aquel momento, abrazando a mi Muñeco, hundiendo mi boca en su nuca saboreando uno de sus tatuajes. Era bastante exhibicionista. Pero Jimin no...
- ¿Por qué no dejas de temblar? – murmuré. Estaba muy tenso, lo notaba.

-No... no quiero hacerlo aquí. De sólo imaginarme que todo el mundo está abajo... me pongo enfermo.

-Así que ese es el problema. Muñeco, eres un auténtico cobardica.

-Cállate. – se revolvió entre mis brazos, molesto. Le solté, agarrándole del brazo enseguida y volteándolo hacía mí, quizás demasiado brusco. Siempre me olvidaba de lo jodidamente delicado que era el Muñeco.

-Dime, mister loquero... ¿Hay alguna ley que prohíba el incesto consentido entre hermanos del mismo sexo y misma edad? – Jimin hizo una mueca con la cara, algo parecido a un puchero de niño pequeño. Hum... muy tentador...

-No... no exactamente.

-¿Entonces por qué se supone que el hecho de que sea yo quien te la meta por el culo está mal?

-Porque... - se quedó pensativo unos segundos, dándole vueltas a la cabeza. – Porque está mal visto por la sociedad. Nos tomarían por depravados sexuales y nos marginarían como si tuviéramos la peste. Nos llevarían al psicólogo porque... no es normal... - El Muñeco agachó la cabeza, con el ceño fruncido y los ojos brillantes. Me incliné hacía delante, buscando su mirada resplandeciente entre su melena con una sonrisita en la boca.

-¿Por qué no es normal? ¿Por qué nadie lo hace? ¿O por qué no tienen necesidad de hacerlo?

-¿Qué quieres decir? – me miró con una ceja alzada, consternado. Le agarré de la cintura, pasando mis manos por el filo de su camiseta y empecé a subírsela lentamente, acariciando con la palma de mi mano toda su piel blanquecina, su torso sin apenas forma, totalmente plano.

-Se crían juntos desde pequeños... los padres tienen unos ideales anti-incestuosos en la cabeza que le transmiten a los niños desde su nacimiento... - mi Muñeco alzó los brazos, pasivo mientras le sacaba la camiseta y la dejaba caer al suelo. Su expresión seguía siendo la de un niño pequeño enfadado porque se había quedado sin piruleta. Me parecía una expresión digna de una estrella porno. – La unión, la convivencia y la educación por parte de los padres hace imposible que los hermanos se vean como algo más y... - le atraje hacía mí dándole un ligero tirón del cinturón de sus pantalones. Jimin apoyó las manos en mi pecho con suavidad, mordiéndose el labio inferior. – No se necesitan el uno al otro.

-¿Tú me necesitas a mí? –¿Qué clase de pregunta era esa? ¿Y qué clase de respuesta era la correcta para evitar compromisos? Sonreí y le arranqué el cinturón de los pantalones, abriendo la boca mientras me inclinaba hacía delante y le mordía el cuello, empapándole la piel con mi saliva y succionando su carne con fuerza, mordiéndola y lamiéndola con la lengua. El Muñeco se encorvó hacía atrás, extasiado. – Hum... - introdujo las manos bajo mi camiseta, acariciándome los abdominales con las yemas de los dedos, paseando sus cuidadas uñas por ellos, arañándome, subiendo hasta agarrar a dos manos los músculos de mi pecho.No se estaba concentrando. Aún le faltaba fogosidad, aún estaba tenso.

-Mira, Muñeco... - separé la boca de su cuello y lo miré a los ojos con lascivia, deseando aplastar su delicado cuerpo con el mío, profanar su pureza con mi dura polla. Alcé el cinturón frente a sus ojos y lo estiré como si fuera un látigo. – Vamos a jugar a un juego. Conociendo tu vena masoquista, seguro que te encanta. – mi Muñeco se encogió un poco en cuanto le agarré de las manos y las rodeé con el cinturón hasta que estuvieron bien amarradas. Se removió, incómodo.

-JungKook, esto... - no le di tiempo a terminar. Le agarré de la cinturilla de los pantalones y se los bajé de un tirón. - ¡Ah! – le empujé hacía atrás, sobre la cama, sacándole los pantalones a tirones y echándolos a un lado. Jimin intentó levantarse, incapaz por el cinturón que le ataba las manos.

-Eh, eh... tranquilo. ¿No confías en mí, Muñeco? – le empujé de nuevo sobre la cama, dejándolo completamente tendido, agarrándolo de las muñecas y alzándole los brazos por encima de su cabeza. Él encogió laspiernas y giró la cabeza, con las mejillas ruborizadas. Que preciosidad de Muñeco. Me moriría de gusto viendo su cara de zorrita bien abierta y dispuesta ha hacer todo lo que yo quisiera mientras me la follaba con fuerza, tal y como le gustaba. – No puede ser que después de regalarme esa pedazo de guitarra y esa bonita velada en la azotea pretendas que no te lo agradezca tal y como a ti te gusta. Me has tocado la fibra sensible, Muñeco. – apoyé las manos en su cintura, acariciándole los costados con el pulgar y me incliné para besar su pecho. Jimin temblequeó, estremeciéndose y cerrando los ojos con fuerza con la boca entre abierta. Joder, era tan sensible a mis manos, a mis besos, a mi cuerpo, a todo lo que yo representaba, como si fuera un auténtico muñeco que sólo reacciona ante los violentos movimientos de su amo. Que delicado, joder... Me veía incapaz de maltratarlo como me gustaría hacerlo, oírle lanzar auténticos gritos de dolor, hacerle daño, masacrarlo con mis manos... como molaría hacer sufrir a mi otro yo de la manera más sádica que se me pasara por la cabeza... pero no me atrevía a hacerlo. Era demasiado precioso.Me concentré en sus pequeños pezones, acaparando toda la piel que los rodeaba con la boca, empapándolos bien con mi saliva. El Muñeco suspiraba. Noté su corazón saltar contra su pecho, de la misma manera que saltó él en la cama cuando le mordí con firmeza el pezón derecho, casi con intenciones salvajes de arrancárselo.

-¡Ahm...! – encorvó la espalda un poco y aparté la boca de su pecho, clavando mi mirada seria en su carita ruborizada.

- JungKook... no seas bruto, coño.

- ¿Coño? Vaya boquita, Muñeco. Quizás también tenga que amordazarte para que no sueltes tantos tacos. – a Jimin le brillaron las mejillas.

-Hazme lo que quieras. – su serenidad me sorprendió.

- ¿En serio? ¿Eso quiere decir que ésta noche eres mío? – asintió con lentitud.

- ¿También quiere decir eso que me dejarás hacerte todo lo que quiera? ¿Y si quiero pegarte? – Jimin tragó saliva, pero no dijo nada. Sonreí. También debía tener cuidado con las sonrisas y las expresiones de la cara, sino, podían tornarse perfectamente como las de un asesino y no convenía asustar a mi Muñeco. Aunque yo sabía que él ya se olía que era un auténtico asesino. Aún no comprendía porque no huía de mí si ya se había percatado de ello.

-Vaya, otro regalo de Navidad. No me lo esperaba. Aunque después de la Gibson, pocos regalos pueden impresionarme. – Jimin frunció el ceño un poco, mirándome con los ojos resplandecientes. Otra carita de niño enfadado sin caramelo.

-Pues sino te gusto como regalo, puedes ir quitándome las manos de encima... - de un tirón imprevisto, aprovechándome de su baja guardia, tiré de sus apretados boxers negros hacía abajo. - ¡JungKook! – se ruborizó aún más si cabía, como si fuera la primera vez que se mostraba completamente desnudo frente a mí. Descendió de golpe las manos atadas hasta su entrepierna, tapándome la vista. Me entró la risa floja al verlo.

-¿Qué mierda haces? ¿Te da vergüenza a estás alturas? ¡Quita la mano!– se las aparté con brusquedad. Él se encogió – Abre las piernas. Quiero verte bien. – el Muñeco suspiró quedamente, obedeciendo, mirándome fijamente a la cara. Sentí un débil picor en las mejillas en cuanto vi su polla firme y dura delante de mi cara, esperándome con ganas. – Eres idiota Muñeco. No me creo que tengas vergüenza de tu propio cuerpo ni de tu polla. No tienes nada que envidiar a nadie, ni siquiera a mí. – Jimin la tenía bien grandecita. Quizás tanto como la mía, tal vez incluso algo más o algo menos. ¿Cosas de gemelos, quizás? Daba igual. La única realidad es que era la primera vez que me quedaba fascinado viendo a una persona desnuda y más, a un hombre. Pero es que Jimin no era un hombre, era mi Muñeco precioso. Era tan delgado que rozaba lo insano. No tenía músculos, quizás algunos poco definidos en los brazos. Ni rastro de vello en el pecho. Su piel parecía transparente, muy blanca y suave, el cuello parecía frágil y su cara digna de una estrella porno, mortalmente erótica con esas mejillas ruborizadas, los ojos perfilados con una suave capa de maquillaje que los hacía grandes y atentos a cada uno de mis movimientos. Los labios rojizos e hinchados de haberle comido la boca como un salvaje minutos antes, el perfil de su cara era rematadamente fino. Muñeco hecho para saborearlo a bocados. Me alcé un poco sobre la cama, sacándome la camiseta y los pantalones, dejándolos caer al suelo. El Muñeco me observaba sin perderse detalle, con el pecho subiendo y bajando, acelerado.

-JungKook... venga... me estoy poniendo nervioso...

-Shh... - dejé caer con cuidado el cuerpo sobre el suyo, sintiendo escalofríos al alcanzar el pleno contacto entre mi piel dura y áspera conla suya. Le besé los labios. Le temblaban lo suficiente como para dificultar el beso. - ¿Por qué estás tan nervioso? – el que se estaba impacientando era yo, notando su polla bien firme pegada a mi abdomen.

-Les oigo... les oigo desde aquí... ¿Y si suben? – sonreí acariciando su dulce carita con mis manos, restregando mis labios húmedos por su mejilla.

-¿Por qué no dejas de pensar en eso y te concentras en mí? Te prometo que si suben no te soltaré. Te protegeré... - y noté perfectamente como los músculos tensos de su abdomen se relajaron. Sonreí...Le mordí el cuello con suavidad mientras él alzaba los brazos de nuevo y los dejaba inertes sobre su cabeza, dejándome libre acceso a su pecho. Aparté la cara de su cuello, ascendiendo por su nuez, recorriéndole la barbilla con la lengua y me lancé a por su boca entreabierta, con ganas de penetrarla con mi lengua hasta el fondo, hasta callar sus gritos típicos de las putas que se ponían húmedas simplemente por el sonido de sus propios chillidos. Mientras nuestras lenguas jugaban, se tocaban e intercambiaban saliva ansiosas por entrar en la boca del otro, recorrí su cuerpo con mi mano. Restregué los dedos por sus pezones hasta pellizcarle con saña. Jimin se revolvió con brusquedad. Un hilo de saliva se escurrió desde mi boca hasta su clavícula. Me reí observando su expresión ruborizada mientras negaba con la cabeza como si estuviera medio ido y volví a juntar nuestras lenguas entre nuestros labios.Descendí mi mano ávidamente hasta su ingle y de improviso, le agarré la polla con fuerza, estrujándola entre mis dedos.

-¡Ah... no tan fuerte, joder! – gritó, dándome un mordisco en los labios que me hizo separarme de golpe. Saboreé con la puntita de la lengua el sabor metálico de mi sangre y apreté el agarré de su polla con pura malicia. El Muñeco se encogió, revolviéndose como un gatito dolorido yasustado rodeado por perros hambrientos que le enseñaban los dientes. Se encorvó hacía delante. Lo volví a tumbar en la cama de un empujón brusco.

Abandoned [KOOKMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora