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La alarma de mi teléfono suena y me apresuro a apagarla, son las 7 y debo levantarme ya si quiero llegar temprano a clases de Historia Económica Mundial, estoy agotada, han pasado apenas 3 horas desde que logre conciliar el sueño. Salto a la regadera y dejo que el agua caliente termine de despertarme, una vez termino de enjuagarme seco mi cuerpo y aplico un poco de mi loción favorita en todo el cuerpo, afortunadamente es verano, y hoy ara 31º en Los Angeles, por eso decido llevar solo un vestido ligero.                                                                                                                    – ¡Sylvia!                                                                                                                                                                               Por favor date prisa o llegaras tarde. – bajo las escaleras y entro a la cocina. – ¿se puede saber por qué te has tardado tanto? – rodeo el desayunador y le doy un beso a mi madre.                        
– aún tengo algo de tiempo mamá.

Mamá es una mujer extraordinaria, se ha dedicado estos 19 años a mí. Ella nació en un pueblo pequeño en Italia llamado Burano, mis abuelos eran italianos con descendencia latina, cuando mi abuela murió de cáncer, su papá tomo la decisión de migrar a Estados Unidos, con mucho esfuerzo mamá y el abuelo pudieron salir adelante, mis padres se conocieron cuando mamá era camarera a medio tiempo, mientras estudia Psicología, papá solía frecuentar el restaurante donde ella trabajaba, luego de mucho tiempo de tanto insistir mi madre al fin decidió aceptar salir con él. Papá dice que hubo una conexión al instante, y tan solo dos meses después se enteraron de que estaban embarazados de mí, papá decidió pedirle matrimonio, en un principio todo era miel sobre hojuelas, pero en cuanto el embarazo de mamá comenzó a avanzar mi padre busco consuelo en otras mujeres, por muchos años él le fue infiel, hasta que un día ella decidió que era suficiente y le pidió el divorcio, en un principio no estaba de acuerdo con terminar su relación, pero al final termino aceptando y ambos compartieron mi custodia, de lunes a viernes compartía con mamá y el fin de semana con papá.  A veces creo que papà todavía la ama.

– ¿Llevas todo para el evento de Davis?

– Sí mamá

– Bien.  Nos vemos el domingo.

– Adiós. Te quiero. – subo al auto y conduzco hasta Stanford University

-¿Dónde estás?

- Pensé que ya estarías aquí

– Estoy entrando en el salón. – Colgamos la llamada al mismo tiempo y toma asiento junto a mí como en la mayoría de las clases. - No volveré a ir de fiesta entre semana, y mucho menos si tenemos clases tan temprano. – me rió de lo que acaba de decir, amabas sabemos que es completamente falso, siempre dice lo mismo pero al final termina haciendo lo contrario, prefiero guardar silencio, pues no seré yo quien la saque de su error.

***

Dos horas después nos encontrábamos en el jardín mientras repasábamos para nuestra evaluación de Sicología y Demografía de las Poblaciones. –¿Vendrás al evento de caridad que papá dará en casa?

– Claro, no pienso dejar que estés sola durante toda la fiesta, además, sé que Patrick asistirá junto a su padre. –Emma ha estado enamorada de Patrick desde que éramos unas niñas, pero él siempre ha sido un imbécil que se aprovecha y juega con sus sentimientos a su antojo. – Algún día te olvidaras de él y le darás la oportunidad a alguien más? – Por su silencio sé que no, la amo como a una hermana y me duele verla sufrir por un tipo como Patrick, ella es la única que puede acabar con esto, por ahora lo único que puedo hacer es brindarle mi apoyo y estar ahí siempre que lo necesite.

Emma y yo hemos estado juntas desde que tenemos 7 y 8 años, nuestros padres son amigos, por lo que se frecuentaban regularmente. Cuando cumplí 11 años los convencimos de ponernos en la misma secundaria, nuestros padres tienen negocios juntos, así que no fue difícil decidir qué carrera queríamos estudiar, amabas somos hijas únicas, por lo tanto de ambas depende que el legado de nuestros bisabuelos siga vivo, o al menos eso es lo que nos han dicho nuestros padres, no me mal interpreten, amo lo que estudio, pero el hecho de que nuestros padres tuvieran un negocio propio fue fundamental para terminar de convencernos.

Más tarde ese día me encontraba en casa de mi padre arreglándome para la cena de caridad, el propósito es recaudar 5.000.000 millones de dólares, alguien toca la puerta. –Adelante – Es Emma. Se ve tan fabulosa como siempre, a veces me gustaría ser como ella, tan segura de sí, muy contrario a mí algo tímida y retraída. –Luces hermosa.

–Gracias, tú no te quedas atrás, te dije que era el indicado para ti. – En un principio no estaba convencida de llevar este vestido, pero Emma me convenció, y la verdad es que debo agradecerle, resalta mi figura y me hace ver más delgada y estilizada, es un vestido de Karl Lagerfeld.                                                                                                                                                                                   – ¿lista?                                                                                                                                                                                      Sí. – nos tomamos de las manos y bajamos por las escaleras, al parecer mi padre había invitado a todos los hombres de sociedad a este evento, algunos estaban aquí con sus esposas y otros con sus amantes, busco entre la multitud a mi padre, no es difícil encontrarlo, no porque sea un hombre imponente, sino por su novia, quien se encuentra a su lado, más que su pareja luce como un accesorio o algún trofeo, el cual mi padre porta orgulloso, nos acercamos a ellos y saludo a los presentes, Meredith me ofrece una de sus sonrisas falsas, nunca le he agradado y honestamente ella a mí menos. Sé que solo esta con mi padre por su dinero, y sé que él también lo sabe. – hija al fin has bajado, quiero presentarte a alguien. – papá siempre está buscando con quien cansarme, y así hacer de su negocio algo más grande, al fusionarlo con alguno de sus socios o amigos, he rechazado a cada hombre que me ha presentado, solo tengo 19 años y no quiero estar atada a alguien tan joven, y menos si no lo amo. – No es momento de llevarle la contraria, por lo que suelto la mano de mi mejor amiga y me encamino junto a mi padre. – Sylvia, te quiero presentar a Brandon, Brandon ella es mi hija. – Vaya! Al fin tengo el placer de conocer a su hija, con todo respeto es muy hermosa. – Que dices muchacho, háblame de tú que me haces sentir un viejo. –Como usted diga, lo siento, como tú digas. – Bueno. No quiero hacer un mal tercio por lo que los dejo solos. – ambos nos mantenemos en silencio por un gran tiempo hasta que él decide romperlo. – Creo que debo presentarme. Hola, soy Brandon. –Lo sé. –lo que menos quería es sonar antipática pero ha pasado todo lo contrario. –Soy Sylvia. –me apresuro a decir. –Tienes un hermoso nombre. – Gracias. – ¿Te gustaría tomar algo? – Un poco de agua, gracias. – regreso en un par de segundos con un vaso de agua para mí, y uno de whisky para él. – Así que dime, Sylvia. No tomas, eres educada, y según tu padre muy inteligente, ¿tienes algún defecto? – sonrió por cortesía, Brandon es muy lindo y encantador, pero aun así no llama mi atención, no quiero ser grosera, pero preferiría estar hablando con Emma de lo ridículos que lucen algunas de las personas en esta fiesta.

Busco con la mirada a Emma, y una vez que la veo, le suplico con la mirada que venga a salvarme, pero no es así, esta tan entretenida con el idiota de Patrick que no me hace caso, media hora más tarde sigo hablando con Brandon, curiosamente nuestra conversación cambio de rumbo y me he divertido mucho junto a él. – lamento quitarte a mi amiga por unos cuantos minutos. –adelante. – Emma me toma de la mano y me conduce al balcón. - ¿Qué sucede? - Patrick, me ha pedido que vaya con él. - ¿hablas en serio? - Vamos no te enojes conmigo, además, veo que te estas divirtiendo mucho con aquel chico, dime, ¿te gusta? – Lo acabo de conocer. – ¿eso es un sí o un no? –Eso es un tal vez.

-Emma, ¿Nos vamos ya?

-Sí. Bien, nos vemos luego. Te amo.

-Y yo a ti. – no me sorprende que haya ido, sabía que el la convencería. Hace tres días que Patrick termino su relación, así que una vez más tenía a Emma para consolarlo, respiro hondo y voy hacia la cocina, tengo hambre, con todo esto se me ha olvidado comer algo el día de hoy.

Me alegra de que hayan dos cocinas en casa, así no tendré soportar el ajetreo de los meseros entrando y saliendo a cada segundo con charolas llenas, reviso toda la nevera y me encuentro con un trozo de pastel de tres leches, mi favorito, no lo dudó ni un segundo en tomarlo, vierto en un vaso un poco de leche de almendra, Mientras termino de comer alguien entra en la cocina, esta algo oscuro, por lo que no logro descifrar quien es. –Al fin te encontré, me has abandonado por mucho tiempo.

-Lo lamento, tenía algo de hambre y he venido por algo de comer.

-Pastel! ¿Me compartes un poco?

-¿Con la misma cuchara?

- Dicen que si comes de la misma cuchara conocerás todos sus secretos, ¿acaso la dulce Sylvia tiene un secreto sucio que ocultar?

-No lo creo. – él se acerca a mí y le entro la cuchara, corta un trozo de pastel y lo lleva a su boca. –Está delicioso.

-Es de mi pastelería favorita. –solo se limita a sonreír. No sé en qué momento paso, pero estaba a unos escasos centímetros de mí, él me beso, me tomo por sorpresa, pero deje que lo hiciera, en un comienzo era tranquilo y lento pero luego se convirtió en algo torpe y brusco, trate de alejarlo de mí, pero el parecía no entenderlo. -Vamos Sylvia, no te resista, sé que lo quieres tanto como yo, lo empuje tan fuerte como pude, lo juro, pero él no se detenía, trate de gritar pero él no me lo permitía, sentía asco, no podía moverme, esto era una pesadilla, me faltaba el aire... siento como algo nos empuja y ambos caemos al suelo, estoy asustada, lo único que puedo hacer es correr y salir de ahí. Estoy en mi habitación, cierro todo con llave y entro a la bañera con el vestido puesto.

El agua ahoga mi llanto, he perdido la noción del tiempo, quizás solo lleve aquí cuarenta minutos, una hora o solo segundos, alguien entra a mi habitación y me asusto, es mi padre, quien corre hacia mí y me abraza, lloro en sus brazos y por primera vez me siento segura. – vamos hija, si sigues aquí te enfermaras. – dejo que me saque del cuarto de baño, toma muchas toallas y me cubre, nos sentamos en el sofá y no puedo evitar que las lágrimas sigan rodando por mis mejillas. – como.. – Jorge, él me ha contado lo que ha pasado, pero no te preocupes de eso, me asegurare de que ese tipo no vuelva a ser contratado por nadie más en este medio. Ahora ve a cambiarte o contraerás gripa. – me seco las lágrimas y voy a mi armario para poder cambiarme con tranquilidad, para cuando vuelvo papá sigue ahí, pero con una taza en la mano. – he mandado hacer un té para que te calmes. – no pongo resistencia y me lo tomo todo, para mi sorpresa papá se ha quedado aguardando mi sueño, pensé que se iría a su habitación una vez yo me quedara dormida, pero no fue así. Salgo de la cama con cautela para no despertarlo enjuago mi cara y lavo mis dientes, luego voy a mi lugar favorito en la casa, el ático, cuando era niña mamá y yo lo decoramos, desde entonces ha sido mi refugio.

Este lugar me trae tantos recuerdos y tanta paz

*** Unas horas después estoy lista para regresar a mi vida, papá y su novia están en la mesa desayunando, tomo mi lugar y saludo a ambos.

-¿Te encuentras mejor hija?

-Sí papá

-Silvia, ¿Porqué has desaparecido ayer de la fiesta?

-Estaba cansada. – dice mi padre antes de que yo pudiera contestar algo.

Por la tarde Emma vino a casa y le conté todo, estaba apenada por irse con Patrick y no haberse quedado conmigo en la cena, no es su culpa, ni ella y mucho menos yo sabíamos de lo que era capaz Brandon. – ¿Y puedo saber quién ha sido tu héroe?

-No lo sé, he tratado de preguntarle a mi padre pero me ha dicho que él ya le ha agradecido, de todos modos me gustaría hacerlo yo misma, pero no sé quién es. Lo único que sé que se llama Jorge.

-mmm y si revisamos la lista de invitados y vemos quien de los invitados tenía ese nombre? Digo, podemos llamarlo y darle las gracias o enviarle rosas.

-¿rosas a un hombre?

-No lo sé, quizás y sea gay.

-Estás loca.

Bajamos al despacho de papá y aprovechamos que él no estaba para pedirle la lista de invitados a su asistente, en un principio no se veía muy convencida, pero Emma invento algo y nos la entrego, ya en mi habitación revisamos todos los nombres de los invitados, pata nuestra suerte, solo había una persona con ese nombre "Jorge Thompson"

-Qué esperas para llamarlo?

-Y que se supone que le diga?

-Nada. Solo agradécele por lo de ayer y ya. – marco el número, y luego de varios retoques alguien contesta el teléfono. –Thompson Company?

Despego el teléfono un poco de mí y tapo la bocina. – Es la voz de una mujer, que hago?

-Dile que deseas hablar con Jorge.

-Hola buenas tardes, soy Sylvia Smith. Me gustaría hablar con el señor Jorge Thompson.

-En este momento se encuentra en una reunión, pero si gusta puede dejar algún recado.

-Gracias. – cuelgo la llamada sintiéndome como una estúpida, era obvio que si es uno de los amigos de papá debía tener asistente, o claro está, trabajar los fines de semana.

-Debes ir a verlo – me dice Emma de la nada.

-Claro que no.

-Iremos el lunes luego de nuestras clases.

Me acosté en la cama y fingí no escucharla.

***

Al fin es lunes, y luego de tanta insistencia por parte de Emma he decido presentarme en la empresa de Jorge. No sé si me reciba, pues no tengo una cita agendada con él.

-¿Qué esperas? – Ve, yo te espero aquí.

-¿Estas segura de que no quieres venir conmigo?

-No, prefiero esperarte aquí.

-Como quieras.

Me armo de valor y salgo del auto. En todo el tramo hasta la oficina de Jorge me siento desorientada, paso por seguridad y ellos me dan un gafete con mi nombre.

-Buenas tardes.

-Buenas tardes, ¿En que la puedo ayudar?

-Me gustaría hablar con el señor Jorge Thompson

-Lo lamento, pero su asistente no tiene una cita agendada a esta hora, además se encuentra en reunión en este momento. – No suelo usar el apellido de mi padre para tener ventaja sobre algo, pero en esta ocasión lo are.

-Creo que no me he presentado, mi nombre es Sylvia Smith, mi padre está en este momento reunido con el señor Jorge. – Pensé que la reunión terminaría antes, o al menos eso me dijo papá.

-La reunión se ha retrasado más tiempo del que se tenía previsto, si gusta puede esperarlo, solo necesitare su cedula de identidad. – saque mi documento de la cartera y se lo entrego, me dirige hasta una sala y tomo asiento.

Ha pasado más de ¾ de hora y debo irme ahora sino quiero perder mi clase de Contabilidad Financiera, le envió un mensaje a Emma, quien ya se encuentra en la Universidad para que sepa que voy en camino, tomo la manija para girarla y abro la puerta, tropiezo con alguien y ambos caemos al piso, un poco aturdida le ofrezco disculpas, él no responde, en cambio se levanta y me ofrece su mano, la cual ignoro y me levanto sola. Por unos instantes lo único que hacemos es observarnos, creo que las fotos en internet no le hacen honor, es más alto de lo que pensé y su mirada, su mirada dice mucho, demanda autoridad.

-Mi... mi... mi nombre es Sylvia.

-Lo sè. – Ok, esto no está saliendo como lo esperaba.

-¿Qué te trajo aquí Sylvia?

-Oh... emm. – Me siento como una completa estúpida, lo único que hago es tartamudear. – Quería agradecerle por haberme ayudado....

-No tiene que agradecerme, no tolero a los hombres que toman a una persona a la fuerza, hice lo que cualquier otro hombre hubiera hecho en mi lugar.

-Aun así muchas gracias. – con mi cara hirviendo salgo de esas oficinas molesta y avergonzada, solo para encontrarme con las calles llenas de agua y el cielo cayendo a pedazos, me encamino a buscar un taxi y para mi mala suerte todos están ocupados. Vendita la hora en la que le pedí a Emma que se adelantara a la Universidad. – saco mi teléfono para buscar un Uber cuando un auto estaciona junto a mí. –¿Necesita que la lleve algún  lugar?

...

AtracciònDonde viven las historias. Descúbrelo ahora