Capítulo 1.
Mi papá volvió a poner mi ropa en la maleta, enojada, vuelvo a sacarla de ahí.
— ¿Qué es lo que ocurre contigo Araceli? Sabes que debes hacer esto, por mí, por nuestra familia— Dice mirándome con súplica.
— Deja todas las cosas donde están, yo no iré a ninguna parte, ¡Estás demente si piensas que me regalaré a un completo desconocido!— Le grito furiosa.
Intento poner mis prendas de nuevo en mi ropero, pero ahora me agarra del brazo obligándome a darme la vuelta. Lo miro furiosa, si piensa que con unas cuantas palabras me convencerá está muy equivocado.
Y me habla de familia, ¡Qué familia ni que nada! Jamás le importamos mi madre y yo, ¿Cuántas fueron las veces que le pedimos con lágrimas en los ojos que dejara las drogas? Pero no nos escuchó, ¿Yo tengo que pagar por todo el vicio que lleva? ¿Por qué? ¿Sólo porque es mi padre? ¿Qué tipo de persona somete a su familia a vivir un episodio que podría ser catastrófico o traumante para su vida? La familia debería ser ese lugar donde encuentras confort, paz, tranquilidad o qué sé yo. Mi familia no es normal, ni siquiera entiendo si soy capaz de llamar "familia" a las personas que conviven conmigo.
— Escúchame hija, ¡Por favor te lo pido!— Sus ojos están llorosos, no puedo creer en lo irresponsable que puede llegar a ser un adulto, llorando para que le salve el pellejo, cuánta madurez lleva a su nombre este señor que dice ser mi padre.
Veo a mi madre entrar a la habitación, tiene la cara triste: en realidad tiene depresión, por lo que tristeza es lo único que lleva si de sentimientos hablamos.
— Hija, te pido que hablemos cariño — Me dice, la miro.
— ¿Estás de su lado ahora? Dime que sabes cuántas cosas tuvimos que soportar por su causa.
— ¿Y me lo dices a mi? ¿A caso no sabes de qué padezco?— Dice sentándose sobre mi cama.
Mi padre nos mira a ambas dolido. Finge, él no nos quiere.
—¿Podrías por lo menos salir de la habitación para que mi madre intente convencerme? La verdad es que te soporto poco— Volteo la cabeza hacia mi madre, ella lo está observando a él—, para no decir que te soporto en realidad nada.
— Eres muy caprichosa Araceli— Sigue con su plan de padre tipo: "Me tienes que respetar porque soy tu padre y punto", cuando la realidad es que ni siquiera cumple con ese papel, casi siempre está por la calle, esta es la única vez en todo el mes que lo veo, encima nos viene con este problema—, debería de darte unos golpes para que aprendas.
Él ha dejado de intentar golpearme cuando una vez (Tenía 12 años) lo sorprendí con un noqueo. Me acuerdo que me aterraba estar cerca de mi padre, lo mejor era cuando él no estaba en casa. Un día se lo comenté a un primo mío, no pudiendo hacer nada al respecto más que enseñarme a defenderme, me mostró cómo podía hacer para que nadie nunca volviese a tocarme. Extraño a mi primo, siempre luchó porque mi madre deje a mi padre pero no lo consiguió, lastimosamente Tadeo murió pues padecía de Cáncer y no tenía dinero para costear los gastos.
Siempre que me acuerdo de él siento una gran tristeza: Las personas que se van siempre nos dejan recuerdos que nos hacen sufrir y reír. Independiente de si esté muerta o siga viva.
Escucho que mi padre se queja, yo sigo mirando a mi madre, mientras que ella lo sigue observando a él.
La puerta es azotada fuertemente indicando que al fin alguien ha abandonado la habitación.
—¿En serio madre?— Digo con furia—, estoy harta de defenderlo, ¿No sientes como si quisieras hacer algo más por él pero a la vez sabes que sería en vano? Mi padre no cambiará jamás, me duele y me da rabia. No entiendo tu empeño en creer todavía en sus frases cursis de que cambiará porque nos ama. No nos ama, así que tampoco lo amo yo.
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Sedúceme despacio
RomanceEl destino hace cosas inimaginables, te hace dudar en si está bien o mal. Un chico y una joven se conocen en medio de la nada, nada estaba planeado. Él, alguien de muy mal carácter. Ella, una chica muy risueña como simpática. Personas así no debe...