CAPITULO 27

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Sigo paralizada en mi lugar, mirando la puerta que ahora está cerrada, no se cómo sobreviviré aquí sin terminar loca, ya me había acostumbrado a estar con mis muchos y haber conocido a eso chico que son geniales, además haber agrandado mi círculo de confianza, debo admitir que algunos son mejores en las armas y la defensa, como Elías, es un gran tirador y usa de una manera estupenda la katana. Moy, a comparación, se encarga de que todos estén en armonía, mantener el ánimo alto al mismo tiempo que se está informando sobre cosas de medicina, así será como tipo enfermero...

Entre más pienso sobre las fortalezas de cada uno mis ojos se llenan de lágrimas... No volveré a verlos y eso me destroza el alma.
Escucho como alguien golpea la puerta y me acerco a ella y pongo mi oreja contra ella para ver si puedo escuchar algo más. Es Cruz... Se escucha muy mal, está llorando y vuelve a golpear la puerta.

C- ¡¡EMILY!!... POR QUÉ... ¿por qué... Nos dejas...?

Logro escuchar que dice con la voz hecho añicos, me duele escucharlo así y me doy cuenta que las lágrimas que antes estaban acumuladas en mis ojos ahora resbalan por mis mejillas, y caen al suelo haciéndose gotas mas pequeñas hasta que aceptan que se quedarán en el suelo. Y termino igual, mis piernas se doblan y dejan de responderme, y ya no sostienen mi peso estoy arrodillada mirando la puerta y sin poder creer que esto de verdad está pasado dejo que mis lágrimas caigan como la lluvia de un verano que suelo recordar.

Pero mi pena dura poco, de pronto escucho la voz de Anderson. Me toma el hombro, y yo volteo dejando que vea mi perfil, no quiero mirarlo ahora, quisiera romperle el cuello, pero fue un trato al que yo accedí...  La cólera recorre mis venas haciendo que mi sangre hierva y sintiendo un calor en mi rostro me pongo de pie cuando él me habla

An- Tranquila... Ya olvidarás todo...-Decía con una sonrisa de oreja a oreja el muy desgraciado-. Será un honor tenerte aquí. Después de todo... Fuimos compañeros de la escuela ¿No?

Y yo me quedo congelada con una expresión de incredulidad, no se que está sucediendo ni siquiera se si es verdad... La verdad creo que está mintiendo, algo dentro de mi me lo dice.

Sigo sin emitir una palabra y por mi parte así será, si quiere hablar conmigo tendrá que sacarme las palabras...

××××××

Estoy sentada frente a una mesa algo larga, estoy a un costado, hay sillas como para 12 personas. La mesa es de roble oscuro, a mi lado izquierdo está Anderson, a la cabeza de la mesa, y a mi lado derecho, es un soldado que se me hace familiar, no tengo idea de dónde pero creo conocerlo de algún lugar.

Ese soldado llama un poco mi atención, comienzo a mirarlo de reojo, ojos café, cabello casi negro bien peinado para disimular lo largo de este, sus brazos están más delgados que los de los demás pero tienen su buena forma y apuesto a que puede levantar a cualquiera aquí si se lo propusiera.

Anderson nota mi interés y habla

An- Frank ¿Porque no le sirves a la señorita Emily y futura señora Anderson comida? Se ve que le interesas más tú.-Decia con recelo.

Su tono de voz es como veneno, y el pobre soldado al lado mío solamente tragando saliva levemente obedece y me sirve un poco de la comida ante mi en mi plato. Pero no comeré... No aceptaré nada que venga de él, al final de cuentas, prefiero morir de hambre.

Decidida al ver la comida ante mi me levanto, todos los demás lo hacen y yo insisto en que se sienten, me doy la media vuelta y me voy a lo que ya me mostraron: mi habitación.

LAS 6 INVENCIBLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora