Capítulo 49

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Also mi mano y me hizo dar una vuelta para luego envolverme en sus brazos. Besó mi mejilla y susurró a mi oído:

-¿Crees que deberíamos volver?

-Si por mí fuera, me quedaría aquí toda la vida-respondí y besé sus labios. Sonrió-. ¿Un rato más?

-Tus deseos son ordenes, princesa-besó mis labios cortamente.


El sol se iba escondiendo, dejando el lugar casi sin luz. Los últimos rayos de sol destellaban sobre el agua del lago, Matt y yo paseábamos por las orillas del lugar, tomados de la mano. Las hierbas a nuestros pies, daban la sensación de caminar por el cielo. Era totalmente suave y con poca altura. 

Los hermosos ojos de Matt se veían de un color más claro al sol, la miel de allí era contorneada con un pequeño delineado negro y luego lo blanco del resto de su ojo. Tenían un ligero brillo y su sonrisa lo acompañaba. La perfecta hilera de dientes enmarcada por unos rosados labios. Unos pequeños lunares esparcidos por su rostro y otros por su cuello. Tan varonil, su perfume, su apariencia, su sonrisa, sus ojos, su cabello, era totalmente perfecto y también, completamente mío.

-¿En que piensas?-preguntó intrigado. 

Le dediqué una ligera sonrisa y respondí:

-En ti.

-¿En mí?-preguntó extrañado y rió-. ¿Qué piensas de mí?

-Que eres perfecto-confesé sin más. Sonrió-. Matt, esta mañana dijiste que ibas a contarme tu historia.

-Ya la sabes-respondió-. ¿Por qué piensas que soy perfecto?

-Es que lo eres-respondí a la ligera-. No me cambies de tema. Cuéntame.

-_______, tú has cambiado de tema primero-respondió. Estaba en lo cierto-. Yo sigo con el tema que hemos comenzado.

-Está bien-respondí y observé mis pies antes de alzar la mirada hacia sus ojos-. Pensaba que de verdad eres perfecto, en todo sentido.

-¿Qué te hace creer eso?

-Todo, Matt-respondí. Rió.

-¿Crees que soy perfecto aún así sabiendo que te hice la vida imposible por dos meses?

-Matt, me enamoré de esa actitud-respondí. Me sonrió extrañado-. Tu forma de ignorarme me parecía tan atractiva.

-Oh Dios, estás tan loca-rió. Acompañé su risa con la mía.

-¿Qué es lo que más te gusta de mí?-pregunté. Alzó los ojos al cielo y luego fijo su vista en mí.

-Todo.

-¿Algo en particular?

-Eres tan inocente-respondió sonriendo-. Eres mi debilidad, _______.

-Pensé que tu debilidad era Jazzy-nos detuvimos-. Ella es tu punto débil.

-Es mi hermana, tú eres mi esposa.

-Explícame.

-Tú eres la mujer con la que compartiré el resto de mi vida y ella es la niña que más amo sobre la tierra, pero, cuando crezca va a formar una familia y ya yo no seré el hombre perfecto que ella cree que soy. Seré reemplazado por su marido.

-¿A qué te refieres?

-No me mires de esa manera-me tomó por la cintura y se pegó a mí-. Ella es la niña que más amo, tú eres la mujer que más amo.

-¿Qué hay de tú mamá?

-Estoy seguro de que él hombre que más ama, es papá.

-Me confundes.

-Todo es confuso, _______-respondió.

-Yo creo que eso que están diciendo, tiene una explicación-respondí confundida-, una que tú no quieres darme.

-Eres muy curiosa.

-Y tú un flojo-reímos-. ¿Me amaras por siempre?

-Por siempre-repitió y sonrió-. Te amo, ______.

-También te amo, Matt-besé sus labios-. Tengo frío.

-¿Volvemos?-preguntó. Asentí.

-Tengo una pregunta.

-Estoy muy seguro que sigues enredada con el tema de Jazzy, mi mamá y tú-rió. Estaba en lo cierto.

-Bueno, no pregunto nada.

-Hey, dime.

-Bueno-formulé la pregunta en mi mente-. Cuándo tengamos una niña…-fui interrumpida por su voz.

-Ella será la niña que más ame.

-¿Y cuando ella sea una mujer? ¿La amaras más que a mí?

-Ella será la mujer que más ame y tú serás la anciana que más ame.

-¡Oye!-grité entre risas.

-Vamos, volvamos. Va a hacerse tarde.








El sol dio justo sobre mis ojos y lo primero que atiné a hacer, fue cubrirme con las sabanas. Matt se quejó y aflojó su agarré contra mi cuerpo.

-Quieta, ______-gruñó-. Intento dormir.

-Entonces cierra esa cortina y vuelve a la cama.

-Ciérrala tú-murmuró roncamente.

-Tú.

-A mi no me molesta, ciérrala tú.

-Entonces voy a darte la espalda-dije revolviéndome entre sus brazos. Gruñó.

Un vacío se apoderó de el lado de Matt y cuando el sol ya no daba más sobre la cama, el vacío fue reemplazado por el cuerpo que tanto placer me brindaba por las noches.

-Listo-murmuró y me abrazó por detrás-. Ahora si, buenos días, ______.

Reí antes de responderle.

-Buenos días, Matt.

-¿Cómo has dormido?

-Acostada.

-Oh, has despertado de payasa-rió.

-Ayer eras tú el payaso.

-¿Yo?

-Si, tú.

-No, yo no.

-Si, tú.

-¿Quién es ‘tú’?

-Mi esposo-respondí entre risas.

-¿Y a ese quien lo conoce?

-Ya, basta-reí-. Luego me dices payaso a mí.

-Hey, estaba jugando.

-Tú siempre juegas-dije casi como un quejido. Rió.

-Anoche no te quejabas de mis juegos-murmuró y besó mi cuello.

-Te sobrepasas, cerdo.

-No vamos a pelear, ______-rió y volvió a besarme.



Media hora después, nos encontrábamos escaleras abajo tomando el desayuno, juntos. Matt observaba la televisión con atención y yo, lo observaba fruncir el ceño tras una noticia. Reí.

-¿Y lo divertido?-preguntó sin mirarme.

-Tus gestos.

Desvió su mirada del televisor y me observó a mí. Juntó sus ojos mirando su nariz y rió.

-Estás loco.

-Claro, solo yo-se quejó y juntó su silla a la mía-. ¿Qué haremos hoy?

-No lo sé-alcé los hombros-. ¿Qué quieres estrenar hoy?

Rió antes de contestar:

-Podemos estrenar la piscina.

-Estamos en primavera y no hace mucho calor para piscina-respondí. Se encojió de hombros.

-Estrenemos la cocina.

-Ya está estrenada.

-No.

-Si.

-No.

-Si.

-¡Ya!-gritó haciéndome sobresaltar. Rió-. Me has contagiado esa locura.

-¿Quieres que cocinemos?

-No, quiero que juguemos a las cartas sobre la estufa.

-Oh, si, te has tragado un payaso.

-¿Nada mejor que decir?

-No-reímos.

-Tengo una idea genial-me informó. Hice señas de que hablara-. Podemos cocinar, juntos, y luego cenar a la luz de la luna, en la terraza.

-Me gusta-le sonreí.

-Entonces hagámoslo.


Llegada las siete de la tarde, Matt se colocó un delantal y me pasó uno a mí. Me recogí el cabello en una coleta y comenzamos a cocinar.
Mattpretendía hacer una pizza casera. Pero al parecer, hacer la masa, no era su fuerte. 
Harina por aquí, harina por allá. Cocina, comedor y las escaleras. Matt tomaba de puñados y me dejaba blanca tras el polvo. Yo, por mi parte, esperaba que se distrajera y lo dejaba lleno de harina, blanco como la leche. Reía y comenzaba a perseguirme por todos lados con la bolsa.

-Controlaré la pizza mientras tú te duchas y te vistes-me dijo. Le sonreí-. Luego tú puedes poner la mesa mientras yo me ducho y me visto.

-Claro que si-respondí y besé sus labios.

-Beso enharinado-gritó. Reí ante su estúpido comentario y corrí escaleras arriba.

Me metí a la ducha y tardé más de quince minutos. No recomiendo a nadie que aplique harina sobre su cabello. Salí de la ducha y me encontré al blanco de mi marido parado frente a mí.

-Eres raro,Espinosa-reí.

-Se dice blanco, ______-me corrigió con gracia.

-Ya, ve a la ducha-dije riendo. Se acercó a mi para besarme y me aparté-. Ni se te ocurra.

-Un beso no se le niega a nadie.

-A nadie limpio.

-Bueno, bueno-se quejó y entró al baño.

-Apúrate porque la pizza va a enfriarse.

-Bueno-gritó desde adentró.

Me coloqué un vestido con sencillez y me maquillé ligeramente. Bajé las escaleras y preparé la mesa como habíamos quedado con Matt. Alrededor de veinte minutos pasaron cuando Matt bajó con una camisa a rayas y un pantalón negro.

Nos sentamos a la mesa y disfrutamos de la pizza.

-No está tan mal-dijo cuando tomaba de su jugo.

-A mí me gusta-le sonreí-. Deberíamos cocinar más seguido.

-Oh, no-dijo y sonrió-. Me gusta cocinar contigo pero… ¿has visto cómo ha quedado la casa entera?

-Ha sido solo la planta baja-reí.

-Lo haremos a menudo, pero no tan a menudo-rió.

-Eres un retrasado mental.

-Agresiva.

-¡Oye! ¿Qué te ocurre?

-Tú me has…-se quedó en silencio y luego estalló en risas-. ¿Es que has visto la estupidez que tenemos encima?

-Es tú culpa, Espinosa-dije riendo.

-Eres tú la que me vuelve loco.

-Hey, no es mi cul…-me quedé en silencio-. Tú a mi, Justin-sonreí y le hizo gracia.

La Bella y La Bestia - Matthew EspinosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora