Día número dos:
Me encontraba sentada en una silla, con las muñecas y tobillos esposados, vestía un traje nupcial con tacones blancos, mi boca estaba cubierta por una gruesa cinta color gris y mi corazón estaba a cada segundo acelerado, mientras intentaba calmar mi corazón oí el chirrido de una puerta y vi la sombra de alguien entrando intenté liberarme pero era imposible, el metal de las esposas rozaban mi piel, raspándola y haciendo que sangrara, la sombra iba acercándose y haciéndose más nítida, la cara era borrosa, pero mi quitó la cinta de la boca haciendo que mis lagrimas cayeran cada vez más rápido.
-Hola, Mónica
-¿Quién eres?
- Que decepción amor mío, no reconoces a tu propio esposo?
-¿Qué?
Intento besarme pero le mordí la nariz, haciendo que retrocediera diciendo maldiciones contra mí.
-Cómo te atreves a hacerme esto, insolente
-Cállate
Me colocó la cinta adhesiva y me beso por encima de ella, podía sentir los ojos hinchados por tanto llorar
-Mónica, Mónica , MÓNICA!
-¿Qué? ¿qué? ,¿Miriam?
-Tuviste una pesadilla pequeña dama
-Lo se, fue horrible, es por culpa de papá
-¿Qué hizo ahora el Rey?
-Me quiere casar, con un fulano que reside en Monte Carlo
La piel de Miriam se hizo más blanca de lo normal
-No estás jugando conmigo, espero; esto es muy serio pequeña dama
-Lo odio
-Estoy segura que su madre no lo hubiera permitido, disculpe me tengo que retirar
-Espera! ¿Qué quisiste decir con eso?
Muy tarde Miriam había desaparecido
-Eh! Mónica ¿estás despierta?
-Ah? Hola Thomas
-¿Qué paso?
Thomas me conocía demasiado bien
-Me voy a casar
-¿Estas de chiste?
-No
-Joder
-Pienso lo mismo
-¿Con quién?
-No sé, solo sé que vive en Monte Carlo
-Me parece raro que tomes esto con tanta calma
-Eres tan ingenuo, me voy a ir
-¿A dónde?
-No sé, a Londres, Irlanda, España, Alemania, donde sea es mejor que quedarme en Scotland
Rió
-¿Y precisamente como vas a llegar hasta todos esos países?
Me quede pensando, su pregunta dio en el clavo, no sabía como lo haría hasta que un sonido de circo me despertó una idea
-Me uniré a una compañía ambulante
-Sí, claro
-Muy bien Tommy, asómate en la ventana y dime que vez
Me obedeció sin reclamo y se volteo hacia a mi con una sonrisa en el rostro
-Con que ese es tu plan