M. Lancaster

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     Siempre me pregunté por qué la calle de mi casa se llama así. Es una casualidad divertida que en los letreros de las esquinas estuviese el mismo apellido de mi familia, incluso con esa inicial, la misma de mi nombre: "M. Lancaster".

     Por eso, cuando ese extraño de ropas futuristas me entregó el dispositivo que ahora tengo en mis manos y me hizo elegir alguna cosa del pasado que quisiera saber, fue una de las primeras ideas que se me ocurrió.

     —Es una máquina del tiempo —me dijo, y me costó creerle—. Elige con cautela la respuesta que quieras obtener. Debes partir con algo simple.

     Y como he visto películas y he leído tanto sobre las paradojas temporales y todo eso, tuve un poco de miedo. ¡No quiero echar a perder algo importante solo por mi curiosidad! Así que elegí lo más sencillo posible, solo para probar si esta maquinita es real: simplemente quiero saber la razón por la que le pusieron ese nombre a mi calle.

     Aún así, mis manos sudan por los nervios. ¿Y si es de verdad? No logro imaginar cómo será viajar en el tiempo. El extraño me explicó que bastaba con pensar en la pregunta que quiero responder, y al apretar el botón celeste, el dispositivo me transportará al momento en que podré saber la respuesta.

     "Vamos Marcos, tu puedes", me repito. ¿Qué tan terrible puede ser? Solo debo concentrarme, pensar con claridad y no tocar nada que no deba. Aquí vamos.

     El suave botón sonó como lo hacen las teclas digitales de un celular, y emitió una luz cegadora que fue cada vez más intensa, hasta obligarme a cerrar los ojos.

     Cuando volví a abrirlos, el entorno en el que estaba ya no era mi pieza, pero aún así era algo familiar. Toqué mis ropas y mi cuerpo para corroborar que no estoy soñando. Todo está bien, soy yo, es mi ropa. Incluso noto que traigo mi billetera en el bolsillo.

     Pero estoy en la calle. La calle de mi casa, aunque un tanto distinta. Reconozco algunos árboles, las rejas de los vecinos y algunas de sus casas, aunque con diferencias de colores, o más pequeñas. En otros sitios, recién se están construyendo. ¿Realmente estoy en el pasado?

     Recuerdo mi pregunta y conmocionado por lo que está pasando, decido resolverlo pronto. Corro hasta la esquina, y veo que en los letreros hay otro nombre: "Calle 3 Sur".

     No lo puedo creer. Realmente viajé al pasado, y estoy parado en mi calle, pero varios años antes, probablemente cuando aún no he nacido. ¡Qué increíble! Mis ojos se humedecen de la emoción, quiero correr, gritar. ¡Viajé en el tiempo!

     Pero, ¿y mi respuesta?

     Un tanto desorientado miro alrededor, buscando algo de claridad. Me doy vuelta y súbitamente lo veo. Escucho solo el sonido de los frenos, tan cercano que llena mis oídos. El auto no logra detenerse, y recibo de lleno el impacto. En el último segundo antes de perder la consciencia y la vida, recibo mi respuesta y comprendo por qué esta calle se llama "Marcos Lancaster".

M. LancasterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora