Si yo pudiera ignorarte...

172 25 2
                                    

Nero despertó con un fuerte dolor de cabeza y un aroma a café filtrándose por la tienda. Se sentó, mesándose los cabellos para intentar aplacar las palpitaciones en su cerebro que no lo dejaban ni pensar. Buscó con la mirada a Avilio, pero al menos en el interior de la tienda no estaba.

Estaba por ponerse de pie para salir a buscarlo, cuando se percató de su estado físico: camisa abierta y pantalones abajo, con su miembro flácido colgándole fuera de la ropa interior y los restos secos de una sustancia que él conocía muy bien.

"¿Pero qué mierda pasó?"

Mientras se limpiaba lo mejor que pudo con la manta y se acomodaba la ropa, los recuerdos de la fogata, la borrachera y Avilio gimiendo mientras lo masturbaba le llegaron de golpe. Se sentó sonriendo, tratando de hacer memoria de como acabo todo, pero no pudo. Sería tan mala su suerte si finalmente se había acostado con él y no lo recordaba; era igual a nunca haberlo hecho.

Como hubiese sido, decidió salir de la tienda. Lo encontró en los rescoldos de la fogata, sirviendo café en las mismas tazas que utilizaron el día antes para el bendito ponche que llevo todo a esa situación que ahora le sacaba una sonrisa a Nero. Había un pan medio tostado y medio quemado como desayuno, y el intento mal hecho de Avilio de entregar los enseres que les habían entregado junto con la tienda en la recepción. Al parecer sus manos no eran tan hábiles para hacer labores domésticas como lo eran para tomar cosas de manera imperceptible.

- Buenos días.

- Buenos días.

"Oh no, esto no es bueno".

La mirada que Avilio le dio gritaba "muérete". Algo de lo que no recordaba de la noche anterior era el porqué de semejante enojo. Prefirió fingir demencia para no lidiar con la furia que ya conocía destilaba por los poros del azabache cuando estaba enojado.

- ¿Café?- Avilio le pasó la taza, su cara tan inexpresiva como siempre.

- Oh si, gracias.

Para Nero, eso era lo más enigmático y aterrador del chico: nunca sabías lo que realmente estaba pensando. Esperó que llenar un poco el estómago con el pan y beber café le dieran una idea de que hizo mal. Por el momento, pensó en divertirse un poco con Avilio.

- Espero no haberme puesto muy imprudente anoche, desperté hecho un desastre.

- ¿Disculpa?

- Es que honestamente no recuerdo ni como llegue a la tienda, así que supongo que te di algunos problemas.

La expresión de Avilio fue impagable. Su rostro demudo de la sorpresa a la estupefacción en un segundo. Luego regreso a su seriedad habitual, pero sus ojos no mentían, estaba que echaba chispas, demasiado molesto incluso para responder.

- Voy a quitar la tienda, sigue comiendo.

Se levantó con total indignación, quitando y deshaciendo sin ninguna gracia los nudos y las estacas de la tienda, arrojándolos sin ordenar en la caja. Nero bebió su café, el cual a pesar de la obvia falta de habilidad de Avilio le supo a gloria.

*********

Ya habían entregado todo en la recepción, y se disponían a salir con su vehículo del lugar. Avilio ni siquiera pregunto, se subió al asiento del piloto y encendió el motor, ante lo cual a Nero no le quedo de otra más que armarse de valor y agarrarse bien en el asiento del copiloto. Empezaba a creer que pagaría con su vida por el pequeño placer de burlarse de Avilio en la mañana.

El auto arranco, y como lo predijo, de manera peligrosa. Nuevamente el mozo de la entrada se llevó las de perder, siendo que esta vez Avilio ni siquiera frenó para dar la vuelta al salir. El pobre se quedó tirado en medio del camino, con una cara de terror que logró sacarle una carcajada a Nero.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 31, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Si yo pudiera...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora