unico

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Era 26 de septiembre, el aire primaveral invadía las calles de Santiago de Chile. El sol bañaba la ciudad con su luz cálida y suave, mientras una brisa fresca acariciaba las hojas y flores, haciendo que los pétalos de los tulipanes danzaran al compás del viento. Manuel caminaba lentamente hacia la plaza central, su corazón latiendo con una mezcla de nerviosismo y esperanza. Este no era un día cualquiera para él; el Día de los Tulipanes era especial, y no solo por la belleza de las flores que adornaban cada rincón de la ciudad.

El Día de los Tulipanes en Chile no solo era una celebración de la belleza de esas flores que llenaban los jardines y parques, sino también un recordatorio de algo más profundo para Manuel: el momento en que conoció a Neels. Un año había pasado desde ese primer encuentro, y desde entonces, nada había sido igual.

Los tulipanes tenían un significado especial para Holanda, pero en el corazón de Manuel, también se habían convertido en un símbolo de algo más: una conexión que trascendía fronteras, una amistad que lentamente había florecido en algo más. Cada vez que veía un tulipán, no podía evitar pensar en Neels. En su cabello rubio dorado que brillaba bajo el sol, en su risa fácil y en cómo lograba hacer que Manuel se sintiera más vivo, más pleno, cada vez que estaban juntos.

Al llegar a la plaza, el bullicio del evento lo rodeó. Familias enteras paseaban entre los puestos de flores y artesanías, y el aire estaba impregnado con el aroma de los tulipanes, mezclado con el olor a tierra húmeda y el canto lejano de los pájaros. Manuel caminó entre la gente, sus ojos recorriendo el lugar en busca de una figura familiar.

Neels siempre se destacaba entre la multitud. Había algo en su postura relajada pero segura, en la manera en que su presencia parecía llenar cualquier espacio en el que estuviera. Pero no solo era su apariencia lo que captaba la atención de Manuel; era la forma en que Neels veía el mundo, su capacidad para encontrar belleza en lo sencillo, para disfrutar de las pequeñas cosas, como si cada detalle fuera importante. Eso era lo que más le había impresionado cuando lo conoció.

Un año atrás, Manuel estaba en esa misma plaza, caminando distraído, cuando vio a Neels por primera vez. Era imposible no notar al hombre alto y delgado, con una sonrisa cálida que contrastaba con su porte europeo. Neels estaba explicando, con entusiasmo, la historia de los tulipanes a un grupo de personas. Hablaba con tanta pasión que Manuel se quedó embelesado, observando desde lejos.

Los tulipanes tienen una historia fascinante —había dicho Neels aquel día—. Aunque muchos piensan que son de Holanda, en realidad, provienen de Asia Central. Los turcos los introdujeron en Europa, y en mi país, los adoptamos como símbolo de belleza y prosperidad.

Esa chispa en los ojos de Neels, ese amor por su cultura, fue lo que primero atrajo a Manuel. Pero lo que lo cautivó completamente fue cómo, después de la explicación, Neels se acercó a él, sonriendo como si ya se conocieran.

—¿Qué opinas de los tulipanes? —le había preguntado, su tono ligero y amigable.

Manuel, sorprendido por la repentina interacción, solo pudo balbucear algo sobre lo hermosas que eran las flores, y desde entonces, comenzaron a hablar. Primero sobre flores, luego sobre sus países, sus culturas, sus vidas. La conversación fluyó con una naturalidad que Manuel no había experimentado antes. Y aunque en ese primer encuentro todo parecía casual, había algo más que se tejía entre las palabras no dichas y las miradas compartidas.

Durante esa conversación inicial, los ojos de Manuel llamaron la atención de Neels de una forma que no podía explicar del todo. La heterocromía de Manuel le daba a sus ojos un aspecto único: uno de ellos era de un color café cálido, profundo como la tierra chilena; el otro, de un azul claro, tan brillante como el cielo del sur. Esa dualidad en los ojos de Manuel reflejaba la riqueza de su tierra, la mezcla de lo familiar y lo inesperado, de lo terrenal y lo etéreo.

El jardin De Los TulipanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora