I. Me tiemblan las manos.
II. Una sonrisa perversa, un comodín entre los dedos y un par de ojos ámbar, la malicia se aferra a ellos como alquitrán. El hombre se hacía llamar a sí mismo un mago; un vulgar mago que era una estafa a criterio de muchos. Su única magia era el engaño y su último truco era una mentira.
Su nombre es un detalle carente de importancia, que el mayor de los Zoldyck desearía poder olvidar –Hisoka- y, sin embargo, se había hecho espacio en su memoria como una sucia mancha que no hacía nada más que expandirse. Era un hombre simple, de ideales retorcidos. Un alma deforme que evitaba mirar al pasado para evitar derramar lágrimas de almíbar. La suya era una existencia vacía, que solo siente placer en medio de la muerte- y pensarlo hace que su visión se tiña de rojo, el parecido entre ambos es aberrante.
III. En una habitación cerrada, había terminado el trabajo de manera impecable, casi digno de un elogio que nunca llegaría. Esperaba pacientemente a un algo que ni siquiera él sabía qué era, tal vez a que el vetusto vidrio terminara de romperse ante la violencia de la lluvia, o a que el agua que se colaba por el techo terminara de una vez de vaciarle las venas. La temperatura se escapaba de su cuerpo, sin prisas y la humedad del rojo era cálida y envolvente. Si estaba muriendo –y está casi seguro de ello- entonces la esperaría, a la muerte, incluso si tarda años en llegar, tanto tiempo que sus dedos se terminarían por pulverizar cual arena compactada; la esperaría sentado en una pequeña silla de madera hinchada y vieja, sonando ranciamente a cada movimiento. Y aguarda, el dolor es tan real y el chirriar de sus huesos destrozados no era tan diferente al de las astillas al desmoronarse, que sentía el horror abrirse paso desde sus entrañas hasta su boca y se llevó las manos a sus labios, tratando de prolongar lo inevitable. El sabor amargo no se hizo esperar y de su estómago salieron los pedazos fragmentados de sus costillas trituradas, mirándolos con desdén, estuvo a punto de detenerse a ordenarlos de mayor a menor. Quizá así sería más fácil reconstruirse.
IV. Se atrevió a mirarse las manos. Y le devolviieron la mirada. El frío, el vacío no tenía piedad.
"Todo está bien." Se decía así mismo en un intento en vano de mantener la calma.
Con el cabello lacio pegado a las mejillas por el sudor, mirar las formas abstractas que se formaban en el suelo ya no resultaba una acción conciliadora.
-Todo está bien.-dijo, esta vez en voz alta y su voz hizo eco en las paredes. No lo entendía. Sus palabras carecían de valor cuando sus fosas nasales percibían el olor metálico de la sangre de manera tan vívida.
Illumi escuchó un ruido detrás de él, jadeante y exagerado, un murmuro sin aliento que se hacía cada vez más marcado, convirtiéndose finalmente en un regocijo que retumbaba en la habitación.
V. Hisoka se reía.
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Me tiemblan las manos
ФанфикLa suya era una existencia vacía, que solo siente placer en medio de la muerte- y pensarlo hace que su visión se tiña de rojo, el parecido entre ambos es aberrante. Hisoka/Illumi- o algo así. light gore.