A ella

Capítulo 4

Capítulo 4: A ella no le gusta que la molesten. (Parte 4)

No podía dejar de pensar en el reportaje de esta mañana, fue toda una sorpresa recibir aquella noticia tan de repente, cuando a penas y podía asimilar el desconcierto que me provocó haber despertado a mitad de la calle. Desde que llegué, había estado intentando recordar lo que hice la noche pasada, pero la mayoría de mis recuerdos estaban borrosos, sobre todo después de esa última copa que bebí, para colmo, la única persona a la que podía recurrir en esos momentos no me respondía las llamadas ni contestaba mis mensajes, las clases de la universidad debían de estarce llevando a cabo en esos momentos, sin embargo, Mario no podría estar ahí, ninguno de los dos era resistente al alcohol y eso lo demostramos antes, si yo me encontraba así, no podía imaginarme su estado.

El final de mis recuerdos coherentes giraba en torno a Mario y a mí, besándonos, después de eso nada tenía sentido. Estaba sentada en la silla del comedor, mis manos cubrían mi cabeza en un intento desesperado por apartar la luz que inevitablemente entraba por cualquier hueco en el que pudiera entrar, el sonido de cada coche cruzando la acera lo sentía con un dolor martilleando en mi cabeza y la ignorancia de lo que paso luego de cerrar mi habitación me dejaba con un deje de culpa más grande que cualquier otra cosa que hubiera sentido. Mis manos comienzan a temblar despacio, trato de ocultarlas entre mis piernas pero no se detienen, desesperada me levanto y camino con paso apresurado hasta el baño, me quito la blusa que esta llena de tierra y la arrojo por ahí, hago lo mismo con las demás prensas, me meto a la regadera y abro la llave sin detenerme a regular el control de agua caliente y fría, para mi buena suerte brota agua caliente, lo que me ayuda a clamar mis músculos entumidos por el frio de la mañana. Me quedo ahí, dejando que el agua me limpie por completo.

Me quedo ahí lo que parece ser media hora y cuando siento que estoy lista cierro la llave para después salir de la ducha y ponerme ropa limpia. Estar ahí me a tranquilizado un poco, con el pelo aún mojado me meto debajo de las sabanas de mi cama y me cubro hasta la cabeza esperando que la oscuridad aplaque por completo la ansiedad que sentía momentos atrás, permaneciendo inmóvil abrazando mis piernas me quedo dormida al instante.

-...-

Tengo plena conciencia de que estoy soñando, en él, intento correr desesperada de algo que me persigue, no sé quién sea, ya que cada que me doy la vuelta solo logro ver una calle vacía y solitaria, aun así, sigo corriendo, la desesperación comienza a aumentar cuando tengo la sensación de correr más lento y un extraño miedo se apodera de mí, a lo lejos escucho la sirena de una patrulla que se va acercando rápidamente. Intento correr más rápido, pero mis piernas no pueden más, avanzó un paso más y cuando siento que la cosa que me persigue está detrás de mí me despierto sobresaltada. El ruido que escuchaba en el sueño era real, más no se trataba de una sirena de una patrulla, era en realidad mi celular que reproducía el tono que indicaba una llamada, tomo el teléfono con rapidez y sin verificar de quién se trataba contesto, me lo llevo a la oreja y antes de soltar cualquier palabra la voz de Mario se oye.

– Ella, ¿Qué sucede? Tengo más de diez llamadas perdidas tuyas, ¿Te encuentras bien? – Su voz no logra calmarme, aún había muchas incógnitas en mi cabeza.

– No, no estoy bien. Mario, ¿Dónde estás?

– Decidí no ir a la universidad por hoy, ¿Por qué? Ella, comienzas a preocuparme.

– ¿Cuándo te fuiste? Estoy muy confundida. – Se me quiebra la voz, lagrimas amenazan con salir y yo no hago nada por retenerlas, dejo que corran libres por mis mejillas, perdiéndose por mi cuello.

– Tranquilízate, sé como te sientes, yo también me siento terrible, pero es normal, pronto se te pasará.

– No, tú no entiendes. - Un sollozo se me escapa de la garganta. – Esta mañana desperté afuera de mi casa, unas calles mas lejos, no recuerdo nada de lo que pasó, nada tiene sentido.