El Saqueo de Ferlan y la Guerra de los 13 Barcos

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Fue en el año 354 cuando los Murlan, que vivían en el otro lado del Mar Índice, decidieron saquear las costas de Mirlandia. Llegaron incluso a saquear los pueblos rivereños del río Herrumbre. Partieron primero excursiones de 2 a 4 navíos capacitados cada uno con cerca de 50 bárbaros cada uno. Los guerreros de Murlan eran furiosos, incluso más que los de Crask, pero no llegaban a competir con los de Girgan. Las excursiones duraron 2 años, hasta que los Mirlandos terminaron la guerra con Girgan en la batalla de los Campos de Heredard y reforzaron todas las aldeas costeras para rechazar a los invasores. Aun así, varias aldeas fueron reducidas a cenizas, como Esterlan y Villa Togo.

Kedrik Mano de Hacha, el general a cargo de las incursiones, fue astuto. Viendo que los Mirlandos habían enviado gran parte de las guarniciones a la costa, se adentraron con 13 barcos en el río Herrumbre, cada uno cargado, esta vez, con aproximadamente 70 guerreros cada uno. Lo último que esperaban los Mirlandos era que los Murlan se adentraran en el río. Pero no fue así, cada muelle que veían asentado en la ribera, lo arrasaron. Hasta que llegaron hasta allí, hasta Ferlan.

En una noche sin luna, antes del ataque, Mano de Hacha dejó a una cuarta parte de su ejército en tierra, para que esperen la señal de atacar. La cual iba a ser un cuerno de toro. Los 13 barcos desembarcaron todos sus tripulantes y los puertos no tardaron en caer. Aunque la entrada a la ciudad fue bastante más complicada. La falta de un cuarto del ejército y el fuego de los ballesteros Mirlandos (los más letales y precisos de Sureliand) no paraban de disparar saetas. Pero entonces, Kedrik Mano de Hacha hizo sonar su cuerno. Y los asaltantes del lado oeste (recordemos que los barcos desembarcaron en el lado norte) cargados con escalas, treparon silenciosamente las murallas sin ser descubiertos, ya que toda la atención estaba dirigida en el norte, en los puertos. Y entonces uno a uno, los ballesteros fueron asesinados por la espalda, hasta abrir la compuerta norte y dejar entrar al resto del ejército, del cual quedaba ya la mitad. El resto de la guarnición de la ciudad se refugió en la Torre de Homenaje, para quedarse cobardemente allí y no salir hasta que los Murlan se fueran. Mientras que la población del pueblo entraba en pánico y cerraban inútilmente las puertas de sus casas, pensando que iban a detener a los Murlan.

Duró varios días el saqueo, hasta que uno de los vasallos del Rey, Lodroc, acudió en la ayuda de Ferlan partiendo desde Nilfar, que estaba a unos 50 kilómetros de Ferlan. Su ejército era el doble de grande que el de Mano de Hacha, por lo que el general Murlan iba a tener que embarcar rápido hacia el río. Lodroc, famoso por haber llevado a los Mirlandos a la victoria en la batalla de los Campos de Heredard, había anticipado esa jugada. Por lo que habían varias docenas de ballesteros apostados en ambos costados de los muelles, listos para matar a cualquier Murlan que intentara escapar.

Y así ocurrió, Kedrik Mano de Hacha dejó una pequeña resistencia en las murallas por si Lodroc intentaba asaltarlos, pero él estaba esperando afuera en todos los frentes, excepto los muelles, donde esperaría a que sus enemigos caigan en la trampa. Varias docenas de guerreros Murlan cayeron hasta que se dieron cuenta de que había ballesteros apostados a mano derecha e izquierda. Kedrik Mano de Hacha, empezó a estar asustado, su oponente tenía una buena percepción, por lo que tuvo que deducir como huir hacia los 13 Barcos. Todos los botines que los Murlan iban a llevarse debían ser dejados atrás, no había manera de poder salir sin pelear. Por lo que otra noche, al pasar casi ya una semana bajo asedio, hicieron decenas de muñecos y los colocaron a todos en las murallas, como si estuvieran preparados para un asalto. Lo que no sabían era si las puertas del norte, las que llevaban a los muelles, todavía estaban siendo vigiladas, pero les importó poco. Cada día que acontecía, diezmaba más los ánimos de los Murlan. Por lo que rápidos y letales, abrieron la compuerta y salieron hacia los muelles. Un vigía hizo sonar una trompeta y los ballesteros en un parpadeo se pusieron en posición y empezaron a incendiar sus saetas, para dispararlas a los barcos. Pero Kedrik, quien recordemos que al no ser tan perspicaz com

o Lodroc, si era inteligente; envió un puñado de asesinos bajo las sombras de la noche, que se encargarían de los ballesteros, quienes estarían ocupados intentando acabar con cada guerrero que intente subirse a uno de los barcos.

Y así fue, los Murlan que iban hacía los barcos, intentaron hacer una barrera de escudos, llevaban escudos rústicos que tenían forma de cometa, pero había varios que llevaban paveses que robaron de Ferlan. Lenta y trabajosamente fueron embarcando mientras los asesinos mataban a la mayoría de los ballesteros, hasta que ellos también murieron, pues los ballesteros Mirlandos no solo son precisos con la ballesta, si no, que además tienen enseñada una técnica de combate con la espada, muy dificultosa de desbaratar. Pero no fue suficiente, los Murlan lograron embarcar y escapar.

Lodroc, por otro lado, estaba desconcertado, oyó gritos y el canto de la trompeta, pero observaba a los bárbaros apostados en las murallas. Pero no tardó en caer en cuenta del engaño, ¡Los Murlan dejaron esos muñecos para despistarlo a él y a sus soldados! Lleno de cólera, Lodroc convocó a la caballería e intentaron perseguir a los prófugos por la orilla del río, pues la corriente les iba en contra, seguro que muy rápido no iban a ir.

Pero no pudo alcanzarlos, los Murlan iban tomando una distancia preocupante y los caballos de él y sus soldados se fueron cansando, hasta no dar más. Así Kedrik Mano de Hacha, gracias a una tonta, pero inesperada distracción, escaparon.

Aun así, los Murlan fueron emboscados en el estuario que lleva al Mar Índice, el mar que separa a Mirlandia de Murlan, pero por suerte no perdieron ningún navío, aunque casi perdieron una centena de tripulantes debido una ventisca de virotes que disparaban una compañía de ballesteros en la costa, entre ellos Kedrik fue derribado, pero lo llevaron de vuelta a su hogar natal. Porque sí, los Murlan llegaron a escapar, pero el Rey de Mirlandia no perdonó aquella invasión a sus tierras, y les declaró abiertamente la guerra.

Pero no llegaron lejos, si bien los Mirlandos diezmaron a los Girganos, el reino quedó debilitado. Aunque los Murlan, que no eran muy numerosos, tampoco se atrevían a atacar las costas de Mirlandia, ahora reforzadas ante cualquier intrusión. Muchos eventos sucedieron en la Guerra de los 13 Barcos, pero no serán contadas en este pergamino, pues son muy extensos. De todas formas, si será contado el culminar de ésta.

Los Murlan, temblorosos ante la declaración del rey Mirlando, modificaron los 13 navíos que fueron a Ferlan en unos galeones enormes, de los más grandes que fueron construidos jamás y los situaron alrededor de la costa de la isla, para prevenir una invasión. Si bien los Mirlandos no se dedicaban al trabajo del mar, si tenían el conocimiento para crear excelentes balistas. Después de varias escaramuzas y batallas, construyeron la tercer y Última flota de barcos que zarpó hacia Murlan. Para ese entonces, de los 13 navíos quedaban sólo 6, pues los Mirlandos venían con superioridad numérica y poco a poco los barcos de los Murlan fueron hundiéndose. Cebrak, el entonces general a cargo de la flota Murlan, anticipó que los Mirlandos iban a tomar la Torre del Ocaso, un punto de control muy útil para controlar la Bahía de Stefsen y así avanzar fácilmente hasta llegar a la Capital de la isla. Pero el plan de contraataque de Cebrak fue llevar toda la flota a las costas de la Torre, para así detenerlos, cosa que hicieron.

La batalla naval fue sangrienta, y los Murlan fueron derrotados y se retiraron a la torre del Ocaso, donde los pocos barcos Mirlandos que quedaban intentaron conquistar la torre, pero no pudieron, por lo que de los 40 navíos que zarparon de Neela, la Ciudad de Piedra, tan sólo 2 volvieron. Con la destrucción de los 13 Barcos que partieron hacia Ferlan, los Mirlandos dieron por terminadas las incursiones de los Murlan, quienes, a partir de ese momento, no volvieron a hacerlas más.

Después de estos acontecimientos, Murlan y Mirlandia estuvieron muy enemistadas entre sí, pero eso no impedía que el comercio entre ambos reinos se viera afectado, pues a los Murlan les fascinaban la Piedra con la que los Mirlandos construían sus casas y castillos. Y los Mirlandos estaban seguros que los pinos de Murlan eran los mejores de todo Sureliand. Fue cuestión de tiempo hasta que entraron en una pacífica y próspera paz.


Nota del autor: Dibujé un mapa dónde indica como era la parte sudoccidental de Clerk, en los próximos días (o semanas) lo publicaré por acá, así sabemos con precisión, dónde ocurrieron estos eventos y la primera parte de la historia de Enric.

El saqueo de Ferlan y la Guerra de los 13 BarcosWhere stories live. Discover now