Enséñame

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Aome

Han pasado casi dos año después de que decidí quedarme en la era feudal, y no a sido exactamente como lo imaginé, de echo no tiene nada que ver mi ilusión de mi realidad.

Cuando llegue, pensé que mi vida alado de Inuyasha sería casi perfecta, pero me equivoqué.

Tres meses después de que llegue y comenzé a vivir con el, me di cuenta que cuando me miraba, lo hacía con una pizca de tristeza, y cuando me tocaba, era muy melancólico; me costó entender lo que pasaba, pero uno nunca puede mentirse por mucho tiempo, así que acepte que el no me estaba viendo a mi, sino a Kikyo, el la veía en mi.
Así que por mi, y por el, decidí terminar la relación y solo quedar como amigos.

Aún así, yo veía muy triste a Inuyasha, entonces tome la decisión de revivir a Kikyo, investigue por mucho tiempo, cada que salía a alguna aldea, preguntaba a los brujos y sanadores de esa región, sobre algunos rituales de resurrección, pero ningúno de ellos funcionó. Asta que encontré a una sacerdotisa que me habló de Irazue de Taisho, Laidy del castillo de la luna. Me dijo como encontrarla, e incluso me regaló un libro acerca de la familia y acendencia de el clan al que pertenece.

Poco después al leer el libro, me llevé la sorpresa de que Seshomaru era su hijo, que actualmente es Lord de las tierras del Oeste, con esta información deduje que el podía llevarme donde su madre para realizar este complejo rito de resurrección.

Pasaron días, semanas de súplicas y súplicas, asta que por fin accedió.

Nuestro viaje duró casi medio mes, ya que solo íbamos a pie, eso me dió oportunidad de conocerlo un poco, ya que yo hacía algunas preguntas y el solo respondía sí o no; a el también le sirvió ese tiempo juntos, ya que se volvió más paciente y aveces dejaba de lado su exprecion neutra para mostrar pequeñas sonrisas que me cautivaban.

Al llegar donde su madre, ella me hizo varias preguntas, y me puso a prueba para ver si realmente hacía esto con una intervención buena, o solo quería a esa sacerdotisa para hacer el mal. Todo lo que me preguntaba lo respondía de la manera más sinceras posible.

Fue difícil poner en marcha el conjuro, ya que al momento de morir Kikyo se convirtió en almas, no había cuerpo, podía recuperar su alma, pero está necesitaría un recipiente, el cual no existía.

La solución que Laidy Irazue encontró, fue crear un cuerpo de barro recuperar su alma y después hacer otro rito para que ese cuerpo de barro se convirtiera en uno de verdad. Yo tuve que darle un poco de mi sangre y un mechón de cabello para que el ritual funcionará, aparte de que yo tenía que ir al mundo de los muertos para recuperar el ingrediente principal.

Fue una búsqueda bastante larga, tuve que pelear con uno de los monstruos que custodiaba ese portal al salir, la pelea fue dura y más teniendo que cuidar la piedra en la que había puesto el alma de Kiko. El monstruo me dejó bastante herida, la pérdida de sangre era mi principal problema, ya que me quedaba más rápido sin energía. Asta que caí rendida, pero no esperaba que el fuera a rescatarme antes de que el mundo de los muertos me reclamara.

El ritual salio como se esperaba, Irazue creó con la piedra un collar que quedó incrustado en el cuerpo de la sacerdotisa, pues esta contenía su alma.

Llegamos a la aldea está vez acompañados de Kikyo.

Inuyasha fue el primero en aparecer, y como era de esperarse, lo primero que hizo fue corre a sus brazos; debo decir que una parte de mi murió con ese reencuentro.

Unos días después Lin se lastimó el pie, pues estaba tan distraída entrenando que no reconocí su presencia y lancé una flecha en su dirección, al intentar esquivarla torció su pie, así que no podía apoyarlo. Cómo me sentía muy culpable, siempre que Seshomaru venía a visitarla yo la llevaba en mi espalda.

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