Don't touch my skin ✧ ; Jjk + Kth [Próximamente]

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Una llama tan viva se apagó sin humear antes, aquella alma había salido sin antes despedirse y solo se asomaba cuando la luna llena era el mejor espectáculo en aquel oscuro cielo en las noches. Una sonrisa se desplomó al ver a un pequeño cuerpo caer, y un tormento se disparó entre sollozos cuando aún aquel reino ardía en llamas. Los ojos avellanados y de aquel tono chocolate que podía ser tan sublime, trataban de sostener un reflejo de lucidez. El refugio que él había construido, fue derrumbado con una sola flecha que dio en el blanco en plena batalla. Una en la cual solo el de cabellos rubios y ojos miel importaba, su hermano.  

El único ángel que parecía ser parte de la familia Kim.

Y aunque no hubiese sido sorpresa, a aquel corazón agitado y desesperado le había dolido. Si bien un pequeño cuarto había ahogado sus lágrimas sintiendo su piel arder ante cada golpe, el que lo calcinarlo de manera lenta no se compraba. Porque aquel chico de piel acanalada, nunca había sufriendo tanto por una ausencia que nadie más iba a poder ocupar, porque el amor de aquel pequeño animal era puro, así como el de su dueño. Mismo que con el tiempo se fue pudriendo de manera lenta y sin darse cuenta cuando el lidiar con soledad se había hecho algo tan monótono que lo hartaba y que había transformado aquel mirar lleno de dulzura en uno muerto y frío que valga la redundancia, solo se asomaba.

Y ese había sido su mayor error, podrirse primero para después recurrir a un demonio

Quizás y eso lo había vuelto frágil ante un simple tacto, que fue tomando magia al empezar a desenvolverse de manera lenta sobre un corazón frío que sin querer terminó viendo las estrellas nuevamente sin tener que recordar un pequeño ser que en la realidad no existía y que solo era traído por aquel satélite que reemplaza al sol por las noches.

Un tacto que era al principio no era nada, y que se fue transformando en un todo, a pesar de quemar.

Y que solo perteneciera a algo que dañaría en contra de su voluntad al no acobardarse ante otro demonio