parte única.

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Cuando uno piensa sobre lo que implica y lo que en realidad es una preparatoria, siempre imagina la acostumbrada jerarquía en donde la abeja reina y los deportistas someten al alumnado entero, mientras los nerds, los diferentes al resto y los que no caben en los parámetros de belleza que ellos mismos han creado, son marginados y dejados a un lado. Uno maquina en su cabeza que así deben ser las cosas, como si estuviéramos hablando de la película "Meen Girls" y no de la pura realidad.

Por ejemplo, en la preparatoria nacional de Daegu, no existe esa tan marcada diferencia. Era innegable el decir que no existían grupos de amigos que tenían la mejor relación con todo el colegio mientras que también existían pequeños grupos que no eran tan sociables como ellos, así como existían personas que eran una mierda y otras bastante buenas. Era toda una gran mezcolanza, pero la cosa distaba mucho de lo que en la pantalla grande se exhibe.

Entre esos grupitos un poco mierdas pero que sin embargo eran aceptados por la mayoría y con un algo de lo que podríamos llamar popularidad, estaba el joven y bello YoonGi, con sus ojos claros y pelo lacio podía pasar como un ángel frente al ojo de todo el mundo, y es que ¿Quién dudaría de aquello? Si con esa cara que parecía cincelada a mano a bajarle la luna si así lo pidiese.

Lucía como un hijo bastardo de Afrodita cuando compartías cama con él y disfrutabas de sus connotados atributos, sintiendo su toque quemar por días. Parecía el chico más bueno de todos cuando alzaba la mano en las clases de debate y siempre respondía con las palabras justas, acertadas y correctas a lo que sea que se preguntase, también lo era cuando organizaba obras de caridad junto al comité estudiantil para ayudar a los más convalecientes. Aunque se veía como un auténtico ángel del demonio cuando jugaba bromas pesadas a algún pobre diablo solo por diversión u cuando hablaba pestes e inventaba chismes hirientes sobre quienes no eran de su agrado, tenía tantas caras y facetas como un dado. En público jugaba sus mejores cartas para que se le admirase, pero en privado lamentaba todas sus maldades, ya sabía que en algún momento todo eso volvería a él.

YoonGi era querido por quienes buscaban agradarle y odiado por quienes lo envidiaban y quienes habían sufrido de sus andanzas. Aunque es posible que nadie lo quisiera, ni lo odiara tanto como Jung HoSeok.

Cuando HoSeok llegó a la preparatoria de Daegu, ingresó con su mochila temblorosa de los nervios y un entrañable paso seguro. Con diecisiete años cumplidos hace ya rato, con su cabello color azabache lacio, ordenado e impecable con su chaqueta bomber estilo universitario sobre una camiseta a rayas blanco y negro. Había llegado a una nueva ciudad lo que implicaba nuevo colegio y volver a hacer amistades, lo que en sí no le costaba mucho antes, pero en estas circunstancias la cosa se volvía algo complicada.

El mapa que la secretaria le había entregado no le servía de mucho cuando los pasillos estaban abarrotados de adolescentes reencontrándose tras las vacaciones de verano, por lo que intentaban encontrar a algún buen samaritano que le ayudase con las indicaciones. Tenía química a primera hora y aún no hallaba su casillero para guardar sus cosas, igual eso podía esperar. Miraba hacia todos lados en busca de alguien desocupado que lo guiase, hasta que un cuerpo de figura caliente y bastante más bajo que él lo chocó, estrellándose contra su pecho.

—Mira por donde caminas idiota. —murmuró el chico desconocido encarándolo desde abajo y con cara de fastidio, la cual cambió a una pequeña mueca de asombro al ver al chico nuevo cerniéndose frente a él. Nunca lo había visto antes, y parecía bastante atractivo a simple vista.

HoSeok estaba preparado para soltar una sarta enorme de disculpas hacia el de cabellos lacios, pero lo único que salió de su boca entre balbuceos fue un: —¿Podrías mostrarme donde está el salón de química?

Había tenido un enorme flechazo por el chico de figura escueta y pantalones ajustados, parecía lindo desde arriba. Con los ojos muy achinados y mandíbula curva, muy a pesar del verano no poseía bronceado y su piel era de un suave color crema parecida a la porcelana. Su larga camiseta a rayas amarillo y negro unas tres tallas más grandes que la propia, que le hacía ver aún más pequeño, lo que le inspiraba un poco de ternura. Parecía del tipo de chico que uno quiere llevar a citas y comprarle flores caras que luego terminarían en un pintoresco florero, el tipo de chico que uno desearía llevar al baile de graduación colgado del brazo.

don't take it personal | jhs ; myg |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora