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-A mi no me quieras ver la cara, ¿crees que soy estúpida? ¿En qué pensabas mientras hacías esa suma?... Tonta, eres una tonta. Sólo tu desperdicias un 20 para dejar que el puntaje del examen sea un simple 19. Siento que me equivoqué contigo, deberías estudiar más... Un 19 es para los niños bobos que no les importa nada, tu debes esforzarte más que ellos... Díme, ¿estabas conversando en el examen?, me imagino que eso hacías, o quizás es que se te olvidó sumar... Espero que no se repita, Sheila, procura que no vuelva a pasar...

Una niña de seis años observa siempre el mundo desde la perspectiva de sus padres, no existe otra manera de ver. Los padres son el primer contacto con el mundo, y la primera realidad que se dibuja en las pequeñas mentes llenas de flores, moñitos, panquecas, chocolate y muñecas que tienen todas las niñas.

Esta princesa quiere ser igual a mamá al mismo tiempo que intenta conquistar el corazón de papá. Este es el primer sueño, su sueño, bueno, incluso el mío, aunque esto no importa porque estamos hablando de otra persona, una que es irreal basada en millones de reales, ¡que triste!, millones reales y solo una irreal.

La presión puede hacer muchas cosas, la mayoría de ellas son destructivas, okay okay, ¿a quién engañamos?, todas ellas son destructivas. La presión oprime, transforma, deforma y aplasta aquello que es sometido a su presencia constante. Resulta que en esta historia tenemos a una pequeñita que dejó marchitar sus flores, no quiso lucir más nunca un par de bonitos moñitos, se obligó a no delirar por el aroma de las panquecas, se olvidó de lo confortante que es el chocolate para su corazón y dejó huérfanas a sus lindas muñecas.

Las niñas no deberían crecer tan rápido, ellas deben soñar un tantíto y dejar que de poquitíto se transformen en mujeres firmes, tiernas, audaces, encantadoras y libres, sí, libres, porque este es un privilegio escaso y más en el pequeñíto mundo de las niñas.

Pero bueno, ¿para que negarlo?, es bien sabido que antes de que una niña se sienta y sea libre, ella primero debe ser perfecta, y... (Suspiro de la autora) esto es mucho más complicado que alcanzar la libertad.

---Mami, yo...

Cuando Sheila tenía 6 años entró como estudiante del primer grado de primaria en una escuela promedio. Ella era excelente, aún a su corta edad ya sabía sumar, restar, multiplicar, dividir y leer de manera fluida enciclopedias, incluso hacía análisis de sus lecturas; era la niña inteligente de su clase, y a ella le gustaba, no por poseer aptitudes jactanciosas, cosa que no era así, sino porque siempre amó ser una esponjita del conocimiento, y claro, esto le ayudó a entender el mundo a muy cortísima edad, a ella le encantaba compartir todas las curiosidades que descubría con cualquiera que le buscara conversación, ella, realmente amaba hablar de las curiosidades que descubría mientras leía.

---Mami yo...--- Murmuró una pequeña Sheila con la vos rota.

---¿Qué me vas a decir? ¿Que no sabes sumar?, ¡eso ya lo sé! --- Afirmó implacable su madre.

---Yo se sumar, mami... --- dijo apresurada. --- Pero... me equivoqué, no se qué pasó... Yo... Yo me se las sumas mami...

Para este momento ya Sheila se encontraba llorando, se sentía estúpida, torpe, ¿porqué me equivoqué en esa operación si era tan fácil?, se preguntaba una y otra vez.

La verdad es que no había ningún problema, sólo fue un errorsillo al momento de sumar 73 + 51. Les cuento: mientras se desarrollaba el examen y Sheila hacia precisamente esa adición, resulta que la maestra comenzó a pasar lista, ella era el alumno número 24 de la lista y la suma le había dado como resultado 124, que es el resultado correcto, el asunto es que a Sheila le pareció curioso que justo cuando resolvía esa operación dijeran su nombre que casualmente coincidía con los últimos dos dígitos del resultado, así que, ya se podrán imaginar lo que pasó. Inconscientemente, Sheila colocó el número de su lista en el examen olvidándose del número 1.

La historia de la suma fallida es una nonada que la señora mamá de Sheila tomó como un error que no se podía dejar pasar por alto, así que, aquí estamos, con una señora absurdamente iracunda y una niñita decepcionada de sí misma.

El primero y el segundo grado de primaria, Sheila los pasó en ese colegio donde hizo amiguitos, disfrutaba de la hora de la merienda y también de hacer educación física en ese enorme patio que poseía esa institución, pero aunque acabo de nombrar aquellas cosas que nuestra niñita supo apreciar de su colegio, tristemente no había más que valorar. La educación en el Dr. Carracciolo Parra León era muy básica, no sólo para Sheila que era muy inteligente, incluso para sus compañeros, ¡imaginense!, ¡dos años estudiando el cuerpo humano donde el conocimiento consistía en reconocer que el cuerpo está conformado por cabeza, tronco y extremidades!, esto es absurdo incluso para primaria, y lo digo enserio.

Bueno, a nuestra niñita le falta un año más en ese lugar, y aún no resolvemos la crisis de una suma mal hecha, así que... Mejor continúo con la historia.

---¡Que decepción, Sheila! ---Dijo la madre consternada.

---No va a volver a pasar mami, en serio, lo prometo, fue sin querer.

---Yo se que no va a volver a pasar, sino yo soy la que "sin querer" te va a pegar. --- Sentenció la señora.

Nuestra niña no podía creer cuán torpe había sido, ella no debía distraerse. En un principio, Sheila al ver el examen pensó que su mamá se reiría al comprender la razón de su equivocación aunque sabía que su madre no toleraba las fallas académicas, pero esto era un tema diferente, precisamente ahora ella se encontraba decepcionada de si misma que era todo lo que ella jamás se imaginó, ¿cómo podía parecerle cualquier cosa haber fallado en el examen?, ciertamente esto no se debe repetir, pensaba, luego se propuso evitar a toda costa distraerse para no volver a cometer un error.

Ella debía ser perfecta, y un error como ese era una mediocridad muy grande que no se permitiría repetir jamás.

Luego de haber pensado eso, llegó su prima Violeta para jugar a las muñecas, pero Sheila la ignoró amablemente y se fue a su habitación para disponerse a estudiar todas sus materias. "Es lo correcto", pensó, al terminar jugaré con Vilu.

Ese día Sheila estuvo en su habitación estudiando hasta quedarse dormida sobre su escritorio.

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2022 ⏰

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