El camino de las sombras

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-Lo escribí escuchando una banda llamada boys like girls. Mi banda favorita hasta el momento-

Desperté en una habitación vacía y oscura, tan oscura que llegué a preguntarme si había abierto los ojos o seguía en una pesadilla que al parecer era interminable. No podía guiarme con mi vista así pues me guié por mí tacto. Las sábanas de aquella cama eran ásperas, casi se sentía como la lengua de un gato. Mis pies descalzos tocaron el suelo y un frío me envolvió como si el invierno atacase todos mis órganos dejándome helada y seca por dentro. Cada paso que daba se sentía como si estuviese pisando ortigas, esa planta venenosa que cuando la tocas se sienten como un millón de clavos en tu piel pinchando hasta la mínima célula que queda en tu cuerpo. Pasé las manos por la húmeda pared hasta que divisé el pomo de la puerta. Mis manos se deslizaron poco a poco por el pomo y conseguí abrir la puerta haciendo un estruendoso ruido. El pulso se me aceleró, me había acostumbrado al frío helando mis extremidades y órganos. Delante de mí había un largo pasillo con una pequeña lucecita que dejaba ver un poco más que dentro de la habitación.
Un olor a podrido indundó mis  pulmones. Seguí andando, no podía parar, mi curiosidad era tan fuerte. No sabía en qué lugar estaba pero se escuchaban gotas allá donde fuese. Al final del pasillo había otra puerta, el pomo plateado brillaba incluso más que la luz. De allí provenía aquel insoportable olor a podrido. Abrí la puerta con cuidado, no había luz, sentí miedo quería huir, pero era muy tarde, ellos estaban allí y los había molestado. Al abrir la puerta se me abalanzaron, eran seres con el cuerpo totalmente negro, negro como la noche, como el azabache, como la negror de la nada.  Llevaban unas caretas blancas tapándoles la cara. Me cogieron de los brazos, intenté gritar pero fue inútil, mi voz estaba paralizada mis cuerdas vocales no funcionaban. Ya sentada en una nueva habitación los seres de las máscaras me miraron con detenimiento. Yo no podía ver sus ojos pero con la simple sensación y tensión que había en la sala sabía que me miraban. Se acercaron a mí y tuve el impulso de quitarle la careta a uno de ellos.
¡Maldita curiosidad! No la podía controlar el sentimiento de saber más sobre ellos me invadió y en menos de un segundo sin darme cuenta le había quitado la careta que cubría su rostro, o mejor dicho no rostro; porque no tenía nada no tenía ojos ni boca. Los observé horrorizada y sentí como me temblaban las piernas. El ser al que le había quitado la careta me tendió su mano y yo la tomé, en las papilas gustativas noté amargor, quizá era lo que ellos mismos sentían. Aquella cosa me traspasó sus sentimientos haciendo que yo pudiese ver lo que él o ella veía. Quería gritar, llorar, no veía nada más que negro y negro y más negro, me angustiaba, no podía respirar bien, lo único que quería era volver a ser yo, porque aún tenía la pequeña consciencia de saber quién era. Intentando soportar el intenso dolor que había en mi cuerpo acabé cayendo al suelo, y el negro así sin más se volvió en blanco y fue en ese instante cuando comprendí que había tomado la peor decisión de mi vida y no volvería a despertar.

~Esto es un rompecabezas que no siquiera yo misma soy capaz de resolver~

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