Había una vez, en una ciudad que nunca existió, en un año que puede haber pasado o está por pasar, una joven común, sin nada que destacar, no era hermosa, no era lista, no tenía talentos artísticos y definitivamente no era especial, estas no son mis palabras, solo estoy diciendo lo que Abigail Watson dijo justo antes de cambiar el mundo que conocíamos, para siempre. Quizá deberíamos retroceder un poco el tiempo, a un año más específico y una ciudad que todos conocen; Abigail Watson vivía con su madre Emily, su padre James y sus hermanas Sophia y Emma, nació el 22 de julio del 2000 en una clínica en la ciudad de Phoenix Arizona a las 10:07 p.m. Sus ojos son verdes como una manzana, su cabello rojizo como un ladrillo, sus dientes parecen perlas y cuando sonríe iluminan la habitación, todo esto según una descripción que hizo de su persona en el preescolar. Cuando Abi cumplió 8 años tomo una decisión que para ella marcaría el comienzo de una larga lista de fracasos durante su juventud, decidió entrar a un concurso de canto infantil; Abi adoraba cantar, según sus padres tenía la voz de un ángel, según sus hermanas parecía que un perro estaba aullando y según ella era divertido y no importaba si lo hacía bien o mal, pues ella creía que si se divertía los jueces le darían una calificación perfecta, nada más alejado de lo real. Abi pensó durante días que canción cantar, estuvo a punto de rendirse y cantar una canción sobre una ardilla que escribió a los 5 años, pero de pronto escucho una canción a lo lejos y se dispuso a localizar el origen de esta; el sonido de la canción la llevo hasta la cochera de su casa, donde su padre estaba reparando un viejo aire acondicionado, mientras su madre insistía en que bailaran la canción.
- ¿papá, mamá?
- ¿Qué sucede cariño? – respondió su madre mientras bajaba el volumen de la radio.
- ¿Por qué quieres bailar con papá esa canción? – era demasiado curiosa como para solo preguntar el nombre de la canción y seguir su camino, su padre volteo a ver a su madre con una sonrisa pícara en la cara para después agachar la mirada, levanto una vez más la mirada, pero ahora hacia su hija.
- Veras mi pequeña Sherlock, como sabes, tú mama y yo nos conocíamos desde pequeños, éramos vecinos, yo le llevaba una flor cada mañana a la parada del camión, tu mama era malvada así que siempre las tiraba cuando creía que yo no me daba cuenta, ella siempre me gusto desde pequeños, pero yo a ella no, así que yo siempre estaba detrás de ella, en la escuela me sentaba detrás de ella solo para oler su cabello, en el receso me sentaba con ella aunque luego ella se levantaba y se alejaba de mí, de regreso a nuestras casas siempre caminaba junto a ella y le hablaba sobre tontos programas de televisión que no le interesaban, pero ella me escuchaba porque no quería irse sola hasta su casa, en esa caminata y cuando le daba la flor en las mañanas eran los únicos momentos del día en que ella me hablaba, pasamos años con la misma rutina y en ningún momento pensé siquiera en otra chica, y llego el momento en que tu madre ya no tiraba las flores, ella se sentaba a mi lado en clases para poder hablar, se quedaba junto a mi hasta que tocara la campana para regresar a clases luego de receso y miraba los mismos programas que yo para poder hablar de camino a nuestras casas, teníamos 17 años cuando por fin reuní el valor suficiente de invitarla por una malteada, había trabajado 2 fines de semana para poder hacerlo, aún recuerdo al señor Thompson gritándome porque no limpiaba los zapatos bien, bueno eso es otra historia, cuando le pregunte a tu madre ella acepto casi de inmediato, así que la lleve a un sitio llamado ¡splash!, en ese entonces todos los jóvenes iban a perder el tiempo ahí, tu madre y yo no éramos la excepción, durante los primeros minutos ambos estábamos muy nerviosos hasta que sonó esta canción en el local, cuando tu madre la escucho se rió un poco, así que le pregunte que le sucedía y ella me confeso que siempre que la escuchaba pensaba en mí, y decidí bailar con tu madre y mientras bailábamos vi sus ojos verdes como manzana que me hipnotizaron y no pude evitar robarle un beso, nuestro primer beso – dirigió su mirada hacia Emily y ambos sonrieron con felicidad – y pues para responder tu pregunta, somos viejos y estamos pensando en el pasado – Emily borro su sonrisa y la cambio por un ceño fruncido por unos instantes.
Abi había quedado asombrada por la historia de su papa, no comprendía mucho de lo que había hablado su papa, pero su historia le hizo sentir cálido el pecho, así que lo decidió, esa sería la canción que cantaría.
- ¿y cuál es el nombre de esa canción? – preguntó con entusiasmo, del que tenía de sobra.
- se llama every breath you take.
Abi regreso corriendo entusiasmada a su cuarto, sus padres solo se vieron y rieron sin más. Una vez en su cuarto, busco la letra de la canción en Internet, la escribió en una hoja y la memorizo, Abi se preparó durante una semana para el concurso, ensayo a diario, hizo su propio vestido con ayuda de su madre y su padre le ayudaba preparándole un licuado asqueroso que según el servía para aclarar su voz. El gran día había llegado, Abi por fin cantaría y se divertiría mientras ganaba un concurso, minutos antes de su turno ella solo podía pensar en su futuro, se imaginaba como una estrella de la música, viajando por el mundo, cantando frente a miles de persona, divirtiéndose a montones, y al fin llego su turno, después de días de preparación por fin podría divertirse, por desgracia para ella la vida no quería que destacara, por lo menos aun no, una vez que comenzó a cantar se dio cuenta que todos se estaban riendo y cubriendo los oídos, algunos murmuraban cosas entre ellos, cuando terminó su canción los jueces le dieron la peor calificación del concurso, 1-2-2-1, aparentemente no tenía la voz de un ángel, más bien aullaba como un perro y lo que fue aún peor, descubrió que no es suficiente divertirse. Abi estaba avergonzada, no salía de su habitación y no quería ir a la escuela porque pensaba que todos se burlarían de ella, para su mala suerte estaba obligada a ir, pues no podía estar sola en casa. Esa mañana en la escuela nadie estaba hablando del fracaso de Abigail Watson, la pequeña niña que siempre tenía una sonrisa para todos, quizá hubiera sido mejor si todos se burlaban de ella, por lo menos así la hubieran notado; este fue el primer gran fracaso en su vida y le dejo una enseñanza, no basta solo con divertirse, y una meta, algún día todos reconocerán a Abigail Watson, para bien o para mal, pero una vez más nada resulto como nuestra joven se lo propuso, intento entrar a cada equipo deportivo de la escuela, al club de teatro, al de canto, ajedrez, informática, intento en todo lo posible y en todo fallo, sus calificaciones no eran extraordinarias y no era la más hermosa, así que paso los siguientes 7 años de su vida en completo fracaso y anonimato, y es aquí donde inicio la historia de Abigail Watson.
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La maravillosa vida de Abigail Watson
Teen FictionLa vida de Abigail Watson una chica invisible destinada al fracaso, con pocas habilidades sociales y una gran meta a cumplir, lograr que algún día todos conozcan el nombre de Abigail Watson, para bien o para mal, esto según sus propias palabras.