Capitulo #3: Estoy más sola que ayer pero menos que mañana.

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Habían pasado ya dos días desde los sucesos de la plaza, Abi había caído antes, pero nunca tan fuerte como ese día, ya era lunes y Abi debía ir a clases, cosa que no le apasionaba mucho, estaba demasiado deprimida como para levantarse eh intentar de nuevo, así que decidió fingir estar enferma, su madre trabajaba en un hospital como enfermera, salía desde temprano a su trabajo, por lo que su padre era quien se encargaba de los labores domésticos mientras atendía su taller, así que sería fácil engañarlo, o eso pensó ella, su padre entro a la habitación para apresurar a Abi, ella dijo que se sentía mal, su cabeza dolía y para hacerlo más creíble tosió un par de veces, su padre la vio fijamente por un par de segundos y le dijo que estaba bien, después este bajo para despedir a las hermanas de Abi quienes estaban molestas porque ellas tenían que ir a la escuela pero Abi no. El padre de Abi salió a comprar unas cosas al supermercado y la dejo sola por una hora, para cuando regreso había vuelto con unas donas de la tienda favorita de Abi y un frasco de nutella, subió al cuarto de Abi para hablar con ella.

- así que... ¿aun te sientes mal? – pregunto mientras se sentaba en la cama de Abi.

- sí, no creo que pueda ir a la escuela por unos días – tosió un par de veces para que su padre no sospechara.

- ya veo, ¿estás tan enferma como para no comer una dona con nutella con tu padre? – él sabía cuál era la debilidad de Abi, después de todo también era la suya, una dona de coco, con cobertura de chocolate comprada en "spirals" con nutella encima, Abi no podría resistirse.

- quizá pueda comer una o dos – la mirada en Abi había cambiado, antes reflejaba tristeza, pero ahora estaban llenos de un brillo que solo podía describirse como alegría.

- ¿quieres contarme que paso? La Abigail Watson que conozco nunca ha mentido para no ir a la escuela, no quiero pensar que eres un alienígena que robo el cuerpo de mi hija para poner huevecillos en nuestros cerebros – James era un raro, toda su vida lo fue; Abi quería mucho a sus padres, por igual, pero siempre se sintió más unida a su papá, pues según ella, su papá era el ser humano más optimista del planeta y siempre que ella estaba triste su papá la apoyaba y estaba ahí para escucharla.

- podría contarte, pero promete que no me enviaras a la escuela, por las donas con nutella – las donas no eran un juego para estos dos, era algo serio que no se tomaban a la ligera.

- lo prometo por las donas – James era muy comprensivo y siempre cumplía lo que le prometía a Abi.

- ¿recuerdas que hace unos días fui a la plaza? – agacho su cabeza y cambio su tono de voz, su padre solo asintió – bueno pues había unos chicos, son unos tontos, se burlaron de mí, aunque eso no me afecta, sabes muy bien que siempre me levanto, lo que me tiene triste es que después de eso fui a los sanitarios, y ahí estaba una chica llorando, intenté hablar con ella, nunca antes la había visto, pero ella a mi si, aparentemente ella sabía quién soy y todo lo que eh intentado hacer, pero no me veía como una fracasada, incluso pensé que me admiraba, pero si lo hacía ya no lo hace, la chica aparentemente se había sentado detrás de mí en la escuela durante años, y le molesto que no la reconociera, incluso me dijo que solo soy capaz de preocuparme por mi persona, y no sé qué hacer, pensé que podríamos ser amigas, pero... - la voz de Abi se cortó de repente y cayeron un par de lágrimas de sus ojos, su papá se acercó a ella y la abrazo.

- seca esas lágrimas, vas a mojar la dona y te castigare por eso – Abi sonrió un poco, su papa era un tonto pero siempre sabia como hacerla sonreír - ¿sabes? Te contare un secreto, pero no puedes decirle a tu madre o tus hermanas, tu eres mi favorita, eres igual a mi cuando era joven – el tono de voz de James cambio, esta vez era más calmado, reconfortante, lleno de nostalgia – una vez te conté como conquiste a tu mama, te dije que éramos vecinos y yo siempre estaba detrás de ella y un día solo se enamoró de mí, bueno, esa no era toda la historia – James parecía triste y Abi estaba cada vez más confundida – le lleve una flor a tu mama, cada día durante siete años, y ella las tiraba, porque para todos en la escuela yo era un raro, siempre estaba feliz, siempre iba de un lado a otro escuchando música de Pink Floyd, con un gorro viejo que nunca me quitaba y solo hablaba de star wars o star trek, para los chicos de ese tiempo lo que yo hacía, mi forma de ser, me hacían blanco de agresiones, me ponían muchos apodos, me golpeaban y siempre estaban tratando de quebrar mi espíritu, pero no importaba que tanto se esforzaran en quebrarme o hacer que cambiara mi forma de ser, yo siempre me levantaba y volvía a sonreír, era feliz aun con todo eso, aunque hubo una persona que lo logro, después de todos esos años de acoso, una persona, una chica que siempre había sido amable conmigo logro romper mi espíritu, y no solo eso, también mi corazón, esa chica fue tu mamá – James quedo en silencio por unos instantes y Abi tampoco dijo nada estaba demasiado atenta a cada palabra que su padre decía – tu madre estaba con sus amigas en los pasillos, ese día yo no me fui en el camión, por lo que no le di la flor que le llevaba a diario, así que decidí dársela en la escuela, las amigas de tu mamá estaban viéndonos y ella solo tomo la flor, la arrojo a la basura y dijo "aléjate de mí raro, no me traigas más flores nunca", yo no hice nada, solo me quede ahí parado mientras tu mamá y sus amigas se alejaban y se reían, me senté en el piso y me quede ahí sin hacer nada, el director llamo a mis padres, fueron a recogerme, pero yo no dije ni una sola palabra en lo que quedaba del día, me encerré en mi habitación, en silencio, a oscuras, mirando el techo con mi mente en blanco, en algún momento debí quedarme dormido porque cuando me di cuenta eran las 3:00 a.m. me sentía triste, enojado, decepcionado, me dolía más que cualquier golpe que hubiera recibido antes, estaba devastado, así que... decidí cambiar, durante las siguientes semanas lo que hice fue cambiar, en cierto sentido podría decirse que asesine al raro james y lo remplacé por aquel chico común y corriente, me quite mi gorro, decidí peinarme, deje de sonreír cada segundo del día, ya no escuchaba música de Pink Floyd, de hecho deje de escuchar cualquier música y también deje de ver programas de ciencia ficción, pero esa fue la parte sencilla, lo difícil tenía que ver con tu mamá, deje de llevarle flores, me iba caminando a la escuela, me sentaba solo en el receso, en las clases me iba a una esquina y me quedaba al margen de todo, regresaba solo a mi casa y seguía con esa farsa, cabe una tumba y sepulte todo lo que alguna vez había sido, a los chicos de la escuela pareció encantarles, los que antes me golpeaban ahora parecía que les agradaba, las chicas que se reían y me señalaban ahora pensaban que era lindo, parecía encajar; comencé a trabajar los fines de semana con mi papá en su taller, cada sábado me despertaba a las 5:00 a.m. para ir con él, yo usaba el dinero que ganaba para encajar más con los chicos de la escuela, estaba cambiando mi ropa, comprando la que a otros les gustara, compre cosas que me hicieran encajar más, todas y cada una de ellas mas frívolas que la anterior, quizá solo era para sentirme mejor; habían pasado dos meses y medio desde que tu mamá me lastimo, y de pronto un día me desperté para ir a la escuela, abrí la puerta y ahí estaba una flor como las que le daba a tu mamá, al principio no la tome en cuenta, pero al día siguiente había otra y al siguiente otra, y así fue por una semana, después comencé a notar algo raro, tu madre estaba sola en la escuela, ya no se juntaba con sus amigas, pero ese no era asunto mío, ya no más. Yo había hecho decenas de amigos y aun así me sentía solo, cada día me sentía más solo, y las flores dejaron de aparecer, no les había dado importancia y no se las daría entonces, siempre pensé que sería la broma de algún idiota y que se había cansado, pero para mi sorpresa no era así, fue tu mamá, ella dejo esas flores durante semanas en mi puerta, el mismo día que dejaron de aparecer ella se acercó a mí en la escuela, y me pidió hablar a solas, aparentemente ella se sentía mal, aún recuerdo esa conversación al pie de la letra.

La maravillosa vida de Abigail WatsonWhere stories live. Discover now