Una maldición jamás imaginada acechaba al reino. El rey se encuentra desesperado buscando la forma de detener la maldición que los amenazaba. La única forma era encontrar al heredero verdadero del trono real. Lucy era huérfana desde niña, y su único...
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"Duelo en Fiore"
Se mantuvo sentado en el suelo, con el sobre sellado aún en sus manos. Todos habían decidido dejarle allí un tiempo, para que pudiera despedirse por última vez de su difunto padre. Las lágrimas no dejaban de caer por su rostro y no sentía ganas de realizar ningún tipo de acción, ni siquiera de leer aquella carta que su padre había dejado en manos de Macao días antes de morir.
Sorbió con fuerza intentando calmarse. Rompió el sobre blanco y se dispuso a leer el contenido de la carta. La escritura sofisticada de su padre podía apreciarse en toda la página, estaba escrito con tinta como Igneel tanto amaba escribir. Comenzó la lectura con las cálidas palabras de su padre, diciendo cuanto le amaba y cuán orgulloso estaba de tener un hijo con él. Demonios, él no podía ser un orgullo, no con lo testarudo que era. El relato continuó mencionando a su madre y también a su hermano mayor, quienes ya no estaban con ellos y luego se volvió un tanto confuso, explicando a grandes rasgos algo que él desconocía completamente. Se enderezó con rapidez releyendo las últimas líneas y se puso en pie de un salto observando el cuerpo inmóvil de su padre en la cama.
Salió de allí buscando a Macao con la mirada, podía sentir cómo las personas que estaban en el pasillo le miraban con sorpresa, pero en esos momentos poco le importaba.
—Necesito hablar contigo —le dijo al hombre pasando por su lado y avanzando en dirección a su cuarto, no solo Macao le siguió, también Gildarts estaba tras ellos.
—Puedo ver que ha leído la carta, su alteza —dijo el hombre una vez estuvieron en el cuarto de Natsu. Este se giró arrugando el papel en sus manos.
—¿Tu sabias sobre esto? —preguntó consternado. Macao asintió en silencio, Gildarts que cerraba la puerta en esos momentos asintió también. Natsu se desmoronó sobre el sofá, no podía creer algo así, no podía creerlo—. Entonces, mi madre y Zeref...
—Solo su majestad la reina —se apresuró a contestar Gildarts—. El príncipe heredero no falleció a causa de aquella maldición. Natsu asintió intentando comprender la situación.
—¿Y mi padre? —preguntó con la voz rota y los ojos enrojecidos. Ambos hombres se miraron de reojo. Macao contestó esta vez.
—Sí —Una respuesta sencilla y fácil de comprender. Natsu no pudo evitar las lágrimas nuevamente. Poco había logrado comprender de la descripción que su padre le había dado sobre aquella 'maldición' pero algo si era concreto en esos momentos, Igneel había fallecido por su culpa, debido a su testarudez, su padre había perdido la vida, cuando solo había intentando protegerlo. Lloró con amargura recostándose en el sofá. ¿Por qué tenía que ser la vida tan cruel con él? Había crecido sin madre, había perdido a su hermano mayor teniendo que asumir su título como príncipe heredero y ahora, su padre ya no estaba.
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Lucy ingresó en el cuarto cuando ya la noche había llegado, Macao y Gildarts se mantenían de pie junto a la puerta y Natsu estaba sentado en el sofá marrón mirando aún la carta que Igneel le había dejado. La rubia se sobresaltó cuando el peli rosa le miró fijamente.