𝐂𝐑𝐈𝐌𝐄 𝐀𝐍𝐃 𝐏𝐔𝐍𝐈𝐒𝐇𝐌𝐄𝐍𝐓 :▐ Chuuya era una joya ante los enfermizos ojos de Fyodor. Era una lástima que aquel miedo de que el pelirrojo lo dejase por uno
de sus tantos pretendientes lo corrompiera, llevándolo a tal punto de
cometer lo...
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La cálida y relajada atmósfera que abrazaba a la pareja era pacífica. Lo único que se podía escuchar era la respiración del pelirrojo junto a sus acelerados latidos. ¿Cómo no estar así...? Agitado, nervioso e internamente feliz por estar al lado de quien le hacía sentir de esa manera tan vergonzosa. Y era obvio que su orgullo no le permitiría admitir dichos sentimientos.
Era una pérdida de tiempo, era obvio que el azabache ya conocía el estado del menor, ¿Y cómo no? Han sido pareja durante un largo periodo de tiempo, y ya conocía cada parte de él, la forma en la que pensaba, las cosas que le agradaban y desagradaban... Las cosas que le incomodaban, por ejemplo: salir en citas.
──Chuuya si te incomoda estar aquí solo dímelo, podemos volver a casa...──ofreció el ruso, tomando un sorbo de la taza de té que antes reposaba sobre la mesa.
Nakahara suspiró, devolviendo su vista hacia su pareja──. No es eso, simplemente me resulta vergonzoso estar contigo fuera de casa──el ojiazul se abrazó a sí mismo. Fyodor ya conocía el porqué.
Digamos que casi destruyes una ciudad completa, luego de ello causas otro desastre por un libro y las noticias no tardan en revelar al culpable de dichos crímenes, y como si fuera poco, después de salir de la cárcel con tu rival conoces a un ejecutivo que de una organización enemiga que resultó también ser enemigo de tu rival, se enamoran, pasan por los problemas de esa típica relación prohibida donde planeaban salidas a escondidas y demás para al final dar a conocer lo que había entre ustedes.
──¿Te da vergüenza que nos miren, verdad?──y allí estaba la causa de su incomodidad. Era obvio que las miradas sobre los jóvenes no tardaban en hacerse presente rompiendo el hilo que separaba lo pacífico de lo destructivo. Si tan solo no hubiese acogido aquella mala fama su ángel no estuviera tan agobiado por las opiniones ajenas.
Fyodor tomó la mano del pelirrojo, atrayendo nuevamente dichos ojos color zafiro que lo ahogaban en ese mar azulino cada vez que chocaban miradas.
──Tranquilo, lo único que importa aquí es que seamos felices... No me importaría intentar destruir una ciudad otra vez, no me importaría matar a lo segundo que más me hace feliz, no me importaría cambiar el rumbo de esta historia con ese estúpido libro... Si es por tí──sin decir nada más le sonrió de manera cálida y honesta, en un acierto al tranquilizarlo.
Sus palabras eran encantadoras. Amó la forma en la que su voz sonó tan concentrada en regalarle la comodidad nuevamente, de hacerle olvidar a los demás y solo centrarse en ellos y las cosas que lograban hacerlos felices.
La cálida mano de su acompañante correspondió al agarre de Dostoyevsky, curvando sus labios para sonreírle de vuelta.
