Te odio.

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Y una vez más, la misma nota como todas las mañanas. El albino ya comenzaba a cansarse de aquella broma de mal gusto; incluso se sentía algo abatido, después de todo, siempre hay una razón para los sentimientos. ¿No?

—¿Pasa algo Kakashi? —Preguntó su azabache amigo con una sonrisa en el rostro, cerrando el casillero ageno.

—No es nada Óbito. —Hizo bolita aquel trozo de papel y lo aventó.

El de orbes color ónix pareció molestarse por unos momentos pero luego pintó una sonrisa despreocupada en su rostro. Le abrazó por los hombros y le arrastró hacia la cafetería.

—Despreocupate de la vida que te arrugas —se sentó en una de las mesas con Kurenai y Asuma, quienes esperaban a Gai—, y no quieres eso ¿verdad?

—¿El chico anónimo te sigue molestando? —La de ojos color rubí se recargo en la mesa inclinandose hacia el frente para escuchar mejor a su compañero de clase.

—El idiota ese no tiene los pantalones para decirlo de frente.

—Debe tener sus razones ¿no es así? —Chistó levantandose de la mesa.— Voy por mi comida.

—Tú ya habías comido Óbito...

—¿No se puede comer por segunda vez a caso? Es un mundo libre y lleno de expresiones...

Se marchó dandose la vuelta y Asuma le susurró algo a Kurenai, quien solo levantó los hombros restandole importancia.

—¿Qué le pasa al bobo ese? —Anko ocupó el lugar vacío del azabache.

—¡Debe ser la juventud! —Tomó asiento a lado de la azabache y comenzó a comer.

—Juventud o no, siempre está raro cuando se toca el tema. ¿Cuánto tiempo va ya? —La pelimorada se puso a jugar con un popote que halló.

—Casi un mes, no sé.

—¿Y si es él? Después de todo Rin es tu novia y a Óbito le gusta todavía. Tiene razónes para odiarte.

—¿Bromeas? ¡Óbito adora a Kakashi!

—Mastica, traga y luego habla Gai...
—Regañó el albino con molestia.

[ . . . ]

Dos semanas más, las notas eran más constantes, y peor aún, ahora aparecian en todos lados, en sus libros y cuadernos, en su mochila... Parecía que la persona quien le mandaba todas esas notas quería deprimirle a toda costa, y eso a él, no le gustaba. Todos sus amigos le ayudaban en la busqueda del anónimo, pero ningún resultado, todos coincidían en que la persona le conocía tan bien. Eso hacía todo más aterrador, y a la vez deprimente.

Rin llegó corriendo a su lado y le tomó de la mano, le arrastró hasta el baño de hombres y haciendo una señal de silencio le hizo asomarse con cuidado.

—Tú lo dejas en su casillero y esta vez, yo lo dejaré en su cuaderno de ciencias... —Óbito le dió el papel a Asuma y este suspiró.— También dale este a Kurenai, que lo deje en en el suéter de Kakashi.

—¿Cuánto más seguirás con esto? Deberías...

—No es el momento. Todavía no. —Interrumpió.

Se sintió traicionado, ¿Kurenai? ¿Asuma? Pero... ¿¡Óbito!? Se suponía que ellos eran muy unidos para que sucediera todo eso... ¿Qué le había hecho para que reaccionara así? ¿A caso si estaba resentido por lo de Rin?
Iba a entrar para reclamarle, pero la castaña le tomó de la muñeca e impidió aquel acto. Sintió como su novia le abrazaba en un intento de consuelo, pero la sensación no se iba.

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