Se estiró por tercera vez. Abrió sus ojos por fin al notar que todavía seguía en el mundo terrenal. Miró a su alrededor y todos los niños que lo acompañaron el día de ayer, ya se habían ido. El tomó la sabana que uno de los infantes le había regalado para que pasara la noche sin frío y sin tanto dolor. Agradeció mentalmente a los pequeños y juro que si regresaba a su lugar, cuidaría de ellos por siempre. Por otro lado, prometió, que si ahora tendría que vivir en el mundo terrenal, haría lo imposible por terminar lo que como Bruno Bucciarati había comenzado. Giorno hacia lo suyo, pero ahora, con bastantes pendientes y siendo el jefe no tendría tanto tiempo para dedicarse a mirar y ayudar a cada rincón de Italia.
Se levantó del lugar un poco adolorido y comenzó a caminar. El día de ayer había sobrevivido gracias al almuerzo que compartío con Giorno, el día de hoy, no sabría como le haría. Pero sabía que debía ganarse el pan.
Camino entre el pasillo que conectaba la avenida y se encontró con un parque a la esquina. Sonrió, solamente una vez había visto un parque en Napoles, y no era muy grande ni tenía buenas cosas, tampoco le traían buenos recuerdos. A comparación del que tenía hoy enfrente. Camino unos pasos más hasta que un niño, choco con su abdomen.
—Lo siento señor. — Bucciarati asintió sintiendose extraño ante el titulo de "señor", pero lo miro fijamente al notar que el menor estaba llorando. Creyó que se trataba de un niño huérfano, sin embargo, noto la ropa que llevaba. Una de marca, el peinado lo hacía lucir más elegante. Supo entonces que no se trataba de falta de padres.— Pero, ¿A visto a mi padre? Él debió pasar por aquí. Se debía reunir con su amigo en un restaurante.
—No te preocupes, te ayudaré a buscarlo. ¿Tú nombre? — El niño sonrió dándole confianza. Sin embargo, aquella sonrisa le recordaba a su antiguo compañero, Guido Mista.
—Matteo, Matteo Mista.— Bruno se sorprendió al enterarse de aquello, aún que a simple vista, se notaba el parecido.— Mi padre debe estar acompañado también de un joven, de mi hermano. De Maurizio.
—Caminemos al lugar donde debería estar tu padre, si dices que es un restaurante, solo conozco uno por estas calles.— El menor asintió y camino unos pasos adelante de Bucciarati.— Cuéntame más sobre tu padre. Tal vez lo conozca.
—Su nombre es Guido Mista, en realidad no se de que trabaja. Pero mi madre siempre se quejaba que no estaba en casa, siempre ayudando a Giorno. Es por ello que hace dos años se divorciaron. Mi padre es alto, de piel morena, un poco viejo, pero es una buena persona y muy amigable. Aunque al principio es serio.— Contaba el menor sin el mayor problema a recordar a su padre.— Mi hermano mayor, maurizio, sabe más de mi padre.
—Entiendo, con eso es suficiente para encontrarlo. — Mintió, en realidad no tenía nada de información reciente de Mista, más que sus dos hijos. El menor asintió y continuaron caminando.
En el camino, Bucciarati buscaba una manera de guiar al muchacho a su destino sin que Giorno lo viese de nuevo. Sería mucha casualidad que él se metiese en las cosas de su antiguo grupo y sabía perfectamente que Giorno no era un tipo que dejaba las cosas pasar.
—¡Matteo!— El grito detuvo a los dos, a el menor se le iluminó el rostro al ver quién lo había llamado.
—Maurizio, ¿Realmente eres tú?— Bruno se aguanto la risa, literalmente el menor estaba abrazando al mayor antes de esa pregunta y claramente se veía que esa parte alegre la había heredado de Guido Mista.
—¿Quién más si no? Tonto.— Quiso alejarse de ambos sin levantar sospechas, sin embargo el menor lo delató al señalarlo.
—Él es mi amigo, no se como se llama pero intentaba buscar a papá.— Bruno se paralizó, realmente quería saber de la vida de sus amigos, pero sin ser la atención.
—¿Realmente querías ayudar a mi hermano? ¿O eres parte de los enemigos?— Inmediatamente tomó a Bruno de la camisa media rota y lo acorraló ante la pared. Más de cerca, notó las características físicas faciales, donde lo único diferente a Mista, era el color de ojos.
—Sueltalo Maurizio.— El chico obedeció y finalmente se encontró cara a cara con el que fue su subordinado. Su físico era totalmente el mismo, un poco de arrugas en el rostro delataban su edad, sin embargo, la manera de vestir cambió, ya no usaba aquel gorro ni el suéter característico de él. Ahora consistía en un traje combinado donde su edad resaltaba más.— Este muchacho no parece formar parte de los enemigos.
—¿Por qué confías en las personas rápidamente?— Preguntó el hijo mayor. Bucciarati se quedó callado en todo momento.
—Sólo observa sus movimientos. Su hubiese sido un enemigo, se hubiera llevado a tu hermano apenas él le soltará mí nombre.— Guido miró al joven que mantenía atrapado el espíritu de bucciarati.— ¿Cuál es tu nombre?
—Alessandro.— Volvió a utilizar el nombre que había mencionado ante Giorno.— Realmente estaba ayudando a su hijo a buscarlo señor.
No llamarlo Mista era difícil para él después de recordar las misiones y la manera en la que ambos habían convivido años atrás.
—Te creo, no te preocupes. Ahora, como recompensa por ayudar a mí hijo, ¿quisieras almorzar con nosotros?— Mentiría si dijera que no tenía hambre, así que aceptó.— Quisiera ayudarte más, como buscar un hogar digno para ti, sin embargo, el único refugio para adolescentes en tu situación, está lleno.
—La comida es suficiente para mí señor.— Tomó sus manos sin malas intenciones y depositó un beso en ella. En la mafia, aquel beso significaba agradecimiento y lealtad, por lo que Guido se sorprendió.
—Entonces vamos Alessandro, síguenos.— El mayor camino adelante, el hijo de menor de Guido continuó caminando a su lado con la energía característica de un niño, y el adolescente seguía observándolo sin confiar. Cada uno de sus hijos tenía una característica de Guido.
Llegaron al restaurante, se sorprendió al saber que no es el mismo donde llevaban a cabo sus reuniones. A Guido no le pediría unirse a la mafia, sabía que no estaba a su alcancé y sería mucha sospecha si le comentaba a Giorno. Simplemente se sentó, ordeno y se comporto.
—Y dime Alessandro, ¿A qué te dedicas?— Los vasos de agua estaban en la mesa a la espera del almuerzo, únicamente Guido tenía la copa de vino en su lugar.
—Solo soy un adolescente que vive en la calle, intento hacer favores para mantenerme día a día y espero progresar en la vida.— Mintió, tomó un sorbo de agua y continuó su mirada en Guido.— Sin embargo no estoy molesto con la vida que tengo, vivo sin preocupaciones, únicamente sobrevivir.
—Me recuerdas a mí en mis tiempos de adolescencia.— Bucciarati sonrió, consiguió su objetivo de que Mista le diese confianza. Una vez que te cuenta su vida privada, su confianza está en pie.— Por eso Alessandro, si necesitas ayuda en algo, no dudes en llamarme. Haría lo imposible porque los jóvenes como tú pudieran progresar.
—Gracias señor.— El almuerzo llegó. Todo continuó con normalidad, las bromas de sus hijos rompían el hielo y la tensión formada en el momento. Al finalizar el almuerzo, espero que Guido diera la señal de partida.
—Bueno Alessandro, pasaré más seguido por aquí para poder contactarte y así ayudarte. Es lo que un amigo mío hubiese hecho en su momento.— Mencionó el mayor de todos y Bruno asintió con una sonrisa en sus labios.
—Gracias señor Mista.— En la salida del restaurante, ambos partieron en diferentes caminos, Bucciarati miró una vez más atrás y observo a Guido y a sus hijos.
Aquel chico tranquilo, relajado y optimista que formaba parte de su pandilla, ahora era un hombre sereno y seguro de si mismo. Estaba orgulloso de que dos de sus subordinados habían hecho una familia y que a pesar de todo, jamás se olvidaron de él y no lo harán.
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Una última vez. [Bruno Bucciarati]
FanficBruno tiene la oportunidad de ver como van sus amigos una última vez.