-¿Amor? He escuchado que es la luz del camino, que es el hierro que funde las cadenas de la felicidad. Y de igual manera, la condena de un alma nueva. Pero a mí no me ha condenado siquiera el odio.- Y era verdad lo que el Sinamor respondió. La hermosa mujer no la definía su belleza sino la pureza de su corazón y la redención de sus pecados. Un viento sopló y un zumbido extraño resonó como una copa de cristal al caer, su sonido asombra o decepciona.
-Las malas lenguas dicen que los demonios como ustedes no sienten amor, son llamados Sinamor. Y estoy en busca de una verdad y no una a medias. Quiero que sientas amor si no lo has sentido, quiero que vivas si aun no has vivido. ¿No pueden amar realmente?- La mujer estaba decidida y habría que estar loco para hablar con un ser oscuro. Y el viento esta vez soplo el vestido de la mujer, revelando un poco sus piernas. Unos ojos blancos observaban alrededor de todo el bosque, los Sinamor observaban el encuentro del amor y el odio.
-Amar... realmente debe ser bueno. Las malas lenguas no son tan malas porque dicen la verdad. Una vez, antes de que el amor existiera y se manifestase en las purezas de las danzas; hubo tres mejores amigos; Las tres llaves de la vida. La hoja era el mayor y el más sabio. La vara del mago era la valentía y el escudo era el protector de sus corazones. Sus aventuras y fracasos los hicieron sentir algo que jamás ningún ser había sentido y eso fue amor. Las tres personas que por primera vez sintieron el amor. Entonces una bruja quiso robarles lo que ellos tenían y no era ni la sabiduría ni la valentía y mucho menos la protección sino el amor. La bruja les dijo que podía darles algo que ellos más desearan a cambio del amor que aguardaban. La hoja deseo más sabiduría, el escudo pidió un frasco para guardar un poco de amor y la vara pidió sentir lo contrario al amor. Realizaron el juramento y la bruja les arrebato lo más valioso. Con el tiempo la valentía comenzó a sentir odio y el odio lo llevo a la envidia. Quiso robarle la sabiduría a la hoja.
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Una danza en la oscuridad
Historia CortaLes contaré un breve cuento de odio y amor. No, odio no. Amor. En un pueblo donde siempre era de día el amor se manifestaba no en cartas ni en rosas de los llamados caballeros quienes después se escabullen como el ratón con el queso. En este pueblo...