El Árbol

40 3 0
                                    

Me llamo Simón, pero eso no es lo importante, hoy estamos aquí para que les cuente la historia de El Árbol, probablemente te estés preguntando, ¿qué tiene de espeluznante un árbol? Pues muchas cosas; que se mueva solo y siempre que salga al patio de mi casa aparezca en otro lado, pero siempre en los límites de la casa; que sus ramas crujen cada noche aunque no haya viento ni tampoco ningún pájaro o nido; la forma que tiene es otra de las cosas "especiales" de mi Árbol: en el tronco se retrata una cara, una cara de sufrimiento, como la de El Grito, pero mucho más macabra porque, por raro que parezca, es como si disfrutara ese dolor. Ese sufrimiento que hace que formes una cara de total agonía es característica principal de éste árbol, y no sólo el tronco sino también sus ramas, parecen garras muy afiladas, con matices oscuros que dan el toque de que tiene sangre seca entre cada uno de sus múltiples apéndices. La falta de hojas verdes que dan la impresión de que rebosa de vida es tan notoria como la cantidad innumerable de hojas secas y muertas que están presentes en lo más alto, en la copa.
Y podría contarte otra cosa, como que por ejemplo mi abuela me contó que ese árbol siempre ha estado, desde que llegaron a esta casa cuando mi abuelo murió y él se la dejó en su testamento, siempre con las hojas secas, siempre con las afiladas y manchadas ramas, y siempre con esa cara de masoquismo extremo. Y lo más impresionante es que ella llegó con mi padre hace más de 50 años, también me ha contado que mi padre, cuando tenía unos 7 o 9 años, se iba corriendo a su habitación para que ella lo protegiera, cuando le preguntaba por qué él contestaba siempre lo mismo: "el árbol me está mirando y diciendo que le abra la ventana, me despierta cada noche golpeando el vidrio y cuando le digo que no, nunca duda en gritar". Creo que no le sigue pasando, pero cuando está en su cuarto a veces lo escucho gritando en pesadillas, o al menos pienso que lo son.
Claro que mi abuela y mi padre han intentado deshacerse de él, pero sus raíces son demasiado fuertes y gruesas, por eso no lo hemos podido destruir. Habríamos intentado irnos, pero no podíamos, la falta de dinero no nos daba para una mejor casa y con los precios de ahora es mejor no intentar ni siquiera venderla: nadie la compraría porque está demasiado lejos de cualquier civilización. Así es, vivo en el campo.
Y ¿sabes qué es lo mejor de todo, o bueno, lo más gracioso? Que no te conozco, pero te agradezco que me estés escuchando, al menos así tengo cómo distraerme del constante ruido del árbol. No me refiero al crujido de sus ramas, ni de sus raíces saliendo de la tierra para moverse hacia otro punto, tampoco el de su voz, una voz gruesa y profunda y fría, la cual he oído más veces de las que me gustaría, sino del sonido de sus ramas al frotarse con fuerza contra la ventana, queriendo cortar el vidrio, con la cara de sufrimiento marcándose por las sombras que crean los rayos que caen debido a la tormenta. Preferiría que un huracán arrase con la casa en vez de tener que estar llorando del miedo que genera en mí ese maldito Árbol.
—Sal Simón, o déjame entrar. Quiero compañía, déjame volverte uno de los míos, un compañero me gustaría mucho en esta soledad. ¿Qué no tienes corazón? Sé que eres un buen niño, sé mi amigo—. Su voz, maldita sea, siento tantas cosas al escucharla: pena, miedo, pesar, incomodidad, dolor. Todas se reflejan en mí al mismo tiempo.
Me levanto de la cama y siento en mis pies lo fríos que están los tablones de madera de caoba, me acerco a la ventana. Pobre Árbol, no merece que lo odie ni que lo maldiga. A lo mejor no es  tan malo, sólo quiere que sea su amigo porque se siente solo, nadie quiere sentirse solo ¿verdad?
Me dispongo a abrir la ventana, él está sonriendo, pero no con el malvado ceño de siempre, no, es auténtico: sonríe de felicidad. Un poco más tranquilo, tras haberme limpiado las lágrimas de la cara, abro la ventana.

Hola, soy Simón, y soy un árbol. Sé que en este momento tal vez no entiendas lo que está pasando, pero te aseguro que en cuanto abras la ventana de tu habitación y seas mi amigo, entenderás qué quiero decir, ¿que por qué soy un árbol? Es una larga historia, y tiene que ver con ramas con sangre seca, una cara triste y otro Árbol, el Árbol.

Historias Terroríficas Para Personas Con Mucho Tiempo LibreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora