~Capítulo I: Un chico de Taleville~

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Era una mañana de verano bastante alegre al parecer. Yo estaba tirado en mi cama, mirando el techo de mi habitación, mientras escuchaba a los niños de la aldea jugar a los caballeros. Oí llamar a la puerta, pensé que sería mi madre, que vendría a regañarme por estar en la cama, en pijama y sin desayunar a las dos de la tarde. Y tendría razón. Pero, cuando se abrió la puerta, no ví la figura de mi madre. Era Kem, mi hermano pequeño, casi gemelo mío, ya que nos parecíamos mucho. Seguramente vendría a molestarme, como todas las mañanas de verano. Le tiré un cojín.

- Lárgate, Kem.

- Vale, pero ha llegado Rave. Dice que te lleva esperando diez minutos.

- ¡Maldita sea! -Dije, con prisa-.

Me levanté de mi cama de un brinco, eché a Kem de mi cuarto y cerré la puerta. "¿¡Cómo me he podido olvidar!?" Rave y yo jugamos a un juego inventado aquí, en Shanae, el Rappitt. Llevábamos tres años jugando en el equipo del instituto, pero mañana era un día especial porque nos habían elegido para entrar en el equipo de la aldea: Los Dragones de Taleville. Hoy habíamos quedado para entrenar todo el día, queríamos demostrales a Los Dragones que valíamos la pena. Y la valemos.

Me puse mi ropa; mi gorro de lana negro, mi camiseta negra, una sudadera azul claro que me llegaba hasta la cintura (y no porque me quedara pequeña, pero abriga mucho y asi me refreca un poco), mis vaqueros cortos y mis deportivas rojas, blancas y negras. Me miré al espejo, ese era yo, con el pelo castaño que casi me llegaba a tapar los ojos y que me llegaba hasta la nuca. Mi estarura pasaba por poco la altura media de un chico de mi edad.

Bajé cojí una tostada para desayunar, ya que no tenía tiempo y salí al encuentro de mi mejor amigo.

Raven Soulshade, o Rave, como él prefería que le llamaran, era un chico de mi edad, un poco más alto que yo, con el pelo castaño claro y ojos verdes. Siempre llevaba una sudadera como la mía, pero negra. He pensado muchas veces en si tendría un armario lleno con sudaderas así.

- Llegas tarde. -Me dijo con una mirada impaciente-.

- Lo sé, lo siento.

- ¿No se te olvida algo? -Dijo mirando mi mano-.

- ¡OSTRAS! ¡Ahora vuelvo!

Subí las escaleras de dos en dos, entré en mi habitación y abrí el armario. Allí estaba, al lado de mi balón, tan flamate y azul cómo siempre. Mi viejo aeroguante, heredado de mi abuelo como regalo de cumpleaños cuando cumplí los 11. Estaba deseando usarlo por primera vez, ya que en la liga intercolegial no estaba permitido usar equipamientos especiales, porque su uso indebido puede ser peligroso. Bajé a la puerta otra vez, pero esta vez, Kem me detuvo.

- ¿Puedo ir con vosotros? -Me rogó-.

Kem era uno de los mejores jugadores de su clase y nos faltaban jugadores, así que le dejé venir. Los tres nos pusimos en marcha hacia la pradera que hay cerca de la aldea.

- Eric y Sena ya deben de haber llegado. -Dijo Rave-.

- Mi abuelo ya debe de estar despierto. Se levanta muy pronto para regar el campo todos los días.

- Seguramente. Es una suerte que nos vaya a entrenar un hombre que ha llegado a los mundiales.

Si, mi abuelo jugó en el equipo de Essea en los mundiales de Rappitt. Él me enseñó todo lo que sé de este deporte. Miré mi aeroguante, mi abuelo lo había pintado de azul oscuro porque sabe lo mucho que me gusta ese color.

- ¡Hola, mozalbetes! -Oí a lo lejos. Era una figura bajita, con una túnica blanca y canas, pero sobretodo, una gran sonrisa. Indudablemente ese era mi abuelo-.

Miré hacia la pradera, las lineas del campo que mi abuelo se había molestado en pintar formaban el terreno de juego. Me fijé en unos escalones de madera que había al lado de los fosos.

- ¿Los has montado tú abuelo?

- Si, una semana trabajando, pero ahí tenéis unas gradas nuevas -Dijo, sonriendo-.

- Gracias abuelo. ¡Eres el mejor! -Le dijo Kem, todavía más sonriente-.

El abuelo me miró.

- ¿Has desayunado?¿No pretenderás jugar con el estómago vacío?

- Tranquilo, abuelo. Cuando comamos repetiré de tu ensalada, es más, ¡tripitiré!

- ¡Hey, chicos!

Miré a mi derecha. Ahí estaba Eric. Era pelirrojo, con mechones voluminosos y ojos verdes. Venía acompañado de Serena, o Sena, que era el apodo que le habíamos puesto. Era una chica un poco más baja que yo, rubia y de ojos verdes.

- Hola, chicos.

- ¿Empezamos? -Dijo Sena-.

Nos reunimos todos en el círculo central que conformaba el centro del campo, con el balón en el punto exacto del centro. Mi abuelo, como siempre, nos dijo las reglas.

- Será un partido a tres goles, todos contra mí y con reglas de instituto.

Os explicaré de que va el Rappitt. Se juega en un campo como los de fútbol, pero, dentro de las porterías hay un foso, donde hay que meter el balón para marcar gol (nuestros fosos eran unos hoyos cavados por mi abuelo). A los lados de cada foso hay dos estatuas, llamadas cerraduras, en las que hay que encestar el balón (en nuestro caso sólo son dos cestas de fruta). Cuando las dos cerraduras estén "desactivadas", la barrera que recubre el foso desaparece, haciendo que se pueda marcar gol.

- Los jugadores -continuó, mirándome- estaréis en esta formación: Rave y tú seréis los delanteros. Vuestro objetivo es marcar gol. Kem, tú serás el jugador central, tu misión es asistir a los delanteros. Sena y Eric, vosotros sois los guardianes, evitad que yo abra la barrera y, en caso de que lo logre, defended a muerte el foso. Jugaremos sin los equipamientos especiales.

Los equipamientos especiales son unos objetos que ayudan a los jugadores de maneras increíbles. Hay siete tipos distintos:

-Los aeroguantes son unos guantes gruesos, que se ajustan perfectamente a los antebrazos. Absorben el aire y pueden soltarlo de golpe, probocando hasta estampidos sónicos, o atraer el balón, siempre que se encuentre lo suficientemente cerca de la mano. Lo usan los delanteros.

-Las terabotas son unas botas parecidas a unas deportivas cuya tecnología hacen que su portador corra un 50% más. Las calzan los centrales.

-Los hidrosables son unas empuñaduras que absorben la humedad del aire y crean unas hojas de agua que salen de esa empuñadura. Las llevan los guardianes.

-Por último, los electroescudos, que empuñan los escuderos (jugadores que defienden el área del foso. Son unos brazaletes que aprovechan la electricidad estática para crear minibarreras eléctricas.

- Si Eric y Sena fallan en su misión, se unirán a el séptimo jugador, que es...

- ¡Yo mismo! -Dijo una voz aguda y ronca. Venía de un pequeño dragón rojo de lomo negro, al que, al parecer, no le habían crecido las alas aún.

"¿Y este va a ser el espíritu del equipo?¿No será un poco débil para defender el foso?" Pensé. El espíritu del equipo es la última línea de defensa del equipo.

- Es tan débil como vosotros -Dijo mi abuelo, mirándome con sorna-. Podréis con un viejales como yo, ¿no?

- Un viejales que llegó al mundial de Rappitt. -Murmuré-.

Nos preparamos para empezar el partido. Todos nos miramos confiados. Me dirigí con la mirada a Rave.

- Toca correr.

- ¿Listo, Aden? -Me dijo-.

- Pues claro. ¡EMPECEMOS!

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Aquí acaba el primer capítulo de Shaknight. Espero que os esté gustando por ahora :D

Avisad de cualquier falta de ortografía o alguna cosa o persona que no haya descrito en este capítulo señalando el párrafo. Muchas gracias :D

Shaknight: El guerrero dragúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora