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El mayor error de mi vida, hasta el momento, ha sido irme a vivir al propio infierno, me he puesto a misma la cadena perpetua. Intento pensar que la culpa realmente no es mía, pero no paro de comerme la cabeza con millones de preguntas que no puedo resolver si una máquina del tiempo.

Lo conocí en quinto grado, estaba sentado al fondo de la clase, al lado de la ventana donde solía distraerse en todas las asignaturas. No llamaba mucho la atención por aquel entonces porque era bastante introvertido, tenía pocos amigos y no socializaba con el resto de la clase, creo que eso fue lo que más llamó mi atención. Yo era un volcán en erupción, un completo torbellino y un día decidí hablarle. Poco a poco empezamos a coger confianza y nos hicimos muy buenos amigos, casi siempre estábamos juntos, se podía decir que por aquel entonces nos complementábamos, yo le transmití un poco de mi seguridad, por lo que empezó a conocer a mucha más gente, realmente se le veía feliz.
Fue a mediados del segundo año cuando nos empezamos a distanciar cada vez más. Él estaba con su nuevo grupo de amigos y yo empecé a tener más tiempo para estar con los míos. Estuve casi un año sin saber nada de él, solo de verlo unas cuantas veces por los pasillos o en alguna clase que teníamos en común.

Fue al verano siguiente cuando comencé a ir a todas las fiestas que hacían, empecé a drogarme y a acostarme con numerosas personas sin importar su género, estaba realmente al borde del abismo, simplemente perdí el control sobre mi misma.

Volví a hablar con él en una fiesta que organizó el capitán del equipo de baloncesto, un par de años mayor que yo. Había tomado un par de copas y estaban empezando a subirme, pero aún era consciente de todo lo que sucedía a mi alrededor, recuerdo que se intentó propasar conmigo y forcejeamos en la cocina, él intentó llevarme a su habitación pero yo me negaba repetidamente, la idea que tienen los tíos es que como te acuestas con muchas personas también tienes la obligación de hacerlo con ellos, pero yo tomaba esa decisión, yo decía con quien, cuando y donde y mi no era un no por más que intentaras convencerme. Terminé derramándole el vaso de cerveza encima y Cody, me agarró con fuerza ambas muñecas y empezó a sacudirme mientras me gritaba, fue en ese momento cuando apareció, y se enfrentó a Cody, consiguiendo que este me dejara en paz, por lo menos esa noche. Me miró fijamente a los ojos, como si le supusiese un esfuerzo reconocerme, hasta que se dio cuenta. Aún recuerdo las palabras exactas cuando me reconoció "Ya no eres tan pequeña como cuando nos conocimos, pero sigues siendo igual que la dinamita." Él tampoco era igual a como lo conocí, ahora tenía el pelo largo y era más atractivo de lo que recordaba.

- Me alegro de volverte a ver Haleth.- Esas palabras me hicieron feliz al mismo tiempo que me recordaba que él y yo ya no eramos nada, que ya no nos preguntábamos que tal el día o nos prestábamos la tarea. Se dio dirigió a la nevera y cogió un par de cervezas, estaba a punto de salir por la puerta pero volvió a mirarme con una sonrisa
- ¿Quieres que nos tomemos una cerveza fuera y me cuentas que es de ti?- Asentí con la cabeza y fuimos al patio trasero de la casa.
La fiesta estaba dentro por lo que nadie solía salir, a no ser que necesitara volver a sentir la brisa de las noches de julio en el rostro para que se le bajase el colocón.

-¿Sueles venir a estas fiestas?- Me pregunta.

-Sí, me atrae bastante el alcohol y los polvo gratis.- Sonríe y niega con la cabeza.

-Deberías hacer otras cosas y alejarte de esta gente, no te traerá nada bueno.- En parte, tenía razón lo único de hacía era estar drogada la mayor parte del tiempo y me juntaba con personas que lo único que querían era salir de fiesta conmigo, solo se acordaban de mi para eso. No tenía una relación con ellos como la que tenía con Oliver, esa amistad sincera y profunda que solo ambos entendíamos.
Seguimos charlando y poniéndonos al día, la verdad es que ambos habíamos cambiado, ya no era el niño tímido y marginado que andaba solo por los pasillos buscando la biblioteca.

Después de aquel día comenzó a hablarme de nuevo, como si el tiempo no nos hubiese alejado ni un mínimo segundo, como si realmente nos siguiésemos conociendo y comprendiendo como años atrás, cuando eramos unos simples niños.
Ese verano nos hicimos nuestro primer tatuaje juntos.

Volvimos a clase y estábamos igual de pegados, el verano nos había unido mucho más de lo que imaginé.
Me presentó a la gente con la que andaba y con los cuales tenía un grupo de metal, lo cual nadie dudaba debido a sus apariencias. Todos nos llevábamos bastante bien y nos hicimos amigos enseguida.
Una vez, en un local iban a dar un concierto y a escasos minutos de subirse al escenario el vocalista no aparecía, por lo que me presionaron para subir yo en su lugar, al final accedí y salió bastante bien, todos estábamos muy felices, fue ahí cuando me dio el primer beso.
Semanas más tarde me ofrecieron ser la vocalista de la banda y acepté emocionada. Ese mismo día, fui a casa de Oliver a ensayar y me pidió salir mientras se marcaba un solo con su guitarra.

HalethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora