Lagrimas al sol y sonrisas a la lluvia- Yoontae-T.S

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Dos cuerpos agotados debido al más reciente orgasmo se encontraban tendidos entre las blancas sabanas, distanciados, sin el más mínimo roce entre sus pieles totalmente expuestas a la luz del más radiante sol, ambos se encontraban sumidos en sus recuerdos que sin importar que tan felices fueran siempre los hacían hundirse un poco más en la tristeza y la soledad.

Se encontraban a tan solo centímetros el uno del otro pero sin intenciones de acercarse, eran tan placenteras e insuficientes cada una de aquellas tardes en las que el rubio se encontraba con el de cabellos castaños, nunca hubo sentimientos de por medio y tal vez nunca los habrían solo lo hacían para rellenar un poco el vacio. Ambos fueron alejados cruelmente de por vida de aquello que en verdad amaban.

El menor involuntariamente dejó escapar una lagrima, al verla el visitante supo que era el momento de irse por lo que sin palabra alguna hacia el chico a su lado se vistió y se despidió con una pequeña caricia en los mechones dorados del menor, quien solo le dirigió una triste mirada y un asentimiento en señal de que se podía marchar sin problema alguno.

-Si lo necesitas llámame-le dijo con un poco de lastima al verlo con más lagrimas en su rostro

-Estaré bien, solo... necesito un tiempo a solas, gracias por todo Hoseok- una pequeña sonrisa triste se hizo presente en su rostro.

Se alejó pero un momento antes de cerrar la puerta en un susurro audible le recordó

-No estás solo Taehyung-

Y sin más salió de la casa dirigiéndose a la propia, Taehyung no pudo evitar romper en llanto en lo que escuchó la puerta principal cerrarse, anunciando la partida del más alto. Sabía que no estaba solo, pero eso no evitaba que lo extrañara y lo necesitará a su lado, de cierta manera sentía que un pedazo de su alma había muerto al momento en el que se enteró de todo, los colores no se veían tan brillantes, la luna no era tan blanca, el sol solo se encargaba de resaltar más sus lágrimas y la lluvia de camuflarlas. El tenía a Hoseok pero lo de ellos solo era sexo, solo se usaban mutuamente, los dos se encontraban en situaciones tan similares, era increíble la forma en la que se comprendían solo por una dolorosa experiencia en ambas vidas, Hoseok en su momento conoció al amor de su vida, su nombre era Jimin, un tierno chico de piel pálida y mejillas abultadas quien lamentablemente murió luego de haber estado en coma por un año debido a un accidente automovilístico.

Después de haber estado llorando por un buen rato el de tez bronceada escuchó la puerta principal abriéndose.

-Tae- Se escuchó la voz de Jin acompañada por un golpe en la puerta de la habitación que lo hizo reaccionar y sin muchos ánimos cubrir su cuerpo desnudo con las sabanas

-Pasa- murmuró con voz sumamente grave indicándole al de cabellos purpuras que entrara.

-Tae- volvió a decir pero esta vez con dolor al ver los ojos hinchados y levemente enrojecidos del menor, sentándose a su lado y limpiado sus lágrimas con el pulgar, El chico sorbió su nariz y apartó suavemente la mano en su mejilla.

-Estoy bien Jin no te preocupes- apartó la mirada sin intención y sintió como sus cejas eran acariciadas delicadamente en un intento de consolarlo.

-Pequeño no es tan fácil engañarme- Dijo Jin en un tono maternal, llevando sus caricias a los cachetes húmedos de su mejor amigo –Ve a darte una ducha, yo prepararé el almuerzo para ti- le guiñó un ojo y sonrió antes de salir de la habitación.

El rubio en realidad no tenía ganas de un baño, pero con el de labios gruesos en la casa no tenía mucha opción así que sin discutir fue al baño a paso lento y abrió la ducha sin entrar en ella, quedó justo en frente pensando en los dos últimos meses, al recordar las tres primeras semanas metió todo su cuerpo sintiendo al instante las gotas de agua fría golpeando y recorriendo su piel tal cual como ese día en el que conoció al pálido, las lágrimas y los sollozos se hicieron presentes al recordar ese nueve de marzo en lo interesante que se veía ese desconocido enteramente empapado ,con el café en su mano y su mirada perdida, en lo mucho que dolió despertar y no verlo a su lado y en lo fatal que fue enterarse de toda la enfermedad que rápidamente avanzaba atormentado a su amado.