Las mañanas en Tokyo son despreocupadas para sus ciudadanos, abstraídos cual cardumen en migración en un esfuerzo por llegar a su trabajo con rapidez, como es costumbre en una ciudad donde contar con la moral pública da lo mismo que respirar.
Kazuto Kirigaya observa la metrópoli desde el segundo nivel de su casa, cubierta por enormes complejos de oficinas y construcciones anacrónicas. A excepción de su barrio. Un suburbio estrecho entre laberintos de asfalto y fachadas prácticamente iguales; las calles iban llenas de jóvenes disfrutando un paseo en bici directo a casa de sus amigos, o en competencias hasta las plazas. Los vecinos aprovechan la ocasión para lavar coches y regar jardines. Rostros luminosos desbordan ambiente festivo, como si acabacen una larga y tediosa jornada, encabezados por los árboles, llenos de botones a punto de florecer.
Muchos, por no decir todos, iban de camino al punto con más visitas cada año en la capital, y de más difícil acceso durante la época: los jardines próximos al castillo imperial, luciendo sus lujos y la misma belleza de siglos atrás. El modernismo no cambia el sagrado y resplandeciente terreno, igual que antiguos juegos de té legados por generaciones.
El florecer de los cerezos solo es motivo de alegría en toda la nación.
El más hermoso de los espectáculos es su final. Antes de marchitarse, danzan como mariposas en pequeños remolinos de lluvia rosa justo al máximo esplendor. Japón celebra el hanami bajo sus nubes, y lo esperan pegados al televisor, pendientes del pronóstico floral. Como cada año, esa fecha no hay actividad escolar alguna; las empresas también facilitan su asistencia, saturando las líneas telefónicas en el intento de reservar mejores puestos que las abejas.
Kazuto no era la excepción. Quizás, esperaba la festividad con mayor fervor que la más reciente actualización de Alfheim. Cada mañana, incluso antes de acicalarse, marcaba los días del calendario. El chirrido del rotulador sobre el papel alegraba sus días a medida que la fecha se acercaba. No espero un día a que su novia regresará de su viaje familiar y ocuparle la agenda, en absoluto secreto. Con voz apagada pero resuelta, aceptó su propuesta sin rechistar. A penas transcurrida una hora de apertura y reservas, logró conseguir un puesto, dando rienda suelta con sus ahorros para ello.
En especial, porque nadie en la Escuela de Supervivientes de Sword Art Online desconoce su romance. Dignas de reconocimiento son sus amigas Keiko Ayano y Rika Shinozaki. Después de asegurarse no tener un localizador en su mochila o en su ropa, acepto que su habilidad pasiva era encontrarlos en cualquier sitio que usaran como escondite, para exponer gestos de dureza y pómulos rubicundos de fiebre, como si fuese un crimen demostrar su amor en público. Incluso, en privado en los jardines. El papel de amantes furtivos dejo de ser excitante para convertirse en acoso antimarital.
Pasaría el hanami a solas con Asuna Yuuki, a cualquier precio.
Bajó las escaleras dando gala a su desbordante júbilo, casi al punto de llegar al cinismo. Era el emperador de su propio jardín del amor. Ya no tendría que negociar con sus huéspedes indeseados, ahora estarían totalmente solos, sin interrupciones.
—Alguien está de excelente humor —sugirió Suguha Kirigaya, sirviéndole su desayuno al ubicarse en la mesa del comedor—. No te veía así desde que compraste esa cabaña en el piso veintiséis de Nuevo Aincrad.
—Allí pase los mejores días de mi vida —dijo. Disfrutar la sonrisa de Asuna a su lado todas las mañanas, lo hacía olvidar por completo el infierno que enfrentaban todos los dias en SAO—. No puedo esperar más para añadir otro a la lista.
—Yo tampoco. Es muy lindo compartir un rato juntos.
—No fue fácil, todos los puestos privados ya estaban abarrotados, y ni hablar de las balsas —continuó Kazuto, sin prestar atención de su prima—. Tuve que rogarle por dos horas a la chica de las reservas, para que me consiguiera un puesto. Es para un grupo y muy vistoso, pero es mejor que nada.
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El Florecer de los Cerezos
FanfictionEl invierno ya ha pasado en Japón. Kazuto Kirigaya, también conocido como Kirito, el héroe que completo el juego de la muerte: Sword Art Online (SAO), planea disfrutar una cita con su novia Asuna Yuuki durante el brote de los cerezos, ya que en la E...