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El lobby del hotel estaba extrañamente tranquilo, por lo que el encargado se encontraba simplemente recostado contra la mesa de recepción, distraído en su celular. Se iba impacientando con el paso de los minutos y no se debía a la falta de movimiento, pues solo hace unos diez minutos una familia había causado una revolución allí. La verdadera razón era que la persona que esperaba aún no se dignaba a aparecer.
No es que se sintiera especialmente insultado, pues era algo que, para su desgracia, pasaba a menudo. La única razón por la que estaba en ese lugar solía desaparecer de su radar por horas. Sí, el mundo lo odiaba.
Sus orejas de movieron en dirección al sonido y deslizó rápidamente el objeto de distracción en su bolsillo para centrar su atención en el recién llegado, poniendo su menor sonrisa para que le dieran una buena propina.
El hombre que entró tenía esa aura a servidor del diablo tan presente que se preguntó internamente si no era un abogado.
— Bienvenido al hotel Zhāng, señor. ¿Usted tiene una reservación o desea que le indique que habitaciones tenemos vacías?
Él lo miró fijamente, haciendo que se sintiera realmente incómodo. Ya había vivido situaciones de esa índole recientemente, pero no se acostumbraba.
—¿Eres uno de esos híbridos para el placer? —dijo sin ningún tipo de pudor, haciendo que el temporal recepcionista abriera la boca sorprendido.
Sus mejillas enrojecieron y sus manos, puestas a cada lado de su cuerpo, empezaron a palpar sus bolsillos, rasguñando la tela para intentar tranquilizarse, pero también para tener su celular listo para llamar a seguridad.
— Soy el recepcionista, señor.
No había agresividad en su tono, pero este destilaba una fría amabilidad. Aunque probablemente esto fue ignorado por el desconocido, que avanzó hasta pegarse a la barra de recepción, haciendo que el extranjero se alejara rápidamente.
El tipo siguió hablando, y aunque entendía la mayor parte de las palabras en chino mandarín, no sabía exactamente lo que intentaba decirle. Lo más seguro era que fueran cosas malas. Sacó su teléfono, pero al parecer no tenía que llamar a nadie, puesto que su salvador apareció segundos después.
Dios, nunca se había visto más guapo, caminando con los ojos entrecerrados por la situación que se estaba desarrollando, claramente disgustado. Llevaba un traje negro y lentes circulares, los cuales ni siquiera necesitaba, pues solía usar lentes de contacto. Sin embargo, cuando el híbrido de conejo lo había visto por primera vez con ellos le dijo que le gustaba como le quedaban así que su dueño los utilizaba cuando iba a visitarlo.
JunMyeon quería adoptar su forma animal para que Yìxīng acariciara su pelaje y le dijera que todo estaría bien, porque pese a que no había pasado nada, se sentía mal por un motivo desconocido.
— Discúlpeme, pero creo que está incomodado a mi híbrido. —fueron las palabras que salieron de su boca, al pararse frente a Myeon y al cliente.
Aunque sonaron más a: quita tu asqueroso cuerpo de la barra y aléjate de mi pequeño conejo.
El híbrido se sintió más seguro cuando el desconocido se alejó de él, una barra no era lo único que debía haber entre ellos, sinceramente. Seguía teniendo ese sentimiento amargo en la boca y la necesidad de cubrirse completamente, tal vez de esconderse bajo sus sábanas.
Myeon nunca había sido un cobarde, pero desde que fue cuidado en un albergue para híbridos realmente encantador, no estaba acostumbrado a las malas miradas o los lascivos acercamientos de algunos huéspedes. Era gracioso si era como broma, su amigo MinSeok solía decirle guapo cómicamente, pero nunca lo calificaron como un "híbrido para el placer". Eso sonaba mal y hacía que se sintiera sucio.
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White |LayHo
FanfictionJunMyeon fue abandonado por su dueño en Corea del Sur un día cualquiera, pero para un híbrido que ha vivido la mayor parte de su vida sin un amo esto no debería importarle. Pero lo hace, le preocupa demasiado. ➥ Extensión: 5 capítulos + Epílogo ➥ Pa...