Los Gilvie Sinclair

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Febrero de 1905, Escocia.

Laurence Gilvie

1

— ¡Lorna, deja a Isla en paz! — gritaba mi hermana Sienna de 20 años, y la segunda mayor de todos, dentro de la casa de dos pisos. Sienna posee su cabello castaño y usualmente largo, en un peinado recogido y coqueto, sus ojos son de color miel, su piel es blanca como la nieve, sus labios carnosos, y sus pestañas largas.

Ser la quinta hija de una familia de cultivadores es muchas veces irritante. A menudo hay peleas y caos, pero ésta vez papá se las ingenió para convertir su propia familia en una jaula de fieras, pues cuándo anunció que nos mudaremos a Inglaterra debido a un trabajo que aceptó con la familia Baxter, dueños de una empresa comerciante de vegetales, mis hermanos explotaron.

– ¡Ya estoy arta! — gritaba Imany, la más pequeña de la familia, con 8 años de edad, parada sobre la única mesa del comedor. Con sus largos chinos rojizos revueltos como nido de pájaro y con camisón azúl cielo manchado de jalea de moras. — ¡Nadie me hace caso! — Volviendo a destacar con sus usuales berrinches y dramatismo, con ambas manos envueltas en puños, debido a su enojo, y sus ojos verdosos heredados de nuestro abuelo, siendo opacados por sus párpados cada que cerraba los ojos por el coraje.

Mamá había salido a la oficina de correos, se había dispuesto a darle la maravillosa noticia a su hijo mayor, que pronto lo veremos. Mientras mis hermanas hacían su escándalo, yo me había fugado de la casa y recostada en el pasto, le buscaba formas a las nubes.

Laurance, ¿Dónde está papá? — me preguntó Ross, mi hermano gemelo de 16 años, y un minuto mayor, que suele recordarme cada que se encuentra en desventaja. Es el cuarto hijo de los Gilvie, uno de los más traviesos y al mismo tiempo agradables, suele ser uno de mis más fieles confidentes. Su cuerpo es delgado, tez blanca y de mejillas pecosas. De todos es el último en despertarse por lo que no se entera de nada.

— Papá salió en caballo rumbo a la residencia de los Baxter, con el objetivo de invitarlos a comer en la residencia.

Sé sentó a mi lado derecho mirando hacía la cosecha de patatas de la familia. Su cabello extremadamente rizado y pelirrojo al igual que papá, se movía con el viento. Lucía algo gracioso con sus pantalones cortos y su camisa blanca, el rubor en sus mejillas lo hacía ver un poco afeminado, ambos tenemos los mismos ojos color miel.

—¿Sé supone que deberíamos asearnos? — preguntó de forma burlona.

Sonreí, era más que obvio que eso no pasaría. — Se supone. — le respondí.

— ¡Ven aquí niña! — salió Isla, mi hermana mayor de 18 años, con su carácter imponente y correteando a Lorna, mi hermana menor de 13 años, quién suele ser tan rebelde y sobretodo molestosa con la mayor. La primera es  la tercera hija de los Gilvie, de cabello lacio, rojizo y siendo el más largo de todas. Sus ojos son marron al igual que el de nuestra madre, posee una tez blanca y cuerpo de complexión delgada, que suele ser la envidia de las demas Señoritas, pues a pesar de comer mucho, éste no cambia. Sin embargo, de todas, es la que más suele cuidar su apariencia y porte.

Sienna fijó su vista en mi hermano, dispuesta a acercarse.

— ¡Ross! — amenazó a mi gemelo a distancia, y éste se dió a la fuga. — ¡Espera! — corrió sin lograr alcanzarlo.

Gilvie SinclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora