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Episodio I
HOW TO DO NOTHING WITH NOBODY
BY YOURSELF




A menudo, sentía la sensación de que había perdido algo en medio del camino, que me había olvidado de algo, que carezco de algo que los demás si tienen. Tenía la torpe sensación de que siempre llegaba demasiado tarde a todo, especialmente, al amor.

Hablemos de mi.
Una egocéntrica autopresentación que he estado redactando en mi mente cerca de las seis de la madrugada mientras estaba más dormido que despierto, o incluso en la soledad de mi día a día, mientras hago aseo.
Suelo hacerlo de vez en cuando, en su mayoría cuando no tengo nada mejor que pensar y porque me gusta imaginarme siendo una persona famosa dando una entretenida entrevista de debut.

«Hola, soy Kim TaeHyung, tengo 22 años y me gusta el color violeta...»

Pero a medida que lo imagina, no importaba cuantas veces lo hacía, se me daba muy mal. Si lo pienso a fondo no tengo ningún aspecto emocionante de mi mismo, no bailo, no canto, no soy realmente carismático y me tiemblan las piernas cuando me presento en público. Entonces me encuentro en el fondo del abismo con la misma pregunta de todos los días: ¿Qué sé yo de mi mismo?
¿Qué si el yo que percibo a través de mis sentidos no es el yo real? ¿No será la imagen de mi mismo una versión desfigurada a pura conveniencia? ¿Me percibo más apuesto de lo que soy inconscientemente? ¿Me percibo más alto, más moreno, más delgado? Es algo similar a cuando grabas tu voz y al oírla, no la reconoces como tuya... Es así como terminó pensando.
Por eso cuando en realidad tengo que hablar de mi ante los demás, me da la impresión de que estar reescribiendo toda mi vida a mi propio antojo. No podía evitar sentirme tan perdido. Así que, en la medida de lo posible, intentaba dar solo datos objetivos, datos que los demás no necesitaban rebuscar ni interpretar su significado.

«Hola, soy Kim TaeHyung, tengo 22 años, me gustan los perros, no me gusta la verdura»

Aún así, sentía que estaba dando datos imaginarios de un ser imaginario. Y cuando escucho a los demás presentarse, me parece escuchar a todos hablar de terceras personas. Todos vivimos en un mundo imaginario, donde respiramos aire imaginario.
Tal vez por eso a menudo mi humor es agrio, tal vez por eso aprendí a estar solo, a comer y beber solo. Me acostumbré a vivir con la angustia de las horas desperdiciadas atorada en mi costado. Me acostumbre al silencio.

De cualquier forma, estoy bien con eso. Me he resignado a estar en un punto medio. Nunca me esforcé demasiado, no tengo un solo ideal o motivación si quiera. No hay una pizca de convicción en mi.
Estos solo son un montón de pensamientos somnolientos a las cinco y cuarto de la mañana, en una mente que solo durmió cerca de cuatro horas porque se emocionó cuando logró completar "ICO".

Es así como he estado viviendo.

O, es así como he vivido, hasta ahora.

En algún punto entre la madrugada, cuando me senté al borde de mi cama con grandes ojeras y me quede viendo un zapato por un largo rato, me pregunté: ¿Realmente necesito un título?

Esta no era la típica pregunta de un estudiante bueno para nada que solo tenía mucha pereza para ir a su clase de las siete con un maestro que solía humillar su capacidad intelectual —o tal vez sí—, en realidad, mi desempeño académico no era malo ni bueno, lo que realmente estaba haciéndome un lío era no tener una meta definida. Estudiaba una carrera que no me gustaba solo por capricho de mis padres, me levantaba cada mañana solo por compromiso, y respiraba simplemente porque no podía evitarlo.

Mi vida entera no había sido decisión mía.

Iba a la universidad como vine al mundo, en contra de mi voluntad y llorando.

Bueno, podemos omitir la última parte.

Era otra mañana ociosa mientras desayunaba con el televisor encendido cuando Dios me llevo a la iluminación celestial. De la televisión la palabra salto a mis oídos en el momento más preciso, como si hubiese estado destinado a escucharla.

"Hikikomoris; los cientos de miles de jóvenes que viven sin salir de sus cuartos."

Observe la pantalla de inmediato, dejando de lado mi desayuno y olvidando por completa que estaba haciéndose tarde. En ese momento no necesitaba desayunar o ir a estudiar, yo necesitaba respuestas.
Había escuchado antes de esto, la solución a toda mi vida siempre estuvo delante mía y nunca pude verla. ¡Cómo pude haber sido tan ciego!

La reportera siguió hablando acerca del tema como una alarmante epidemia. Pero mientras más hablaba más me convencía.

"solitarios que se retiran de todo contacto social y, a menudo, no abandonan su casa en años."

Y fue así, con esas palabras, como se me ocurrió la excelente idea de volverme un hikikomori.

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⏰ Última actualización: Mar 26, 2020 ⏰

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