Diavolo

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La muerte era un lujo que Giorno Giovanna no estaba dispuesto a darle. Viviendo en un bucle donde el dolor y el sufrimiento era constante, pero no moría, era como un sueño donde te despertabas en la parte donde te iban a matar pero todo se repetía de nuevo, porque no era un sueño, ese era el poder de requerim. No tenía idea de cuántas formas de posibles muertes había vivido.

Se despertó abrumado y tembloroso, empapado de sudor frío, estaba oscuro, no sabía dónde estaba, parecía una celda, pero no estaba seguro intentó levantarse pero no pudo, entonces notó que estaba atado a una cama, se aterrorizó no tenía idea de lo que podría pasarle en esta ocasión. Trató de quitarse las ataduras con todas las fuerzas que podía pero el sonido de la puerta siendo abierta hizo que detuviera toda su acción, la luz del pasillo le dio en la cara haciendo que entrecerrara los ojos, vio una silueta entrar en la habitación, estaba aterrado, todo el cuerpo de Diavolo temblaba pero no podía gritar tenía algo en la boca que no le permitía hacer nada. Sintió un toque en su pierna y se dio cuenta de que estaba desnudo el horror le invadió al darse cuenta de lo que podría pasar, el hombre se sentó a su lado tocando su cuerpo por todos lados, manoseo el flácido miembro de Diavolo pasando a su fruncida entrada, el de cabello rosado negó frenéticamente con la cabeza pero el hombre lo ignoró y clavó dos dedos en el interior de su entrada, el de pelo rosado se retorcía en la cama tratando de alejar las manos del hombre que movía con brusquedad sus dedos dentro de él. El hombre sacó sus dedos de su interior dándole un respiro a Diavolo que no duró mucho pues el desconocido se subió encima y se coló entre sus piernas introduciendo su miembro dentro de la cavidad del de pelo rosado que gritó aún con la venda en su boca, era doloroso, nunca había sentido tanto dolor y humillación en su vida. Sentía al desconocido moverse bruscamente dentro de él sin importarle la sangre que manchaba su miembro erecto, los jadeos del hombre parecían los de una bestia, se movía con rapidez dentro de Diavolo mordiendo su piel y abofeteando su rostro, sus manos apretaron el delgado cuello del de pelo rosado mientras lo penetraba con ferocidad. Diavolo había dejado de resistirse lo dejaba coger todo lo que quisiera de sí, ya no tenía fuerzas para resistirse poco a poco la luz fue abandonando sus ojos verdes, estaba roto, entonces todo se apagó como si fuese un sueño, pero el dolor era real, persistía, y como en un sueño se despertó de nuevo en un lugar completamente diferente, se tocó la cara estaba llorando, se arrinconó en un costado de la acera donde se había despertado y empezó a llorar rogando por un final para esa interminable y agónica pesadilla.

Dame un respiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora