Me despierto en la oscuridad, desorientado. Otra vez estaba soñando con ella. Abro los ojos lentamente y los ladridos de perros a lo lejos me devuelven a cruda realidad. ¿Por qué? ¿Por qué yo? Ya ha pasado un largo tiempo pero aún así no dejo de preguntármelo. Necesito aire fresco.
Me pongo mi usual sudadera encima y camino a través del largo y estrecho pasillo. Su desagradable olor penetra en mi nariz, aunque pasó todos los días por ahí nunca me he acostumbrado al olor. Abro la puerta e inhalo profundamente una corriente de aire matinal que llega hasta mis pulmones. A pesar de todo se que tengo suerte. Intento pensar en eso todas las mañanas para mantenerme un poco más optimista. Por lo menos tengo un lugar al que puedo llamar hogar. Mi hogar. Repito las palabras en voz alta y una sensación amarga me recorre todo el cuerpo. Es un concepto muy curioso. Un polvoriento y descuidado apartamento en el quinto piso de un edifico. Al mirar atrás y pensar en mi apartamento este me transmite más bien un profundo sentimiento de soledad y tristeza, muy diferente de lo que normalmente se asocia con un hogar.
Se qué hay personas mucho peor que yo. Muchas personas que viven en la calle y que no tienen ni un techo para cubrirse de las inclemencias del tiempo. Debo que ser agradecido. Debo mantenerme optimista. Así es, de lo contrario perderé mi cordura, a ella no le hubiera gustado verme así. Debo seguir adelante. Hay tantas cosas que se qué debo hacer y pero simplemente no puedo por qué en el segundo que junto una pizca de responsabilidad y me propongo hacer cualquier cosa productiva, los sentimientos negativos me abruman y me recuerdan todas mis desgracias. Me acuerdo de ella y no puedo evitarlo. No quiero evitarlo. Pero tengo que.
Vamos paso a paso, tengo que empezar poniendo mis pensamientos en orden. Por eso he adquirido la costumbre de salir a caminar por las mañanas. Es realmente terapéutico. Sumido en mis pensamientos camino, y camino.
Alzo la mirada y veo que el sol está empezando a salir en el horizonte. El cielo está lleno de una mezcla de tonalidades naranjadas y rojizas. Que hermosa mañana. Muchas personas piensan que los amaneceres y atardeceres están sobrevalorados pero yo creo que es todo lo contrario. Incluso en mis peores momentos, contemplar la belleza de paisajes como estos me ayudan a poner en perspectiva mis problemas. Me doy cuenta de la grandeza del universo y de lo insignificante que somos en comparación y de pronto mis desdichas ya no me abruman, de pronto todo parece que se va a solucionar. Son estos pequeños detalles los que se convierten en nuestras mayores bendiciones. Siento como mis ojos se me nublan repentinamente y comienzo a llorar. Un llanto inconsolable. Siento como en mis lagrimas sale mi tensión y desesperanza. Hacia mucho tiempo que no lloraba así. Me doy cuenta que llevo un rato parado y sigo caminando sintiendo mis pensamientos un poco más en orden. No quiero decir que me siento mejor aunque espero que algún día así sea. Mientras tanto sigo caminando y caminando hacia el amanecer.